A PRUEBA DE LLUVIAS
Óscar, Valentín y Sebastián, tres amigos originarios de Toluca, eran de las pocas personas a las que se les veía caminando sobre la Avenida Juárez, en el Centro de la Ciudad.
Improvisando un impermeable con bolsas de basura, los jóvenes contaron que en su trabajo les dieron la salida temprano porque la lluvia dificultó las labores en la construcción de un edificio en que trabajan.
“Vivimos cerca del trabajo”, dijo Óscar, “por eso no batallamos para tomar camión”.
“Hoy dijeron que no había problema para los que no pudieron llegar por la falta de transporte y, a nosotros, nos dieron la salida temprano”.
Los amigos, quienes caminaban con todo y casco de seguridad por la Avenida Juárez, aprovecharon para distraerse un poco por las calles, paseo que no pocas veces debieron detener por los chubascos.
DE ABASOLO A MONTERREY
Alonso, quien se desempeña como radiólogo en el Hospital 21 del IMSS, en Pino Suárez y Juan Ignacio Ramón, recorrió casi 40 kilómetros en auto para llegar a su trabajo.
En el camino, el joven desafió los encharcamientos que se formaron en la Carretera a Monclova porque en su profesión, dice, se trabaja sin importar las condiciones climáticas.
“Sabes que en un hospital no importa si el día está así (con lluvia), tenemos que venir a trabajar”, señaló.
“Yo vengo desde Abasolo y está complicado venir hasta acá, pero gracias a Dios aquí estamos.
“La Carretera a Monclova se puso fea: hay muchos baches y arroyos crecidos, pero pude pasar. Hice como hora y media”.
ENTRE LA FUNERARIA Y EL MULTIMODAL
Luis, quien trabaja en unas capillas del IMSS, llegó a su trabajo a como pudo.
Entró a laborar la noche del miércoles, pero como casi no había camiones sólo alcanzó el Metro.
“Me bajé en Padre Mier y Juárez y desde ahí me vine caminando porque no sabía que no había transporte”, comentó.
“Ahorita apenas voy de salida y parece que ya no hay camiones otra vez: voy a ver si está funcionando el Metro”.
Antes de llegar a la Estación, Luis hizo una escala en el Multimodal del Puente Zaragoza para admirar el Río Santa Catarina que, a las 14:00 horas, lucía con un 70 por ciento de llenado, aunque en algunos tramos ya se había desbordado.
“Sí hay mucha chamba, pero por lo mismo de las lluvias están suspendiendo servicios”, señaló sin despegar la vista de las corrientes del río vivo. “Se me hace que así como está el tiempo no sé si voy a venir a la noche”.
LARGA ESPERA
Afuera de la Clínica 21, Maria Luisa Lindo esperaba a que operaran de la cadera a su papá, pero los aguaceros complicaron la espera.
Desde Ciénega de Flores, la mujer llegó en camión a la clínica y tuvo que quedarse ahí a dormir desde la noche del miércoles porque ya no encontró transporte para el regreso.
Tampoco pudieron llegar con ella familiares para relevarla en la guardia, porque tampoco encontraron camión, por lo que la noche de hoy también pintaba larga.
“No me pude mover porque la lluvia no nos deja”, comentó, “y pues ando batallando, yo creo que ahorita me voy a quedar aquí otra vez porque no me puedo mover, no me deja la lluvia, ni mis familiares pueden venir. No hay manera.
“Se batalla bastante, pero tenemos qué”.
Además de las carencias del IMSS, donde tienen a los familiares de los pacientes en el exterior, sin sillas, ahora tuvieron que esperar bajo la lluvia.
“Tratan muy mal, la verdad”, dijo, “y pues no es justo porque no estamos aquí por gusto, toda la gente está por necesidad y ellos tampoco se prestan, porque hay mucho guardia muy déspota”.
HASTA CON HAMBRE
No es común que los negocios de la Avenida Juárez luzcan así como ayer: todos con las cortinas metálicas abajo, las luces apagadas y frente a calles desiertas.
Pero entre la hilera de puertas cerradas había una tienda de celulares que sí abrió: la atendía Natalia Ortiz, quien llegó a su trabajo puntual, a las 13:00 horas.
“Me vine en Didi, fueron como 30 minutos nada más en lo que me agarraba el viaje”, dijo. “No quisieron dar el día, que abriéramos tarde”.
Aunque siempre acostumbra a comprar comida en Interplaza, centro comercial que está frente a su trabajo, ahora no hubo servicio, por lo que ella y su compañera andaban batallando para encontrar comida.
“No hay ningún repartidor y la plaza está cerrada”, lamentó.
“Ahora andamos buscando aquí alrededor”.
MAL Y DE MALAS
Con una bolsa en la espalda puesta como impermeable y bajo el techo de un negocio cerrado en el Centro de Monterrey, Isaac Constante y Ángel Misael Constante, padre e hijo, respectivamente, esperan el camión para ir a casa.
Después de su trabajo de 24 horas en el Showcenter Complex, donde ambos trabajan en la limpieza, llegaron a la Avenida Juárez para tomar un Ruta 39 e ir de regreso a su hogar en Fomerrey 106. Las Pedreras.
Por el mal tiempo, a las 12:39 horas ya llevaban casi 40 minutos en espera del camión.
“Siempre pasan los camiones seguidos, ahorita por el mal tiempo se está batallando”, lamentó Isaac.
Otra opción que tenían era irse en Metro, pero ambos creían que estaba inactivo.
“Ahorita en mal momento se me descompuso el teléfono, ni siquiera para pedir un Uber o algo”, dijo el joven y agregó: “Nada más nos queda el milagro de que pase el pinche camión”.