TIEMPO ESCOLAR CON EMOCIÓN
Si alguien pregunta a las niñas y los niños de la primaria 13 de Septiembre, en la Colonia Caracol, ¿a qué se va a la escuela? La respuesta suele ser: “¡A ser felices!”.
Por varios años, el director, Luis Carlos Villalpando Gallegos, y sus maestras, han buscado que esta forma de ver la escuela sea genuina.
En 2015, el plantel ubicado en un barrio viejo era percibido como de bajo nivel académico y como la última opción en el distrito para inscribir a un hijo.
“Esa imagen permeaba en los docentes”, relata Villalpando Gallegos, de 36 años de edad, “y eso tiene un impacto en la práctica educativa. Era urgente definir una filosofía de escuela”.
Si querían mejorar la calidad de la escuela, había que lograr, primero, que los estudiantes quisieran estar ahí.
Entonces comenzó un trabajo con los docentes. Primero, con una capacitación con la teoría de Francesco Tonucci, pedagogo que destaca la importancia de escuchar a la infancia en la escuela.
También se establecieron prácticas como recibir a niñas y niños con un abrazo, y una frase afectiva y respetuosa. Diariamente, cada grupo tiene 15 o 20 minutos de baile o canto, no como una activación física, sino simplemente para pasarla bien.
Cada semana, en el aula o al aire libre hay una hora de juego con la maestra. Además de cambiar el uniforme a opciones deportivas y coloridas, se eliminó la falda como uniforme escolar, y todos usan shorts deportivos o pants.
“La infancia es ensuciarse, echarse maromas, treparse a árboles, para eso no necesitas un uniforme”, comenta el director.
Siguiendo la teoría de Tonucci, para quien el tiempo escolar debe ser en la escuela, se eliminaron las tareas para hacer en casa.
“Creemos que el aprendizaje se da cuando hay un componente emocional, si no, difícilmente se aprende”, afirma Villalpando Gallegos. “¿Qué emoción hay para un niño estar escuchando media hora al maestro hablar?”.
Hoy, la escuela es más buscada por padres de familia.
“Nos permitimos cambiar las cosas, no tenemos miedo porque los cambios que hacemos, que pueden parecer radicales para otras personas, a nosotros nos parecen unos cambios necesarios y con sentido lógico”.
CREA PODCAST DE ESTUDIANTES
Estar en una zona donde hay inseguridad y carencias económicas no detiene a la directora Karina Garza Cedillo. Por el contrario, la impulsa a innovar por sus estudiantes en la primaria Pedro Garza Elizondo, en Juárez.
Durante la pandemia, cuando muchos maestros tuvieron que perder el miedo a la tecnología, esta directora y sus docentes comenzaron a producir, de manera casera, un podcast en el que sus estudiantes se involucraran y expusieran soluciones a problemas como acoso escolar, sequía o la inclusión.
Cada podcast es el producto final de una clase para la que los alumnos investigan, realizan campañas, juegan, leen y escriben, explica Garza Cedillo, de 43 años.
“El proyecto ha tenido mucho impacto en los estudiantes, porque, además de conocer los temas, han aprendido el uso de la tecnología, a grabar, el uso de micrófonos, hasta cierto punto a editar”, dijo.
El proyecto ganó el año pasado el primer lugar del Premio Iberoamericano “Los Objetivos del Desarrollo Sostenible en los Centros Educativos”, con el que pudieron adquirir un mejor equipo de grabación.
Este año, el podcast, que puede escucharse en Spotify, fue uno de los reconocidos por la Fundación Somos el Cambio en Puerto Vallarta.
Allá, los estudiantes hicieron entrevistas para su podcast y platicaron con el actor Aarón Díaz, quien era invitado al evento, y con el empresario Alfonso Romo Lagüera, presidente de Somos el Cambio.
“Estos niños nunca se habían subido a un avión, nunca habían ido a la playa. Fue muy satisfactorio para nosotros”, dijo la directora.
IMPULSA EDUCACIÓN AMBIENTAL
En la comunidad de Hacienda El Mezcal, en Cadereyta, la primaria Aquiles Serdán se ha convertido en una escuela rural reconocida a nivel nacional, y conectada con el mundo, bajo el liderazgo de varios años del profesor Eduardo Garza Cortez.
De ser un edificio precario, hoy cuenta con cocina, cancha techada, equipo de cómputo, con salones y biblioteca climatizados, pero el cambio más significativo y reciente es el proyecto “Desarrollo Educativo Sostenible”, acciones locales con una mirada global.
Desde hace cinco años, los padres, muchos de ellos dedicados a la albañilería o al cuidado de fincas campestres, junto con estudiantes y maestros, cuidan un jardín polinizador creado por ellos mismos con plantas de la región para dar refugio a mariposas Monarca.
También mantienen un huerto dentro de la escuela, donde cultivan frutas y verduras que las mismas familias preparan y consumen en la cocina del plantel.
“Este proyecto trata de egresar nuevas generaciones de alumnos que no solamente atiendan las problemáticas del entorno inmediato, sino que sepan identificar, trabajar, proponer, para erradicar las grandes problemáticas que aquejan al mundo”, contó Garza Cortez, de 48 años de edad.
“Que los niños no tengan sólo esa identidad como ciudadanos mexicanos, sino que sean ciudadanos del mundo”.
El objetivo es migrar de una educación ambiental teórica en las aulas a una en la práctica.
El plantel ha recibido varios reconocimientos nacionales. El más reciente es el otorgado por la OEA y Fundación Santillana, como una de las cinco escuelas sostenibles del País.