La Guardesa 4

Un popular género de videos en YouTube, cultivado por los autodenominados “investigadores del fenómeno paranormal”, consiste en mostrar sus incursiones clandestinas, usualmente de noche y con una temblorosa cámara en mano, en los inmuebles que, aseguran, están embrujados o malditos.

La Ciudad de México, profusa en mitos urbanos, tiene un lugar especial para la leyenda de la “Tía Toña”, la historia de una mujer de avanzada edad que convirtió su casa, supuestamente ubicada en lo profundo del Bosque de Chapultepec, en un orfanato para niños desamparados. 

Por circunstancias distintas, dependiendo de cada versión, la otrora gentil benefactora enloquece y, antes de cometer suicidio, envenena a todos los niños a su cargo, por lo que es condenada a penar eternamente en la lúgubre y desvencijada residencia entre los árboles.

La imaginación popular ha querido que la mítica casa de la Tía Toña se ubique en la tercera sección del bosque, oculta entre las barrancas, y La Guardesa se convirtió, de facto, en la candidata ideal para serlo.

Numerosos videos fantasmagóricos en la plataforma en línea muestran el trayecto a través del bosque -por demás peligroso en la noche-, para acercarse lo más posible a ese inmueble que, tal vez por los remates de sus columnas, también ha llegado a conocerse como “El Castillito”.

Emocionados, los YouTubers de lo paranormal se abren paso entre la maleza, apenas guiados por lámparas de poca potencia, mientras van encontrándose con construcciones abandonadas de antiguos invasores de los predios federales, en su camino hacia el objetivo.

La mayoría de esas videocrónicas concluyen con decepción, ante las rejas de alambre que rodean a la casa de Cumbres de Acultzingo, cuando los investigadores deben reconocer que se trata de un lugar plenamente habitado y, además, con mobiliario que se mira lujoso desde la distancia.

Hasta hace unos años, la asociación apócrifa de La Guardesa con la casa de la Tía Toña había sido la única muestra de interés ciudadano en el inmueble.

Eso, hasta que el apoderado legal y esposo de María Estrella Rodríguez y Menéndez Lago, el arquitecto Manuel Reyero, decidió que la casa que había construido debía ser, en realidad, un Monumento Artístico de interés para todos los mexicanos.