Detrás del telón en cada obra de teatro, es necesario el talento y el trabajo de muchas personas, algunas de ellas no aparecen en la escena, pero sus hazañas hacen que el trabajo de todos llegue a buen puerto, es decir, a los espectadores.
Los escenógrafos hacen que la magia ocurra. Que la luz, la utilería, el fondo, las proyecciones y en fin, el suelo en el que se cuentan las historias estén en el lugar correcto.
Esa serie de trabajos podrían resumirse en el término “dispositivo escénico”.
Sin embargo, este trabajo casi siempre se queda tras bambalinas.
“Aquí en Guadalajara le dan mucho valor a la actuación, y está bien, pero el teatro es un lenguaje polisémico, se compone de un montón de disciplinas y también la luz tiene su lenguaje propio y merece su reconocimiento”, dice Fernando “Nano” Cano, uno de los escenógrafos más reconocidos de la Ciudad.
Ha hecho varias obras como la obra de títeres “¿Duermen los Peces?” dirigida por Karina Hurtado o “En la Lona” el unipersonal de Juan Méndez, por mencionar ejemplos recientes.

“Sí es un privilegio vivir de lo que te gusta, pero siento que es cada vez más difícil hacer esto porque sí ha pegado bastante la economía después de la pandemia. Tendremos que desarrollar otras estrategias para seguir haciendo esto”, señala.
El escenógrafo lamenta que no exista en Guadalajara, por ejemplo, el premio que otorgaba la Muestra Estatal de Teatro a la escenografía o a la iluminación o que no se enseñe la escenografía en las escuelas de teatro. Tampoco hay estímulos enfocados específicamente en la construcción, la iluminación o la escenografía.
Muchos de los artistas de la escena tienen que aprender el oficio de manera autodidacta.
No hay, al menos en Jalisco, una rama de grado académico para quienes quieran dedicarse al diseño escénico, aunque han creado obras memorables, algunas incluso que han trascendido la escena local.
Miroslava Castellanos, por ejemplo, junto con otros escenógrafos locales dirigidos por Luis Manuel Aguilar “El Mosco”, participó en el montaje escénico de la ópera “Los Puritanos”, un clásico de Vicenzo Bellini que se montó en 2016, dirigida por Ragnar Conde.
Ella aprendió la mayoría de sus conocimientos en casa, cuando era una niña, o en Centro-Centro un espacio creado en 2010, aproximadamente, como un taller para el aprendizaje y la colectividad de los aprendizajes.
Miroslava tenía 19 años cuando comenzó a trabajar como aprendiz en obras de teatro diversas, dice que al principio le tocaban tareas como cerrar el telón y se dio cuenta de que, incluso en ese aspecto había saberes que otros talentos compartieron con ella.
Pronto decidió que quería dedicarse a la construcción.

“Vi todo lo que engloba el teatro, todas las artes escénicas y plásticas y me gustó mucho, era exactamente lo que quería hacer y pues me quedé, recuerdo la primera sensación de estar en los desahogos del teatro y ver cómo sucedía todo con lo que habíamos armado y me puse a llorar.
“Me pareció maravillosa la idea de poder hacer cualquier cosa desde cero, hasta para ti mismo, dedicarte a la escenografía te da tantas habilidades, porque te pueden pedir cualquier cosa pequeña o grande, desde cosas reciclada, con basura, mecanismos súper complejos, desarmables, ligeros, resistentes y eso te da habilidades para la vida diaria, aprendes de electrónica, de carpintería, a reparar cosas. Es hermoso”.
Hoy Miroslava, junto con su compañero Juan Pablo Fernández, tienen su propio taller creativo bajo el nombre de “El Perro Albino” donde crean escenografías de obras de todo tipo desde su conceptualización hasta el montaje.
De Centro-Centro salieron varios talentos que hoy trabajan detrás de muchos proyectos en Jalisco.
“Nano” Cano es uno de ellos, hoy trabaja en su proyecto personal “Umbral”.
Él estudió fotografía en la Universidad de Guadalajara, pero se enamoró de la escenografía cuando trabajó como aprendiz en el Teatro del IMSS y vio la magia de obras como las de la compañía de títeres Luna Morena.
“Un escenógrafo tiene que conocer materiales, conocer cómo se comportan y los cuidados que debes de tener una vez que construyes algo con ellos. Hay que aprender oficios como de carpintería, entender las herramientas, las que son más útiles. Tener ese deseo por aprender, yo muchas cosas las saqué de YouTube y otras preguntando a quienes sabían más que yo”, dice Cano.
Una de las ventajas de que los escenógrafos en Jalisco aprendan a través del conocimiento compartido es que nunca dejan de aprender y siempre están buscando formas de llegar al siguiente nivel.
“Tengo 10 años haciendo esto y apenas siento que estoy despegando”, dice Miroslava.

