Atesoran recuerdos
Pasar tiempo de calidad, comparar características o compartir lo mejor de un viaje de su infancia forman parte de las historias de vida de distintas personalidades, quienes rememoran con nostalgia, en este Día del Padre, algunas anécdotas que quedaron marcadas en sus corazones.
Giovanna Acha

Mi papá es mi alma gemela, creo que somos igualitos; se lo preguntas a cualquiera de mis hermanos y te lo dicen. Tengo más de 100 mil recuerdos con él, un baúl que no me cabe, su alegría, su presencia aún en la distancia... nos mandaba cartas, faxes y poemas, llegaba a casa y siempre nos llevaba a vivir aventuras, a estar en las montañas, caminar en la naturaleza, hacer actividades todos juntos y viajes. Recuerdo sus historias de vida, de mi abuelo, su madre y de mi familia. Tengo presente estar sentada en las bocinas sobre el escenario, como en backstage, lo veía cantar, pero podía observar al público, me ponía ahí desde pequeñita, como de 4 años, siempre lo he visto amoroso a morir; un pedestal para mí”.
GIOVANNA ACHA
Bibi Nassar

Una anécdota padrisísima que contar es que cuando tenía 12 años me fui un año de intercambio a un internado en Estados Unidos. Me gustaba estar ahí, pero extrañaba mucho mi casa y a mi familia. Mi papá sabía eso, entonces, literalmente cada dos o tres días llegaba una camionetita a la escuela que él conseguía, quién sabe cómo, ya que el internado estaba en un pueblo en Pensilvania, y entraba con miles de globos y flores que me ponían donde todas las niñas teníamos un ‘mail box’. Como eran tantas las que llegaban, llené el pasillo entero de globos y flores; ya las misses ni siquiera podían pasar por ahí. Cuando la camioneta entraba, corrían las alumnas a buscarme y avisarme: ‘Daddy bus is here!’; siempre encontraba la forma de hacerse presente”.
BIBI NASSAR
Evelyn Peralta

Todos veían a mi papá como el gran empresario que fue y mucha gente le tenía respeto porque así se lo ganó, pero siento que pocos conocieron cómo era en privado. Yo fui la más chica de sus hijos, ya lo agarré grande, sin embargo, de pequeña siempre se subía conmigo a la resbaladilla, al columpio y si salíamos de viaje me llevaba a dónde yo quería; también, compartió conmigo su gran pasión por el beisbol, cada que quería íbamos y le encantaba enseñarme, por lo que hasta la fecha soy fanática de ese deporte y le entiendo perfecto".
EVELYN PERALTA
Antonio Mauri

La primera vez que me llevó a la televisora en la que filmaba sus novelas yo estaba muy chiquito, recuerdo que terminó su escena y vi cómo cambiaron las paredes del set y transformaron una vecindad en un salón de belleza. En ese momento dije: ‘¡qué locura!’, me impactó y ahí nació la idea de pertenecer a ese mundo, tanto, que ahora trabajo junto a él”.
ANTONIO MAURI
Paola Albarrán

Cuando era bebé no me dormía fácil, entonces, llegaba mi papá todos los días a las 8:00 de la noche en punto para dormirme, bajaba la luz de la sala comedor, ponía música y me cargaba y paseaba en brazos. Lo hizo durante muchos meses y así me acostumbré. Cuando íbamos a Valle a casa de mis abuelos, me paseaba en la terraza de arriba y me cantaba ‘Muñequita Linda’ hasta que me dormía”.
PAOLA ALBARRÁN
Bárbara Coppel

En mis cumpleaños siempre me despertaba con ‘Las Mañanitas’ tocando él la guitarra, me inculcó el amor por la música. Somos muy musicales en la familia”.
BÁRBARA COPPEL
Pau Zurita

