Un par de tigres siberianos están acostados sobre el suelo y jadean dentro de su jaula en el zoológico de Bagdad, donde los animales sufren a causa de las sofocantes temperaturas del verano boreal en Irak, con temperaturas superiores a 50 grados centígrados.
Los termómetros superaron el lunes esa marca por segundo día consecutivo en la capital iraquí, lo que resulta un calvario para los hombres, mujeres e infantes, pero también para los animales.
Los tigres siberianos, cuyo hábitat natural es el extremo oriente de Rusia, suelen vivir en lugares fríos, “donde las temperaturas pueden caer hasta 20 grados centígrados negativos“, explica Wassim Sarih, el veterinario del único parque zoológico de Bagdad, situado en el centro de la ciudad.
La capital iraquí, como el resto de este país de Oriente Medio, sufre un calor extremo en estas semanas de agosto.
Irak, que vive su cuarto año consecutivo de sequía, es uno de los cinco países en el mundo más expuestos al cambio climático, según la ONU.
El zoo de Bagdad cuenta con 900 animales, entre los cuales, hay leones, osos, monos o pájaros exóticos.
Para disminuir la sensación de calor, pusieron aparatos de aire acondicionado delante de las jaulas de los leones y estanques para que se bañen los tigres o los osos.
Estas condiciones pueden resultar óptimas para los animales que viven en hábitats calurosos, “pero no disponemos de jaulas para los animales habituados al frío”, explica Sarih.
“Se trata de modelos de la década de los setenta”, reconoce Haider al Zamili, director del zoológico, quien debe cuidar del bienestar del recinto a pesar de contar con pocos recursos económicos.
Menor esperanza de vida
Debido a estas condiciones, “nuestros animales tienen una menor esperanza de vida en comparación con otros parques zoológicos”, lamenta Sarih.
Sus tigres siberianos no viven más “de 17 o 18 años” a causa del agotamiento por el calor, mientras que en otros zoos “tienen una esperanza de vida de entre 20 y 25 años”, explica el veterinario.
Según Sarih, en el último año se murieron cuatro osos, leones y pájaros, la mitad de ellos “a causa del cambio climático”.
A las altas temperaturas se le suman los pocos recursos económicos y humanos que dispone el centro para ocuparse de las distintas especies.
Karrar Jassem es uno de los pocos empleados presentes en el zoológico durante estos días de tórridas temperaturas.
Su trabajo consiste en alimentar a los animales y limpiar sus jaulas a cambio de un modesto salario de 250 mil dinares mensuales, poco más de 160 dólares.
El salario de los trabajadores es “muy bajo y no se corresponde a los peligros a los que se enfrentan, como posibles heridas o dolores articulares”, critica Sarih.
Este veterinario dice haber alertado sobre ello al Ayuntamiento de Bagdad, propietario del parque, pero “no nos escucha”. lamenta.
Ante esta situación tan precaria, pronostica que “en un futuro cercano” al zoológico no le quedará otra opción que cerrar