EL ARTE DE LA ESCENA
Cuando se habla de escenografía en Jalisco se habla, necesariamente, de Luis Manuel Aguilar “El Mosco”, un director escénico que en realidad estudió Diseño Industrial y que ha estado detrás de grandes despliegues escénicos de óperas, obras de teatro experimentales y tradicionales y en fin un largo número de proyectos.
Está detrás de sus propias obras. Diseñó por ejemplo el dispositivo escénico de “Madama Butterfly”, la primera ópera producida por el Conjunto Santander de Artes Escénicas, que él mismo dirigió.
En ella, como en sus otros trabajos, el espacio tuvo un papel crucial para montar la obra.
“Una vez que defino el concepto, una vez que digo quiero contar esto y quiero contarlo de esta manera, el siguiente paso para mí es el espacio, el cómo voy a resolver las características formales, estructurales y de funcionalidad en la escena para que sea mi primer soporte objetivo, matérico, de esas ideas”, cuenta.

Según su definición, el espacio está construido por la escenografía pero también por la utilería, por el vestuario, por la iluminación y por el maquillaje.
“La creación de espacio es crear universo, es crear territorio y sobre eso todo lo demás es posible”, contesta.
Tras sus años de experiencia, su pasión por la escenografía y su entendimiento de la importancia del aprendizaje compartido en 2010 creó Centro Centro.

Hoy día el proyecto sigue funcionando de manera colaborativa, aunque casi todos sus miembros fundadores trabajan de manera independiente.
La escenógrafa y productora Diana Echaury también fue parte de Centro Centro.
Ella estudió Licenciatura en Artes Escénicas para la Expresión Teatral en la Universidad de Guadalajara y durante buena parte de su carrera se dedicó a prepararse como actriz, sin embargo, hace ya 10 años conoció la magia detrás de bambalinas gracias a una experiencia que vivió con una compañía de León, Guanajuato llamada Luna Negra, que tenía su propio taller de diseño y construcción de escenografía.
Se ha desempeñado como productora de escena, es decir la encargada de conseguir los materiales necesarios para un proyecto, también en el diseño de las piezas, pintura escénica, montajes y construcción, incluso en aspectos técnicos de las piezas: ahora forma parte del cuerpo técnico del Foro de Arte y Cultura en la Secretaría de Cultura.

RECONOCIMIENTO PENDIENTE
Generar el entorno de la obra, o el universo escénico, como le llama El Mosco, es una disciplina creativa igual de importante que el texto, la dramatización, la actuación y la dirección.
Después de que la pandemia hiciera grandes estragos en la posibilidad de muchos artistas escénicos para seguir haciendo lo que aman, hoy resulta de gran importancia reconocer el trabajo de quienes lo hacen posible.
“El reconocimiento también implica que las personas que se dedican a hacer teatro, artes escénicas, danza o música contemplen el espacio en el que se presentan, que se involucren en la iluminación y el espacio, que reconozcan los talentos de otras personas”, dice Diana Echaury.
Para Mosco el reconocimiento pendiente para esos trabajadores tiene que venir en primer lugar de la misma comunidad artística porque, por otro lado, el público disfruta siempre de las cualidades visuales de una obra.
“En la medida que los directores, productores y coreógrafos, líderes de proyectos musicales sean más acuciosos con nuestro propio oficio para profundizar y cuestionar nuestros procesos, va a surgir una necesidad imperante de comenzar a generar proyectos en donde convocas a una escenógrafo, a un iluminador, a un vestuarista, un maquillista y finalmente a especialistas en sus materias y no sigan resolviendo todo sin ningún criterio plástico o sin una noción de construcción de universo” dice Luis Manuel Aguilar.
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Información: Alejandra Carrillo
Fotos: Ismael Ramírez, Ángel Llamas, Maricarmen Galindo
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