En 1898, Ramón Alcázar, representante de un grupo de empresarios, firmó un acuerdo con la Secretaría de Hacienda federal para establecer un banco en Guadalajara.
Éste abrió sus puertas el 28 de noviembre de 1898 en un edificio de la Calle López Cotilla. En un principio los billetes tuvieron dificultades para circular porque sucursales ya establecidas del Banco Nacional de México y el Banco de Londres y México se negaban a aceptarlos.
Las operaciones del Banco de Jalisco abarcaban toda la región noroccidental del País.
A principios de junio de 1914 suspendió sus actividades en Guadalajara. Sobre el por qué hay varias versiones, una de ellas es que tuvo dificultades financieras, otra que fue por orden del Gobierno al no entregar 600 mil pesos con relación a un préstamo interno que Victoriano Huerta dio.
Otra versión señala que fue porque el General Mier pidió dinero para pagar a sus tropas y el Banco se negó. Entonces los soldados obligaron a sus directivos a abrir su cámara.
De acuerdo con la U.S. Mexican Numismatic Association, el 13 de julio de 1915, el Banco de Jalisco reabrió luego que presuntamente Álvaro Obregón amenazó con que si no lo hacía dentro de los cinco días para honrar los billetes que tenía en circulación le confiscaría sus activos.
Debido a las sumas que el banco finalmente tuvo que suscribir para el préstamo de Huerta, el 15 de diciembre de 1915 la Comisión Reguladora e Inspectora de Instituciones de Crédito descubrió que no tenía suficientes activos para suscribir sus billetes en circulación, y canceló su concesión.
El 31 de enero de 1921, por decreto de Obregón, el banco fue nuevamente colocado en la Clase A (para bancos cuyos activos eran mayores que sus pasivos) y se le permitió reanudar todas las operaciones habituales, excepto la emisión de billete.