En apenas unos segundos, un grupo de jóvenes desató el caos a nivel nacional. 

La mañana del 28 de agosto de 1974, a las 9:30 horas, vieron que su objetivo salía de la imprenta de la Universidad de Guadalajara. El hombre, de 83 años, se subió trabajosamente a un Ford Galaxie junto con su chofer. Luego avanzaron con toda la tranquilidad que da la rutina. 

Todo fue tan rápido que en Avenida Revolución y Constancia ya no queda memoria de ese rechinar de llantas de un auto interceptando al otro, puertas abriendo y cerrando, jóvenes con metralletas y un martillo y gas lacrimógeno sometiendo al chofer, sacando al hombre de avanzada edad de su vehículo para meterlo al otro, y otro rechinar acompañando la huida. 

En el Ford Galaxie sólo quedó el chofer cegado momentáneamente, un sombrero de fieltro gris, un guante y un libro titulado “El Pensamiento del Hombre Sobre el Árbol”. Su autor: José Guadalupe Zuno Hernández. 

La “Operación Tlatelolco, 2 de octubre de 1968” había comenzado.

EL PLAN

El grupo subversivo llamado Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP) nació en Guadalajara, pero en 1973 su carta de presentación más fuerte fue el secuestro del cónsul Terrance G. Leonhardy. 

A cambio de la liberación del diplomático, las FRAP lograron la liberación de 30 de sus compañeros, presos en diferentes cárceles del País, así como el pago de un millón de pesos. 

El entonces Presidente de México, Luis Echeverría, cedió ante la presión por el hecho. 

A manos de otro grupo, ese mismo año ocurrió en Guadalajara el plagio y muerte del empresario Fernando Aranguren, así como el secuestro del cónsul británico Duncan Williams. 

En 1974 fue secuestrado el empresario Pedro Sarquís Merrewe y las FRAP obtuvieron 3 millones de pesos. Sin embargo, el final fue desastroso: cuando le informaron a la víctima que iba a ser liberada, murió de un infarto. Los guerrilleros decidieron tirar el cuerpo en la Colonia Atlas con un mensaje en el que se deslindaban de la muerte. 

Las autoridades ya no se quedarían de brazos cruzados. 

Por el plagio de Leonhardy fueron detenidos Juventino Campaña López, “Ho Chi Min”; Rubén Ramírez González, “El Purrundún”; Ricardo Ramírez González, “El Richard”, y Eunice Michel Díaz, alias “Princesa“. 

Como eran integrantes de las FRAP, sus compañeros quisieron aplicar el mismo modus operandi: secuestrar a alguien importante para pedir su liberación. 

Fue así que eligieron a Zuno Hernández. Era ex Gobernador de Jalisco, miembro de la UdeG, periodista, así como autor con renombre nacional. Pero lo más importante para los guerrilleros: era el suegro del Presidente Echeverría. 

CIERRAN FILAS

A pesar de que preocupaba la salud de Zuno Hernández, todos cerraron filas. Los familiares,  empresarios, el Gobernador de Jalisco, Alberto Orozco Romero, el Procurador Adolfo Rentería, así como el Presidente Echeverría coincidieron en lo mismo: no cederían ante las peticiones de las FRAP. 

Los guerrilleros exigían 20 millones de pesos así como la liberación de 10 presos, entre los que estaban “Ho Chi Min”, “El Purrundún” y “El Richard”. Así lo hicieron saber a través de un comunicado que exigían que se replicara en diversos medios de comunicación de Guadalajara y del País. 

También querían un avión para llevar a los presos hasta Cuba… o al menos eso dijeron en público. Su verdadero plan era liberar a sus compañeros y, una vez en el avión, se dirigirían a Talpa, en donde ya tenían una propiedad en renta. Pero las autoridades no cedían. 

Mientras que Zuno Hernández se encontraba en un cuarto tapizado de periódicos, en una finca de la Calle Torres Quintero, casi esquina con Avenida Alcalde, afuera se llevaba a cabo un duelo de estrategias: las FRAP estaban usando a los medios de comunicación y la autoridad… la tortura. 

LAS ESTRATEGIAS

10:10 horas. 5 de septiembre de 1974. Redacción de Excélsior. Suena un teléfono:

“Tome nota, porque no lo volveré a repetir. En la acera de enfrente de Reforma 18, debajo de un automóvil Mustang de color negro, con placas 408-ALN, hay un sobre con fotos y una grabación del caso Zuno”. Luego la persona colgó.

Fue así que un integrante de la redacción acudió al punto y encontró el material, que también había sido distribuido con instrucciones semejantes a la revista ¿Por Qué? y AFP.

En la imagen aparecía Zuno Hernández al centro. De lentes y algo desmejorado, el octogenario  tenía detrás un póster de las FRAP, con un puño cerrado al centro y dos fusiles a los lados. Además, dos personas encapuchadas lo acompañaban.

En el minicassette que estaba en el sobre había una entrevista de los guerrilleros con Zuno Hernández que sería reproducida por los medios de comunicación de la época:

¿Qué opina usted de la lucha armada empleada por los revolucionarios?

Que es un solución tomada con gran inteligencia, porque precisamente es el camino por donde se alcanzan los grandes objetivos, los mejores para nuestra especie humana.

El comando que lo secuestró a usted, ¿qué opinión le merece?

Una magnífica opinión, porque, repetiré lo que he dicho antes, todo el tiempo que he permanecido aquí, he sido tratado inmejorablemente, y ellos, al igual que yo, me han ilustrado en muchas cosas que yo ignoraba, y yo a mi vez también les he mostrado libros y les he dicho esa inquietud de que carecía. 

¿Qué opinión tiene entonces de Lucio Cabañas?

