Figurilla de cera de Andrés García

Jalisco es actualmente uno de los principales centros de la moda en el País. Sus reconocidos diseñadores, exitosos modelos de pasarela y la feria que anualmente reúne a la industria internacional de la moda demuestran el talento que existe en esta área en la entidad. 

 

En el marco de las celebraciones por los 200 años de Jalisco como Estado Libre y Soberano, es pertinente revisar cómo era la moda y la vestimenta de la región en la primera mitad del siglo XIX, caracterizada por una marcada diferencia entre las élites y las clases populares urbanas o rurales.

 

Beatriz Bastarrica Mora, Doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Historia Social del Vestido y la Moda por la Universidad de Guadalajara, señala que durante la conquista de México y el período del Virreinato, las autoridades impusieron su forma de vestir a los pueblos indígenas, aunque estos conservaron algunas características propias en sus trajes.

 

“En el inicio del siglo XIX, alrededor del 60 por ciento de la población en México era indígena. Estas personas tenían su propia manera de vestir, la cual había sido modificada desde la época de la conquista, principalmente debido al proceso de evangelización. Los religiosos que llegaron a México utilizaron su influencia sobre la vestimenta de los indígenas como una forma de dominación, por ejemplo, obligándolos a cortarse el cabello o a dejar de usar la tilma, que era un paño utilizado por los hombres para cubrir los hombros”, explica Bastarrica.

Beatriz Bastarrica Mora,
Doctora en Historia Social del Vestido y la Moda
por la Universidad de Guadalajara.

Las élites

Aunque la forma de vestir de la población indígena en Jalisco ya estaba mediatizada hace 200 años, era muy diferente a la de las élites.

 

“La pequeña élite mexicana adoptaba un estilo de vestir influenciado por la moda francesa. Las mujeres seguían el estilo túnico neoclásico, con vestidos de talle alto, similares a los que se pueden ver en las películas basadas en las novelas de Jane Austen. Estos vestidos tenían el talle justo debajo del busto, mangas cortas y falda tubular. 

“Los hombres usaban levitas, pantalones ajustados y camisas con cuellos altos. Ese era el atuendo generalizado. Los niños vestían como adultos en miniatura, no existía la ropa infantil”, señala la historiadora.

Dentro de las élites, la forma de vestir variaba según la ocasión. En los días normales, las mujeres llevaban vestidos sencillos de algodón o lino, que complementaban con pañuelos para cubrir sus hombros y pecho, atados al frente. En días especiales como bodas o cenas, los vestidos tenían la misma silueta pero con más ornamentos, bordados y delicados detalles de encaje.

Por su parte, las élites trataban de imitar la moda española, la cual provenía de París.

“Es ampliamente conocido que María Luisa de Borbón-Parma, reina consorte de España como esposa de Carlos IV, solía comprar sus vestidos en París. Las élites mexicanas buscaban imitar su estilo. Sin embargo, esto no sucedía en las clases populares urbanas y rurales, cuyos tejidos, adornos y bordados eran más ricos“, señala Bastarrica.

Acuarela de Theubet de Beauchamp

Clases populares

Figurilla de cera de Andrés García

La mayoría de la población vivía en áreas rurales, donde los hombres usaban camisas de lino blanco, pantaloneras, calzones de manta y sombreros de ala ancha hechos de fieltro de lana o materiales vegetales. El zarape era omnipresente, incluso existía uno llamado “zarape de los insurgentes”.

Las mujeres de las clases populares solían llevar una blusa blanca de manga corta con un generoso escote, enaguas y una falda larga hasta los tobillos que les permitía moverse con cierta libertad. También usaban rebozos y llevaban el cabello trenzado.

Las enaguas eran elementos esenciales para las mujeres de todas las clases sociales, pero especialmente para las clases populares, ya que representaban una forma de ahorrar dinero. Estas prendas podían ser empeñadas y servían como medio de financiamiento en tiempos de necesidad”, comparte la investigadora.

En aquella época, los zapatos de moda para las mujeres eran completamente planos, sin importar su posición social. Además, la variedad de calzado era amplia, incluyendo zapatos de seda y botines de terciopelo.

Cabe destacar que existen acuarelas de Theubet de Beauchamp, un europeo que habría estado en el País entre 1816 y 1826, que reflejan a los habitantes del México independiente, sus gobernantes y hasta su vestimenta, y también hay figurillas de cera que representan a los diferentes tipos de mexicanos de inicios del siglo 19 y sus ropas, del escultor Andrés García.

Elaboración

Acuarela de Theubet de Beauchamp

La habilidad de coser era común en los hogares hace 200 años. Los pueblos originarios de Mesoamérica tenían técnicas ancestrales de hilado y tejido que precedieron a la llegada de los primeros telares europeos a la Nueva España. Estas tradiciones aún se mantienen en la actualidad.

 

“En los primeros años del siglo 19, las prendas aún se fabricaban con algodón y lino cultivados en México. Sin embargo, a mediados de siglo, la producción de algodón por manos esclavas en Estados Unidos inundó todo Occidente y se volvió más económico que el algodón mexicano. A partir de entonces, la mayoría de los textiles utilizados en México fueron importados, una situación lamentable”, añadió la historiadora. 

 

Los calzones, enaguas y blusas se confeccionaban en los hogares, y las personas adineradas tenían costureras como parte de su servicio doméstico. Es importante destacar que las máquinas de coser no existieron hasta los años 40 y eran muy costosas.

 

Además, algunas élites de Jalisco encargaban sus vestidos a París o viajaban allí a finales del siglo 19 para adquirir vestidos en el famoso atelier de Charles Frederick Worth, considerado el inventor de la profesión de diseñador de modas y dueño de la casa de alta costura más importante de aquella época, ubicada en la Rue de la Paix.

Figurilla de cera de Andrés García
Más para saber
  • Las modistas y los peinadores no eran los únicos involucrados en el atuendo femenino, también participaban el padre y el marido, quienes finalmente costeaban los trajes.  
  • De acuerdo con Sonya Lipsett, la forma de vestir de las esposas de las élites reflejaba también la capacidad o voluntad de los maridos para cumplir con su deber de proporcionar las necesidades a sus familias. Esto es, el esposo que no compraba vestidos para su esposa pecaba. Al otro extremo, había maridos que podían estar tentados en mostrar su riqueza en el estilo de vestir de sus esposas.  
  • Mathieu de Fosey precisa que las señoras vestían por la mañana a la española y después de esta hora, a la francesa.  

  • Con la independencia no solo se incrementó la circulación de las modas francesas, sino que su ritmo de difusión fue más rápido, aunque menor que en Europa occidental.  
  • La moda en México no siguió un proceso lineal de etapas continuas y separadas con toda precisión unas de otras. Cuando apareció la moda neoclásica no desapareció del todo la barroca y cuando surgió el traje romántico, no se suprimió automáticamente el neoclásico. La coexistencia de modas prevaleció en el periodo estudiado, así como mezcla de estilos, en especial durante las tres primeras décadas del siglo 19. 

Edición: Abril Valadez
Información: Abril Valadez
Fotos: Cortesía
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