El perturbador caso
El primer hallazgo fue impactante: los restos óseos de una mujer abandonados en las dunas a lo largo de una remota carretera de Long Island. Sin embargo, el estupor se hizo más profundo con el pasar de los días.
Apenas unos días después de este perturbador hallazgo en diciembre de 2010, la Policía descubrió partes de otras tres mujeres en las cercanías, en una lengua de arena conocida como Gilgo Beach. En los meses siguientes, se encontraron los restos de otras seis personas a lo largo de varios kilómetros de la misma avenida. Sorprendentemente, una undécima persona, cuya desaparición había sido el punto de partida de la búsqueda inicial, fue encontrada muerta junto a la carretera en diciembre de 2011.
Lo que se conoció como los asesinatos de Gilgo Beach –víctimas que en su mayoría eran mujeres jóvenes que habían sido trabajadoras sexuales– desconcertó a los investigadores durante más de una docena de años.
El caso comenzó con la búsqueda de Shannan Gilbert, una trabajadora sexual que había llamado al 911 cuando salía corriendo de la casa de un cliente, diciendo que alguien la perseguía. La Policía estaba buscando a Gilbert en diciembre de 2010 cuando se toparon con los restos de otra persona: Melissa Barthelemy, vista con vida por última vez el año anterior.
Los asesinatos atrajeron la atención nacional y son el tema de la película de Netflix “Lost Girls”, de 2020.
La pista que llevó a su arresto
El caso perduró a través de cinco comisarios de Policía, más de mil pistas, innumerables teorías y supuestas conspiraciones.
Aportando nueva energía y perspectiva a la investigación, el entonces recién nombrado comisionado de Policía del condado de Suffolk, Rodney Harrison, anunció un nuevo grupo de trabajo para enfocarse en el caso en enero de 2022.
Luego, de un año de trabajo, una nueva revisión vinculó una vieja pista, sobre una camioneta relacionada con la desaparición de una víctima, con un nuevo nombre: Rex A. Heuermann.
Un investigador utilizó una base de datos para determinar que Heuermann era propietario de un modelo anterior de Chevrolet Avalanche y vivía en Massapequa Park, un área que se había convertido en foco de atención debido a la actividad de los teléfonos celulares de algunas víctimas.
La Avalanche fue clave porque los testigos le dijeron a la Policía que un hombre había estacionado una afuera de la casa de la víctima Amber Costello la noche antes de que ella muriera, y que la trabajadora sexual había quedado con ese hombre nuevamente la noche siguiente, según el expediente judicial de los fiscales.
El viernes, luego de ser detenido en su casa la noche anterior, Heuermann fue acusado de asesinato en tres casos, y los fiscales lo llamaron el principal sospechoso en un cuarto.
Múltiples celulares
Los investigadores luego descubrieron que su teléfono celular a menudo había estado en las mismas áreas generales, aproximadamente al mismo tiempo, que los teléfonos celulares anónimos prepagos que se habían utilizado para contactar a Barthelmy, Costello y la víctima Megan Waterman, de acuerdo con los documentos judiciales.
Los teléfonos desechables y el teléfono de Heuerman a veces incluso viajaban juntos.
Peinando los registros de la tarjeta de crédito de Heuerman, los investigadores encontraron pagos a un sitio de citas y siguieron ese hilo para descubrir direcciones de correo electrónico con nombres ficticios y más teléfonos desechables. Los correos electrónicos estaban vinculados a búsquedas de pornografía violenta e información sobre el caso de Gilgo Beach, y a aparentes selfies de Heuermann que se enviaron para concertar citas sexuales, indican documentos judiciales.
La ubicación de su teléfono también coincidía aproximadamente con algunos lugares y momentos en los que un hombre usó el celular de Barthelemy para llamar a sus familiares después de su desaparición, según los documentos.
El hombre llevaba uno de los celulares desechables cuando fue arrestado el jueves por la noche, según los fiscales.
Buscaron rastros en la basura
Los investigadores rastrearon las llamadas y los viajes de múltiples teléfonos celulares, separaron los alias de correo electrónico, profundizaron en los historiales de búsqueda y recolectaron botellas desechadas, e incluso una corteza de pizza, para realizar pruebas de ADN avanzadas, según documentos judiciales.
Las autoridades también volvieron a examinar los cabellos encontrados en la hebilla del cinturón, la cinta adhesiva y la correa de arpillera utilizada en los asesinatos, mediante pruebas de ADN avanzadas no disponibles al principio del caso.
Mientras tanto, los investigadores emplearon métodos más anticuados: lo siguieron y examinaron su basura para sacar 11 botellas del basurero de su casa y agarrar las cortezas de pizza parcialmente consumidas que había tirado a un bote de basura en una acera de Manhattan.
Los investigadores encontraron que el ADN de la pizza coincidía con un cabello hallado en una arpillera que estaba envuelta alrededor de una de las víctimas. Además, otros cabellos fueron vinculados con un pariente de Heuermann que no es sospechoso. Con base en esto, los investigadores creen que alguien más pudo haber colocado esos cabellos en su casa.
Desconcertantes contrastes
Heuermann ha vivido en la misma casa destartalada desde la infancia, según el testimonio que dio hace varios años en una de las varias demandas relacionadas con accidentes de tráfico que presentó en la última década.
Se graduó de la misma escuela secundaria local que el actor Billy Baldwin, quien tuiteó el viernes que la noticia del arresto de su compañero de clase en 1981 era “alucinante”.
Después de obtener una licenciatura del Instituto de Tecnología de Nueva York, Heuermann formó su firma de arquitectura en 1994. Realizó la mayor parte de su trabajo arquitectónico en la Ciudad de Nueva York, con clientes que incluyen agencias municipales, organizaciones benéficas, aerolíneas y minoristas importantes, de acuerdo con su biografía en el sitio web de la firma.
Luego de un breve matrimonio a principios de la década de 1990, Heuermann está casado desde 1996 con su esposa Asa, con quien tiene una hija –una artista gráfica– y un hijastro, de acuerdo con su testimonio de 2018. Su esposa, testificó, lo dejaba en una estación de tren cercana por las mañanas.
Los vecinos estaban desconcertados por el contraste entre la casa y el hombre de negocios que salía de ella todos los días de la semana con traje y maletín.
“Fue raro”, dijo el vecino Barry Auslander.