Laura Margarita con su nieta Victoria.
Laura Margarita con su nieta Victoria.

ABUELA LAURA MARGARITA

Laura Margarita tiene 51 años y reparaba cajas de tráileres en un taller de carrocerías. Dejó su trabajo por problemas de salud en colon, cadera y riñón.

Es mamá de Yaletzi, de 26 años, detenida en el 2020 por segunda ocasión. En el Cereso femenil cumple una sentencia de 27 años por homicidio y delitos contra la salud. Su entonces pareja está en el Cereso de Cadereyta.

Afuera están Victoria, de 6 años de edad, y Mateo, de 4. “Mi problema ya es crónico, tengo CUCI en el colon, entonces sí se me altera demasiado y hay días en que no me puedo levantar por tanto dolor”, expresa Laura, quien se hace cargo de Victoria.

“Eso aunado al desgaste que traigo de cadera”.

La abuela paterna cuida a Mateo.

“Ya con 51 años encima imagínate tener una niña chiquita”, añade Laura, “es volver a empezar otra vez”.

En el Cereso femenil, Yaletzi detalla que tenía una muy mala relación con su mamá. Las terapias la ayudaron a comprender el esfuerzo que ella hace para cuidar a su hija.

“Ahora que viene ya podemos platicar más”, dice la joven, “yo pongo de mi parte aquí, tenemos una buena comunicación para ir solucionando los problemas que van surgiendo”.

Está por terminar la prepa en el penal y afirma que se ha hecho responsable de sus actos. “Estuve haciendo cosas que no debí, entonces no por el hecho de que yo esté aquí voy a seguir en lo mismo”.

Dolores con sus nietas Amairani, de 12 años; Cristal, de 8, y Sofía, de 7.
Dolores con sus nietas Amairani, de 12 años; Cristal, de 8, y Sofía, de 7.

ABUELA DOLORES

Dolores es otra abuelita viuda, de 56 años, que cuida a sus cuatro nietas: Amairani, de 12 años; Cristal, de 8; Sofía, de 7, y Amy, de 4.

La mamá de las niñas es su hija Mariana, de 26 años, quien cumple una sentencia de 60 años por secuestro.

El papá de las niñas también fue detenido, dice doña Dolores, pero lo dejaron en libertad y no ha vuelto a saber de él.

“Yo no tengo papá”, expresa la pequeña Sofía.

La ayuda económica de Renace ha sido un respiro para esta familia.

“Antes me iba a juntar en el triciclo botes y fierros, lo que hallara verdad, para vender y para completar para darles de comer”, cuenta la abuelita.

“Es volver a empezar de nuevo, ya había terminado con los hijos y, pues, empezar de nuevo con las niñas”.