Algunos de los mejores recuerdos que tengo con mi papá, sin duda, son las escapadas que tenía sola con él, como ir al cine entre semana o cuando desayunábamos los sábados y nos quedábamos horas en la cocina platicando. También, algo que me marcó fue la primera vez que me enseñó a esquiar, generó una conexión muy especial entre nosotros”.
PAU ZURITA
Ana Girault

Uno de los momentos más especiales que marcaron mi vida fue durante mi boda, pues le pedí que diera un speech y, en su discurso, contó anécdotas sobre mí y mis hermanas y, al final, hizo una pausa y dijo: ‘qué te puedo decir, eres lo máximo’. Se hace el duro, pero él es una persona muy sensible y le encanta recibir cariño. Nos educó con fuerza y nos brindó herramientas para poder ser independientes”.
ANA GIRAULT
Rafa Tovar y López Portillo

Muchas cosas podría decir sobre mi papá. A fin de cuentas también fue mi amigo, consejero, maestro, compañero de viaje y cómplice en incontables experiencias. Podría hablar del funcionario público, del creador de instituciones, del promotor cultural, del novelista, del investigador, del melómano, del diplomático, del intelectual, pero, sobre todo, de lo maravilloso que fue como padre. Aún así, me resulta imposible desligar su vida personal de la profesional, pues para él su trabajo fue siempre un placer que compartía con su familia. La cantidad de tiempo que me dedicó es lo que más valoro. Fuimos padre e hijo, pero también amigos. Viajamos, conocimos y reconocimos distintos lugares juntos, imaginando épocas pasadas y haciendo proyectos para el futuro”.
RAFA TOVAR Y LÓPEZ PORTILLO
Yael Sandler

Mi papá es mi héroe, mi ejemplo a seguir; me encanta que siempre me da seguridad en todos los momentos difíciles, que me brinda todo su amor y cariño constantemente. Es la persona más presente que hay con su familia y sus hijos, da todo por nosotros. Recuerdos tengo muchísimos con él, no podría ni contarlos, pero creo que un instante mágico para mí es que él se encargó de toda la decoración de mi boda, entonces, fue una sorpresa, y, al bailar el vals, le decía: ‘papá, gracias por este momento, porque sé que hiciste esto por amor, para hacernos felices y sacarme una sonrisa, por ser mi apoyo, tratar a mi esposo como un hijo más y por estar ahí’, fue muy emotivo”.
YAEL SANDLER
Carmen López Portillo

Cuando éramos niños, mi papá se quedó sin trabajo varios meses. Mi mamá, previsora como era, le dijo que no se preocupara, que podíamos sobrevivir varios meses, que no se precipitara y que aprovechara para escribir. Durante ese tiempo escribió ‘Quetzalcóatl’. Esa fue una de las etapas más felices de mi vida, porque salíamos cada tarde a caminar con él, nos contaba su vida y caminábamos las calles de la Ciudad. Para volver a casa, nos pedía que nosotros encontráramos el camino de regreso. Los fines de semana solíamos ir a Chapultepec. En esa época había riachuelos que alimentaban con agua el bosque; nos daba unas ramitas para que limpiáramos la basura que había en ellos y que reencauzáramos aquellos que se bifurcaban y perdían fuerza. Un día, llegando a la casa, encontramos a una niña que nos pedía algo de comer. Mi papá me pidió que escogiera la muñeca que más me gustaba y que se la diera, me costó trabajo. No sé si entendí en ese momento el significado de la enseñanza, pero reconocí los privilegios que teníamos y la importancia de la generosidad. Me hizo notar la felicidad de la niña al recibir la muñeca y eso me hizo sentir satisfecha".
CARMEN LÓPEZ PORTILLO
Gaby López

