DeSantis, quien fue reelegido como Gobernador de Florida en noviembre, aparece casi a diario en los medios estadounidenses como uno de los mayores protagonistas de la cruzada conservadora contra la ideología progresista “woke” (despierto).
En los últimos meses, DeSantis se ha envuelto en numerosas batallas culturales en torno a la enseñanza, el racismo o la identidad de género. Unos asuntos que, sumados a un endurecimiento de las leyes de aborto y de migración, lo han convertido en una figura destacada para el electorado conservador.
El republicano promulgó y posteriormente expandió la ley de Derechos de los Padres en la Educación, conocida por los críticos como “Don’t Say Gay” (No Digas Gay), que prohíbe las clases o las discusiones sobre cuestiones de la comunidad LGBTQ en las aulas de las escuelas públicas de Florida en todos los grados.
También promulgó una ley que prohíbe que se destinen fondos estatales y federales para los programas de diversidad, igualdad e inclusión en universidades estatales.