Fue el 24 de junio de 1893 cuando Luis G. Curiel, entonces Gobernador de Jalisco, puso en marcha el generador de la planta eléctrica de El Salto, en una ceremonia a la que acudieron 150 personas, como exponen los investigadores María Eugenia Romero Ibarra, José Mario Contreras Valdez y Jesús Méndez Reyes en su libro titulado “Poder Público y Poder Privado. Gobierno, Empresarios y Empresas, 1880-1980”, editado por la UNAM en 2006.
Para que el servicio eléctrico llegara a Guadalajara ese día por primera vez, se celebró un contrato a inicios de 1893 entre José María Bermejillo, empresario de origen español radicado en la Ciudad de México y representante de la Compañía de Luz Eléctrica de Guadalajara S. A., y el Ayuntamiento tapatío, señalan los autores.
El objetivo de dicho contrato fue alumbrar las calles céntricas de la Ciudad y del Palacio de Gobierno. Poco a poco la luz eléctrica se fue extendiendo hasta que a finales de ese año ya estaba alumbrada toda la Ciudad.
Antes de la llegada del servicio eléctrico, el alumbrado público en Guadalajara se hacía con faroles, primero de aceite, y después de petróleo.
Después se extendió la infraestructura privada la expropiación de la industria eléctrica en la segunda mitad del Siglo 20, y la llegada de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).