La primera de estas acciones que provocó esa escalada de crítica pública, tuvo lugar el 30 de junio de 2022, cuando dos jóvenes activistas de Just Stop Oil se pegaron al marco de “Peach Trees in Blossom” de Van Gogh en la Courtauld Gallery, exigiendo al gobierno poner fin a la concesión de licencias para nuevos pozos de petróleo y gas en el Mar del Norte.
Los activistas han dirigido sus acciones hacia obras de gran valor artístico como “The Hay Wain” de Constable en la National Gallery, “My Heart is in the Highlands” de Horatio McCulloch en la Galería Kelvingrove de Glasgow, “Thomson’s Aeolian Harp” de Turner en la Manchester Art Gallery, y la copia de “The Last Supper” de Leonardo en la Royal Academy. Más famosamente, arrojaron sopa al cristal protector de “Sunflowers” de Van Gogh en la National Gallery, y más notoriamente, rompieron el cristal de “The Toilet of Venus” de Velázquez (“The Rokeby Venus”).
Más recientemente, el 19 de junio, los activistas lanzaron almidón de maíz naranja sobre los grandes megalitos de Stonehenge, considerados patrimonio de la humanidad.
Una de las personas que tomó acción esa mañana, Niamh Lynch, de 21 años, estudiante de Oxford, dijo: “El solsticio en Stonehenge se trata de celebrar el mundo natural, ¡pero miren en qué estado está! Todos tenemos derecho a vivir una vida libre de sufrimiento, pero la continua quema de petróleo, carbón y gas está causando muerte y sufrimiento a una escala sin precedentes”.
“Es hora de que pensemos en qué dejará nuestra civilización como legado. ¿Qué será nuestro legado? Permanecer inmóviles durante generaciones funciona bien para las piedras, pero no para la política climática.’
Rajan Naidu, de 73 años, de Birmingham, dijo: “El almidón de maíz naranja que usamos para crear un espectáculo llamativo se lavará pronto con la lluvia, pero la necesidad urgente de una acción gubernamental efectiva para mitigar las consecuencias catastróficas de la crisis climática y ecológica no desaparecerá. ¡Firma el tratado!”, refiriéndose al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles que propone Just Stop Oil.
Protestas similares han tenido lugar en Europa y América. Todas estas “acciones directas” forman parte de una campaña continua de disturbios civiles que también incluye conciertos, teatro y eventos deportivos. Tiendas de lujo y edificios gubernamentales.
Una joven, hace unas semanas también intentó rociar de ese mismo almidón naranja uno de los jets privados que usa la cantante Taylor Swift en sus cientos de viajes criticados por activistas ambientales.
El iconoclasmo tiene una larga historia que se encuentra los santuarios, monasterios, pinturas, esculturas, vidrieras, libros, destruidos durante la Revolución Inglesa o el hombre que introdujo una escopeta en la National Gallery y disparó un agujero en el dibujo de Leonardo “The Virgin and Child with St Anne and Saint John”, o la persona que escribió con pintura negra sobre “Black on Maroon” de Mark Rothko en Tate Modern en 2012, por mencionar solo dos ejemplos.
En México hay otros ejemplos que corresponden a monumentos históricos como El Ángel de la Independencia en Ciudad de México que cada año es intervenido con consignas feministas durante la marcha del 8 de marzo, o la Glorieta de los Niños Héroes en Guadalajara que se ha convertido en un monumento para denunciar las altas cifras de desaparición forzada que hay en Jalisco.
Lo cierto es que además de la dramática respuesta que provocan las acciones de Just Stop Oil en museos del mundo, las acciones no son dañinas para las obras.
En múltiples ocasiones los activistas de la campaña en protesta han declarado que todos sus actos son cuidadosamente calculados para no causar daño en las obras pero sí generar una conversación amplia sobre las consecuencias del cambio climático: las muertes aceleradas en todo el mundo por fuego y agua, así como la degradación ambiental, y también la pérdida generalizada de sitios arqueológicos en áreas costeras y en regiones como Irak, en la primera línea del cambio climático.
Otros activistas han logrado cambios de la misma tesitura, activistas artísticos, como Culture Declares han utilizado una combinación de sus obras de arte y persuasión para asegurar que las instituciones nacionales tomen postura y declaren una emergencia climática, o Liberate Tate, que contribuyó a poner fin al patrocinio de BP en el museo británico Tate Modern Art.
Esto, por supuesto, ha tenido consecuencias judiciales y culturales, 92 directores de museos (incluidos los de la National Gallery, el V&A y el British Museum) firmaron una carta en noviembre de 2022 condenando el activismo climático en los museos
Phoebe Plummer y Anna Holland fueron juzgadas en 2022 en el Tribunal de la Corona de Southwark por daños criminales causados al marco de “Sunflowers” de Van Gogh, por un valor de £6,000, bien podría marcar el final de este episodio particular de activismo.
Hasta ahora ninguna obra de arte ha sido significativamente dañada de ninguna manera por activistas, y el riesgo de que esto suceda siempre ha sido muy bajo. Sin embargo han cumplido su objetivo: cada nueva acción captura al público y lo pone a discutir al respecto en todas las redes sociales con emociones que van del enojo al orgullo y el reclamo por una justicia climática.
Finalmente, según sus propios manifiestos el objetivo es mirar el contraste entre la imagen que tienen las obras de arte consideradas como sagradas cuando la misma existencia del ser humano en el planeta está amenazada.
Información: Alejandra Carrillo
Fotos: Just Stop Oil
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