Fernando Botero, uno de los grandes íconos del arte, quien se caracterizó por sus exploraciones plásticas sobre las formas y su volumetría, así como por su sentido social, falleció a los 91 años de edad.

El segundo de los tres hijos de David Botero Mejía y Flora Angulo nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia. Cursó la primaria en el Ateneo Antioqueño y el bachillerato en el Colegio San José de Marinilla y en la Bolivariana.

Fernando Botero
Fernando Botero

En 1944, Fernando Botero asistió a una escuela de tauromaquia y después tuvo un percance con los toros, lo que hizo que los dejara. En ese periodo, realizó su primera obra, una acuarela de un toreo. Una vez que su familia comprendió su vocación, llevó a cabo su primera exposición en Medellín, en 1948.

Realizó ilustraciones para el periódico El Colombiano, con las que pagaba sus estudios secundarios y, al finalizarlos, en 1950, se trasladó a Bogotá, donde tuvo contacto directo con intelectuales de la época.

En 1992, don Fernando Botero con sus hijos, Juan Carlos Botero, Fernando Botero y Lina Botero, en su estudio de París. De fondo, una obra maestra que representa una escena taurina.

Sólo tengo los mejores recuerdos con mi padre, el gran maestro. Tengo el corazón lleno de ver todos los homenajes que le han rendido. Tuvo una vida plena y su obra perdurará en la historia. Seguiremos trabajando por su legado. Te quiero y extraño, papá”

Fernando Botero con su padre, don Fernando Botero, y su esposa, Marinés Londoño

¡Cómo te vamos a extrañar, Fer! Tu legado artístico perdurará como un hermoso tributo a tu vida”.

Fernando Botero

En 1951, Fernando Botero llevó a cabo sus dos primeras exposiciones individuales en la galería Leo Matiz. Con el óleo “Frente al Mar”, ganó el segundo puesto en el IX Salón Nacional de Artistas y con ese monto y la venta de algunas de sus obras, llegó a Europa.

En Madrid, se inscribió en la Real Academia de Arte de San Fernando y, para garantizar su sostenimiento, hacía dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado.

En 1953, pasó el verano en París con el cineasta Ricardo Iragarri y luego se mudó a Florencia, para ingresar a la Academia de San Marcos.

Tras su regresó de Italia, en 1955, decidió hacer una muestra en Bogotá con las piezas realizadas en Europa, de la que recibió fuertes críticas.

En 1956 se casó con Gloria Zea (q.e.p.d.), quien fuera directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, y con quien procreó a sus hijos, Fernando, Lina y Juan Carlos.

Raquel Bessudo y Fernando Botero

Fernando Botero dejó un precedente inédito. Logró, a través de sus obras voluminosas, su sello distintivo que además, son, sin duda, piezas maestras, tanto en su trabajo escultórico como en el de caballete. Se le extrañará como un referente del arte magistral de nuestro siglo”.

Sonya Santos

La primera vez que presencié una exposición de Fernando Botero fue en 1989, en el Museo Tamayo. Una experiencia inmensa en todos los aspectos, pero, especialmente, un festín de colores que me proporcionó un gran placer. Durante sus visitas a México en aquellos años, disfrutaba asistir a corridas de toros y en algunas ocasiones coincidíamos, lo que daba lugar a conversaciones exquisitas. Posteriormente, gracias a Lina, su hija, he seguido de cerca su trayectoria artística”.

Guadalupe Loaeza

Desde que descubrí al pintor colombiano en Bogotá, me enamoré de todos sus personajes voluminosos y sus colores plasmados con tanta maestría, especialmente sus azules. Ahora, lo imagino en el cielo al lado de Pedrito, ambos muertos de la risa de todas las mujeres víctimas de dietas draconianas por estar delgadas, cuando la verdadera belleza se puede encontrar, precisamente, en el gran volumen del cuerpo humano y de todo lo que los rodea”

Partieron a la Ciudad de México, etapa en la que, afirman, descubrió un lenguaje propio. Un año después, expuso por primera vez en Nueva York y el éxito comenzaba a sonreírle.

De vuelta en Bogotá, en 1958, Fernando Botero fue nombrado docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Tras separarse, en 1960, se fincó en la Gran Manzana, donde creó series consideradas interesantes.

En 1964, se casó con Cecilia Zambrano, con quien tuvo un hijo, Pedro, (q.e.p.d.), quien falleció trágicamente en 1974 en un accidente de tránsito en España, mientras la familia estaba de vacaciones. El matrimonio se separó en 1975.

Fernando Botero con su última esposa, la artista griega, Sophia Vari (q.e.p.d.), quien falleció en mayo de este año.
El pintor colombiano Fernando Botero con sus hijos y nietos en Pietrasanta, Italia.

Desde 1979, cuando la primera retrospectiva de Fernando Botero fuera presentada en el Museo Hirshhorn, de Washington, sus exposiciones a través del mundo no se detuvieron.

En 1983, se trasladó a Pietrasanta, pueblo famoso por sus fundiciones, lo que para Botero significaba la continuidad de su obra escultórica y comenzó una serie ininterrumpida de exposiciones a través de todo el mundo. Sus creaciones artísticas, llevan impresa su interpretación del estilo figurativo, denominado por algunos como “boterismo”.

En 1978, contrajo nupcias con la artista griega Sophia Vari, (q.e.p.d.), quien murió el 5 de mayo de este año y fue su pareja durante más de 50 años.

El maestro falleció el pasado viernes 15 de septiembre en su casa de Mónaco y sus restos permanecerán en Pietrasanta, donde trabajó más de 40 años. Descanse en paz.

Don Fernando Botero acompañado de su hijo, Juan Carlos Botero; su nuera, Uchi Botero, y sus nietas, Tati Botero y Nati Botero.

Adiós, Fer. Sabía que Sophia vendría a buscarte. No me imaginé que tan pronto. No existen palabras para agradecer tanto amor, tiempo, ejemplo y todo lo que nos has dado. Nuestras hijas han quedado marcadas para siempre, al comprobar con tu partida, lo grande que fuiste. Te imagino con Sophia compartiendo, cómo añorabas hacerlo cuando ella se fue. Serán eternos tus recuerdos y muy profunda la tristeza que nos deja tu ausencia, especialmente para tu hijo”.

Mónica Philipson

Fernando Botero deja un gran legado en el mundo del arte como un inmortal. El maestro colombiano se volvió famoso a nivel mundial por pintar gordos, adjetivo que se alejaba de su estilo voluminoso y colorido”.

De puño y letra

Maricarmen Ramos y Jorge Ramos en una cena privada en honor al maestro Fernando Botero en 2012.

“El maestro Fernando Botero. Tuvimos la oportunidad de convivir en varias ocasiones con él, era una persona muy creativa, como pocas; amable, tranquilo y muy generoso con su país, al cual le donó parte de su colección, tanto al Museo de Bogotá como al de Medellín.

Una colección impresionante, con su obra combinada con artistas como Picasso, Monet, Camille Pissarro, Edgar Degas, entre otros.

Se comenta que toda su obra de gordos proviene de una mandolina, que es una guitarra gorda y que ahí empezó a realizarla.

Para mí, es de los artistas más importantes de la historia y su muerte es una pérdida
irreparable para el mundo del arte”.
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Jorge Ramos, empresario

Homenaje al maestro Fernando Botero

Monumental, único, fiel a su estilo y trabajador es como definen los amantes del arte al pintor y escultor oriundo de Medellín