LA TAREA DE PRESERVACIÓN
Metro a metro.
En las que algunas vez fueron las ocupadas oficinas de la SCOP, hoy sólo quedan escombros y espacios vacíos.
Ahí, entre el laberinto interminable de cuartos sin utilizar, la firma CAV Diseño e Ingeniería, acondicionó su centro de operaciones para llevar a cabo una tarea titánica.
Tras una primera intervención y estudio del sitio en el 2018, la empresa especializada en restauración y conservación del patrimonio ganó la licitación para el rescate de la obra artística del Centro SCOP y la demolición de sus inmuebles.
El ingeniero Ramón Velázquez, director y fundador de CAV, quien ya conoce el sitio como pocos, señala que la mala fortuna del lugar comenzó incluso antes de 1953.
“El Centro SCOP se desarrolló sobre los cimientos, o los edificios originales, que iban a ser para un hospital”, muestra en una detallada reproducción en 3D de los cuatro edificios del conjunto.
“El hospital fracasa y la Secretaría decide utilizarlo, reutilizar eso que ya habían empezado a construir, como sus oficinas generales, entonces eso es importante porque ahí es donde nacen los problemas de este conjunto”, apunta.
“Los problemas estructurales ahí nacen, porque ya había una cimentación y, de repente se dan cuenta de que había problemas en el suelo, se abandonan por esos problemas técnicos y ahí toman la decisión de hacer edificios para otro uso”.
En ese espacio de 56 mil metros cuadrados quedaron entonces construidos los cuatro inmuebles, identificados con letras de la A a la D, que hoy albergan los murales.
El sismo del 19 de septiembre de 1985 causó graves estragos en todas las estructuras, que para ese momento llegaron a tener hasta 11 pisos de altura.
El movimiento telúrico de ese día colapsó los niveles superiores de las estructuras y, con ello, una parte importante de los murales.
Fue entonces que comenzó un primer proceso de reconstrucción que, para las condiciones en las que quedó el lugar, las carencias de la época y la urgencia en la Ciudad entera, los ingenieros de CAV juzgan, incluso hoy, admirable.
La solución que se encontró entonces, explican los especialistas, fue recortar el número de pisos útiles, de 11 a tan sólo 6, y colocar unos remates, como una especie de cajas huecas, en la parte superior de cada edificio, para llegar así a la altura necesaria para poder reconstruir los murales a su tamaño original.
Desde la calle y a lo lejos, las obras artísticas del Centro SCOP se miran todavía con uniformidad, pero en realidad están divididas en dos.
Esta decisión tomada en 1985, apunta Velázquez, hoy guía la intervención que CAV tiene que llevar a cabo, puesto que todos los edificios y murales tienen una sección original, de los años 50, y otra sección “post sismo”, ambas con materiales y técnicas distintas.
La complejidad de la tarea no ha hecho sino aumentar con cada nuevo estudio del centro, puesto que se ha descubierto que, al tratarse de un esfuerzo artístico pionero de la época, en cada fachada se llegó a soluciones distintas para fijar los murales.
“Aquí el reto es que cada mural es distinto”, señala la restauradora Liliana Olvera. “Uno podría pensar ‘aquí ya entendí cómo está el sistema y ya voy a diseñar algo para retirarlos todos’, pero no, porque cada mural es distinto”.
Algunos de ellos, abunda, están fijos a capas de concreto de apenas 20 centímetros, pero otros tiene un ancho de hasta 70 centímetros.
Esto, además, de la clasificación y atención diferenciada de las más de 150 variedades pétreas usadas por los artistas en los mosaicos.
Por si fuera poco, a pesar del buen trabajo realizado, los restauradores de 1985 no dejaron una bitácora detallada de su intervención, por lo que CAV ha tenido que descubrir su proceso de manera inversa.
Así, aunque los murales, de acuerdo al anteproyecto de la declaratoria de Monumento Artístico, son oficialmente 13, la firma de restauración ha dividido los trabajos en 24 secciones, dependiendo de la orientación de cada mural y si se encuentra en una fachada, un remate, un pretil o una cenefa, además de la atención a la escultura de Arenas y el altorrelieve de Zúñiga.
Con supervisión constante del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, CAV ha comenzado ya los trabajos que, vistos desde Xola o Eje Central, podrían resultar absolutamente incomprensibles para los peatones.
Entre la maraña de andamios, los restauradores atienden los murales, literalmente, un metro cuadrado a la vez.
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