1. TE GUSTE O NO, COMIENZA YA

Los hábitos establecidos en la adolescencia –como mantenerse activos y llevar una dieta saludable, o no– pueden encaminar hacia una buena o mala salud cardiovascular.

“Empezar temprano siempre es mejor”, afirma la cardióloga pediátrica Teresa Lee, también profesora asistente de pediatría en el Columbia University Medical Center en Nueva York.

“La idea es prevenir las enfermedades cardiovasculares en vez de tener que tratarla más adelante. Las decisiones que tomamos y los hábitos que se desarrollan en la niñez y la adolescencia realmente determinan la salud y el bienestar futuros”.

El rápido aumento de peso de algunos chicos por la comida chatarra y la falta de ejercicio, los expone a tener problemas de peso por el resto de sus vidas, lo que les afectará el corazón, indica Judith SimmsCendan, directora de ginecología pediátrica adolescente en la Facultad Miller School of Medicine de la Universidad de Miami.

Participar en deportes, ya sea como un atleta competitivo o no, o practicar danza, de forma profesional o como aficionado, puede preparar a los chicos a un mejor futuro cardiaco.

2. ¡ESCÚCHALO!

Aunque el corazón de la mayoría de los adolescentes es saludable, es importante notar signos o síntomas de que algo podría estar mal, y hablar sobre ello con los papás, dice Lee.

“Por ejemplo, si hay algo que antes podías hacer y ahora de repente no puedes hacerlo, podría indicar un problema”, indica. “Tú eres el que mejor sabe si hay algo que no está bien”.

Ceirra Zeager creía que su corazón estaba bien hasta que se desplomó mientras se vestía para su primer baile de secundaria.

“A las enfermedades cardiacas no les importa cuántos años tengas”, dice Zeager, quien tenía 14 años cuando sufrió un ataque cardiaco por un agujero que no sabía que tenía en el corazón.

Zeager, ahora de 23 años, es voluntaria en la American Heart Association.

Los adolescentes no deben dudar de preguntar a los médicos sobre el corazón y pedir que escuchen sus corazones.

“Se pueden escuchar latidos irregulares, conocidos como arritmias”, explica. “Los adolescentes deben saber qué significa eso. Es información básica”.

Zeager dice que el agujero en su corazón causó un soplo que se podría haber detectado con un estetoscopio.

Al compararse con otros chicos de la misma edad, también se puede descubrir que quizá algo no está bien.

“Si notas que no puedes hacer las cosas tan bien como la mayoría de tus compañeros, especialmente actividades físicas, y si éstas empeoran con el tiempo, quizá es algo que debes comentarles a tus papás”, recomienda Lee.

3. RIESGO POR EMBARAZO

El embarazo es un período muy estresante para cualquier persona. También lo es para el corazón”, afirma Lee.

Las adolescentes embarazadas corren un alto riesgo de preeclampsia, enfermedad que puede hacer que aumente mucho la presión arterial.

El embarazo puede ser especialmente problemático si una adolescente tiene un defecto congénito subyacente del corazón o factores de riesgo cardiovasculares, como presión arterial alta u obesidad.

“Algunas formas de anticonceptivos son más seguras para jóvenes con enfermedades cardíacas subyacentes”, sostiene Simms-Cendan. Las opciones anticonceptivas con progestina son más seguras.

Aunque las píldoras anticonceptivas que contienen estrógeno pueden ser más seguras para las jóvenes sanas, aquellas con problemas subyacentes del corazón y factores de riesgo, como presión arterial alta no controlada, deben evitarlas.

“Muchas de las jóvenes con el mayor riesgo de tener un embarazo imprevisto con consecuencias adversas para el corazón, no están recibiendo asesoramiento sobre anticonceptivos”, dice Simms-Cendan.

4. FALSA SEÑAL

Aunque la presencia de latidos acelerados puede ser una señal de problemas del corazón, a veces no lo son, dice Simms-Cendan.

Pueden ser una señal de ansiedad, cuya prevalencia entre los adolescentes ha aumentado desde el inicio de la pandemia de Covid-19, en 2020.

“Cuando los adolescentes tienen ansiedad, el corazón se les acelera. Ésta es una sensación alarmante, pero si el corazón está saludable, no corren peligro”.

Sin embargo, se les debe examinar y, si es ansiedad, deben recibir tratamiento.

5. PAPÁS: PONGAN EL EJEMPLO

Si los padres quieren que sus hijos establezcan hábitos saludables, deben dar el ejemplo, coinciden Lee y Simms-Cendan.

“Los adolescentes no siempre son receptivos a oír de los adultos consejos o críticas sobre lo que comen o sus hábitos de sueño”, dice Lee.

“Una de las mejores cosas que pueden hacer los padres es reflejar un estilo de vida saludable y tomar decisiones saludables”.

Los papás no pueden hablar con su hijo adolescente sobre las cosas que debe hacer, cuando ellos no las realizan, señala Simms-Cendan.

“Si un joven tiene dificultad con su peso, decirle que no tome refrescos o que rechace la comida chatarra no será muy productivo, si hay esas cosas en casa”, dice.

Simms-Cendan recomienda a los padres llevar a sus hijos adolescentes al súper para que ellos seleccionen los alimentos saludables que deseen.

Salir a caminar juntos, dice, es otra forma de modelar hábitos saludables. Si lo desean, permíteles que lleven sus auriculares.

¿Y si no quieren caminar?

“Pregúntales qué quieren hacer para tener mejor salud”.

American Heart Association News / AP