Con un historial plagado de afirmaciones sin base científica y una inclinación por la teatralidad, Robert F. Kennedy Jr. fue finalmente confirmado como nuevo secretario de Salud de Estados Unidos, tras la designación de Donald Trump.
Su nombramiento ha generado controversia no solo por su historial de posturas extremas, sino también por sus afirmaciones sin sustento científico que han provocado alarma entre expertos en salud pública y miembros de su propia familia. Estas son algunas de ellas:
Contra el fluoruro

Una de sus obsesiones ha sido la eliminación del fluoruro en el agua potable.
“El 20 de enero, la Casa Blanca de Trump pedirá a todos los sistemas de agua de Estados Unidos que eliminen el fluoruro del agua pública”, insistió recientemente.
Para Kennedy, el fluoruro es un “desperdicio industrial” al cual vincula sin pruebas con fracturas óseas, cáncer, trastornos neurológicos e incluso la reducción del coeficiente intelectual. Sin embargo, la comunidad científica, incluida la Asociación Dental Americana y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), han explicado que la fluoración del agua a niveles bajos es una medida segura y efectiva para prevenir las caries, particularmente en niños.
Covid-19: ¿arma biológica?

El nuevo responsable de la Salud norteamericana cree que el Covid-19 es un virus desarrollado en China como arma biológica. Afirmó que estaba “étnicamente dirigido” para afectar más a algunas poblaciones que a otras.
“Las personas más inmunes son los judíos asquenazíes y los chinos”, afirmó.
Las declaraciones fueron condenadas por múltiples líderes de opinión, incluyendo miembros de su propia familia, quienes han tomado distancia de sus posiciones extremas.
“Los comentarios de Bobby no reflejan los valores de nuestra familia”, expresó su hermana Kerry Kennedy.
Radiación, cerebros con fugas y vacunas

Kennedy ha defendido teorías sobre los peligros de la radiación de teléfonos celulares y redes Wi-Fi, asegurando que pueden causar cáncer y afectar la barrera hematoencefálica, lo que él describe como un “cerebro con fugas”. A pesar de la falta de evidencia que respalde estas afirmaciones, ha dicho que representa a cientos de personas que supuestamente han desarrollado tumores cerebrales por el uso de celulares.
En el ámbito de la salud pública, ha sido un crítico acérrimo de las vacunas y ha promovido la idea de que las inmunizaciones en la infancia están relacionadas con trastornos neurológicos, una postura desacreditada por la ciencia y que le ha valido el rechazo de la comunidad médica.
Además, ha afirmado que un gusano se metió en su cerebro y se comió parte de él lo que, según dijo, le provocó problemas cognitivos.
Osos, ballenas y teorías sobre el 9/11

Sus excentricidades han dado pie a historias que rayan en lo surrealista. En 2014, dejó un oso muerto en Central Park, argumentando que lo había recogido después de ser atropellado en el Hudson Valley, con la intención de despellejarlo y almacenar su carne en su refrigerador. Al final, optó por abandonarlo en el parque neoyorquino para crear la impresión de que había sido víctima de un ciclista.
Otra anécdota insólita se remonta a una entrevista con su hija Kathleen, quien recordó cómo su padre decapitó un cadáver de ballena con una motosierra y lo amarró al techo de su camioneta.
“Cada vez que acelerábamos en la carretera, el ‘jugo de ballena’ se escurría por las ventanas”, relató Kathleen.
En el ámbito político, Kennedy también ha dado pie a especulaciones al negarse a adoptar una postura clara sobre los ataques del 11 de septiembre de 2001.
“Es difícil saber qué es una teoría de conspiración y qué no lo es”, escribió, sugiriendo que de llegar a la presidencia desclasificaría documentos sobre el acto terrorista.