Uno de los mejores recuerdos junto a mi papá fue cuando yo tenía 7 años y estaba jugando la gira infantil juvenil, en el Club de Golf México. En el hoyo 12 del campo corto hice hole in one, él apareció en el hoyo 13 y me preguntó: ‘¿que hiciste en hoyo 12?’, le expliqué con entusiasmo. Recuerdo sus lágrimas de felicidad, un abrazo tan cariñoso y un grito que decía ‘mi niña hizo hole in one’”.
GABY LÓPEZ
Guillermo Zapata
"Y por qué no secuestrar a papá"
Siempre había soñado con algún día hacer un viaje con mi papá, pero él y yo solos; sin embargo, como él siempre estaba muy ocupado, jamás lo había logrado, y sabía bien que si lo invitaba, me iba a decir que no tenia tiempo, por lo que un buen día decidí mejor “secuestrarlo”.
Mi padre fue un gran hotelero, un empresario muy prestigiado y pionero del turismo en México, por lo que sabiendo de sus amistades de alto nivel, decidí hablarle a la Secretaria de Turismo de aquel entonces, la lic. Leticia Navarro, a quien le pedí que me ayudara a realizar un sueño que toda la vida había tenido, poder hacer un viaje con mi papá él y yo solos.
Le pedí que le enviara una carta invitándolo a una supuesta gira de trabajo por España, a la que asistirían unos importantes empresarios que deseaban invertir en México; yo sabía que a ella no le iba a decir que no, por lo que le pedí a la lic. Ramos enviarle una carta invitación y yo me encargaría del resto.
De mi travesura sólo sabían la Secretaria de Turismo, el señor Jean Berthelot, director general de Aeroméxico, en aquellos tiempos, pues le pedí que me ayudara con el “up grade a business”; Lupita, la asistente de papá, y mi mamá, quien, una noche antes del viaje, le cambio de su maleta todo el material de trabajo por shorts, tenis y ropa de verano
Y así por fin llegó el gran día. Mi papá, sin saber lo que le esperaba, llegó al avión pensando que se iba a reunir con una comitiva oficial de la Secretaría de Turismo, pero no, y, para su sorpresa, al llegar al asiento del avión, sólo me encontró a mí sentado a lado del suyo.
Cuando me vio, se quedó pasmado y sólo me preguntó: ‘¿qué es esto?, ¿tú qué haces aquí?’

Le dije: ‘hola pa, pues voy a Madrid, ¿a poco no sabes a dónde va el vuelo? Jajajajaja’.
La sobrecargo le pidió tomar su lugar. pues ya íbamos a despegar; él, obvio seguía con cara de asombro y sin entender nada de lo que pasaba me seguía preguntando que qué hacía ahí.
Yo con un sonrisa irónica y un nudo en la garganta, saqué una carta y se la entregué. En ella le decía:
‘Papi, toda mi vida soñé con hacer un viaje tú y yo solos, discúlpame, pero no hay gira de turismo, ni comitiva oficial, ni grandes inversionistas, ni nada, sólo seremos nosotros dos por 15 días en España’.
En mis adentros pensé: ‘¡yesss, ya se amoló. Lo logré’. Vamos, para mí, realizar aquel sueño fue algo tan especial que hasta le envíe una carta al mismísimo rey de España, don Juan Carlos de Borbón, para pedirle que nos recibiera en palacio real.
Recuerdo que me tardé como 10 días sólo en averiguar cómo se dirigía uno al rey de España; muy amablemente me contestaron de la Casa Real para indicarme que, por lo apretado de la agenda del rey, no le sería factible recibirnos, pero que me deseaban un gran viaje y buena aventura por tierras españolas.
Una vez en Madrid, nos recibió una enorme limusina negra Mercedes Benz para llevarnos a una suite del Hotel Villa Magna y, después de pasar unos días en Madrid, nos fuimos, a la feria de Sevilla dónde, por supuesto, asistimos a la plaza de la Maestranza para luego irnos manejando hacia el norte por muchos pueblos divinos hasta llegar a Burgos y luego a Santander, al fastuoso hotel María Cristina, para terminar en biarritz y, de allí, de vuelta a Madrid y de regreso a México.
¡Wow, qué viaje¡ Y vaya gusto que le di y me regalé a mí mismo, pues, sin saberlo, aquel sería el último viaje familiar que el realizaría, pues apenas un año después lo perdí.