
Con mochilas, sombreros y lo necesario para pasar una semana fuera de casa, cientos de misioneros llegaron a la Basílica de Guadalupe para participar en la misa de envío de las Megamisiones 2025. Esta celebración eucarística marcó el inicio de sus actividades en distintas comunidades a todo lo largo y ancho de la República.
“Éste es un gran momento, porque tomamos fuerza para lo que haremos; llevamos 10 años en esta tradición y es increíble ver que mis hijos estan aquí”, dijo Enrique Vargas, quien viajará a Huasca de Ocampo junto a su familia.


La ceremonia fue presidida, por quinta ocasión consecutiva, por Monseñor Héctor Mario Pérez, quien centró su mensaje en el sentido de la misión, entrega y gratitud, con lo que hizo un llamado a los presentes para realizar una transformación interior.
“Se lleva a cabo esta tarea para compartir la gracia de la santidad que nos ha sido dada gratuitamente”, afirmó el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.
“Un misionero que desea hacer la voluntad del Padre, que sigue el ejemplo de Jesucristo y vive agradecido, porque reconoce el valor de servir y lo que tiene, es capaz de transformar el mundo porque lo verá con una mirada completamente distinta”.
Me motiva ver a tantos jóvenes siendo parte de esta labor y estoy muy feliz de acompañarlos en su misión; las nuevas generaciones están demostrando que esto les importa”.
PADRE JOHN STUDER, L.c., organizador

Durante la ceremonia de inicio de Megamisiones 2025, los convocados portaron paliacates, un distintivo que señala el perfil de cada grupo: amarillo, de Juventud Misionera femenina; el rojo representa a varones; naranja a Familias Misioneras; azul claro para Color Misionero, y azul oscuro del círculo Fuego Misionero.
“Tenemos una conexión linda entre los que haremos este viaje, porque además de la parte religiosa, también compartimos momentos divertidos y de introspección; vamos con personas en quienes confiamos y nos sentimos parte de una misma comunidad”, contó Mateo Sánchez, estudiante de preparatoria.

Esta misa me encanta, porque nos da impulso y representa el comienzo de una semana en la que hacemos lo que más nos gusta, que es ayudar a los demás”.
ANDREA LÓPEZ, estudiante de prepa
La preparación previa de los voluntarios de Megamisiones 2025 requiere de semanas de organización, oración y disciplina. Para muchos, el compromiso va más allá de una simple travesía, pues es una transformación personal que comienza antes de emprender el camino.
“El año pasado fue la primera vez que participamos, motivados por mi esposa; regresamos felices y hasta mis hijos quisieron volver”, expresó Gerardo Vera, padre de Paola y Mariano.
“A partir de entonces, nos sentimos mucho más humanos y conscientes de la realidad que existe en México”.
Entre los rostros conocidos y las nuevas generaciones, hubo quienes asumieron roles distintos a las entregas anteriores. Algunos, ahora con más experiencia, decidieron guiar a otros en este recorrido de fe.
“Una amiga y yo estamos a cargo de siete niñas; es muy padre tener esta responsabilidad ahora, porque lo vivo de otra manera. A lo largo de dos meses, preparamos la logística y actividades para que ellas lo disfruten y tengan una experiencia que quieran repetir”, mencionó María Errázuriz, estudiante de la Universidad Anáhuac México Norte.
+ Durante la homilía, el Monseñor Héctor Mario Pérez le entregó la cruz del misionero a los representantes de cada grupo, la cual representa la nueva evangelización que envió Juan Pablo II. Con ese gesto, marcó el inicio de una semana de servicio, acompañamiento y encuentro con pobladores, quienes los recibirán en los distintos destinos, como Puebla, Veracruz, Toluca y Pachuca, entre otros.
Celebran 30 años de Juventud y Familia Misionera