Una magnífica opinión. Ya he dicho que es mi amigo antiguo y que hemos convivido, que conozco los fundamentos de sus grandes convicciones, de la forma tan acertada en que ha ayudado a su Estado natal, a Guerrero, y a otros muchos de la República Mexicana, como lo está haciendo ahora.

Mientras eso sucedía en los medios de comunicación, Jalisco era escenario de un cerco militar. Casas fueron cateadas sin órdenes judiciales y muchas personas fueron detenidas e interrogadas. Pero luego las autoridades voltearon a ver lo que tenían a la mano: los integrantes de las FRAP detenidos por el secuestro del cónsul.

Ellos estaban en la Penal de Oblatos y reportes de periódicos de la época señalaron que habían sido “sacados”, pero que “se ignoraba a dónde”. 

Según Laura Castellanos, en su libro “México Armado 1943-1981”, Juventino Campaña López, “Ho Chi Min”, fue llevado a la base militar de La Mojonera, en Zapopan, en donde lo interrogaron y torturaron. Sabían que su hermano Ramón, alias “El Carnicero”, estaba involucrado en el secuestro de Zuno. Luego lo llevaron a una casa de dos pisos en donde había más personas que estaban siendo “investigadas” por la Policía. 

Un día le pidieron que se lavara y arreglara. Lo llevaron a l a casa de la familia Zuno. Ahí, la matriarca de la familia, Carmen Arce Zuno, le pidió que hiciera lo que pudiera para que liberaran a su esposo. 

Después llevaron al “Ho Chi Min” a otra habitación. Ahí estaba su padre Ramón con el semblante demacrado y tenía marcas en las muñecas. No tenía que decirle nada: supo que también había sido torturado.

LAS CONDENAS

A la vista de que su plan no prosperaría y que Echeverría no cedería a sus exigencias, las FRAP liberaron a Zuno Hernández durante la noche del 7 de septiembre. Lo llevaron en un auto a la Calle Penitenciaría y lo dejaron abandonado en el interior. Los jóvenes encomendados para esa misión se retiraron con paso calmado. 

Zuno Hernández tocó a la puerta del domicilio más cercano, se identificó con el morador y fue así que pudo ser reunido con su familia posteriormente.

Según Jesús Zamora, en su tesis doctoral “Revisión histórica de la Guerrilla en Guadalajara: Las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo”, aunque las autoridades aseguraron que sus investigaciones llevaron a la detención de los responsables, Rubén Ramírez “El Purrundún”, aseveró que los encarcelamientos de los miembros del grupo en el caso Zuno obedecieron más a errores y descuidos de los mismos, que a la capacidad de la Policía para detectarlos y capturarlos. 

Por el secuestro de Zuno Hernández detuvieron a David López Valenzuela, alias “Sebastián”; Caridad de Montserrat Moreno Díaz, “Yolanda”; Pedro Casián Olvera, “Efrén”; Juan Razo González, “Tilin”; José Luis Eduardo Martínez Moreno, “Ray”; Luis Villanueva Rodríguez, “Paco”; José Manuel Ramón García García, “Alejandro”; Fernando Acosta Vera, “Germán”; Margarita Maldonado Ochoa, “Guadalupe”; Dalila González Hernández, “Violeta”; José Manuel Arredondo Villarreal, “Hilario”; Rubén Valdez Hernández, “Humberto”; Bruno Torres Magaña y Andrés Meza Arias, “Noé”. 

Quedaron como prófugos Jesús Pacheco Velázquez “Témoc”; José Godínez Espinoza, “Antonio Gómez V.”; Ramón Campaña López, “El Carnicero”, y Francisco Javier Martínez Mejía, “Raúl” o “Manzo”. 

Las autoridades encontraron en la casa ubicada en la Calle Torres Quintero, y en otros domicilios, la minigrabadora con la que se elaboró la entrevista difundida, la cámara con la que se tomó al ex Gobernador de Jalisco la foto, ocho capuchas negras, 40 cartuchos de dinamita, ocho pistolas, tres metralletas, cuatro granadas de mano, un mimeógrafo, un cuaderno con los récords y planes del FRAP, y el plano en donde fue preparado el camino que deberían seguir antes y después del secuestro. Se les decomisaron también seis vehículos. 

Finalmente, en julio de 1976, los implicados recibieron su sentencia: algunos tuvieron 6 años de prisión, otros llegaron a tener hasta 28.

Ese mismo año fue detenido uno de los líderes de las FRAP: Ramón Campaña López.

Ya habían matado a Lucio Cabañas dos años antes en la sierra de Guerrero.

El sueño, para el grupo guerrillero de Guadalajara, había terminado. 

¿Quién era Zuno Hernández?

  • José Guadalupe Zuno Hernández nació el 18 de abril de 1891 en la hacienda de San Agustín, Municipio de Jamay, Jalisco.
  • Fue caricaturista, pintor, escritor, maestro, pero sobre todo político.
  • Como miembro del Partido Liberal Jalisciense, logró los más altos puestos de elección, habiendo sido diputado, Presidente municipal de Guadalajara, en 1922, y Gobernador del Estado, de 1923 a 1926.
  • En Guadalajara fungió además, como director de la Facultad de Bellas Artes, miembro de la Gran Comisión de Responsabilidades de la Universidad, director del Museo Regional y fue director de la Biblioteca Pública del Estado.
  • Entre sus obras destacan “Orozco y la ironía plástica” (1954), “Nuestro liberalismo” (4 volúmenes 1956,1957 y 1970), “Reminiscencias de una vida” (4 volúmenes, 1956,1958,1971 y 19729), “Historia de la revolución en Jalisco” (1964) y “Las artes populares en Jalisco” (1957).
  • Murió el 16 de marzo de 1980.

Información: Juan Frausto
Fotos: Cortesía

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