"En esta época acelerada, los libros emergen como aliados para recuperar el placer de la concentración, la intimidad y la calma".

IRENE VALLEJO

Me voy a permitir esbozar en qué consisten esos placeres de la lectura.
 
El placer de la concentración, curiosamente, permite a los lectores dejarse llevar por una historia o dispersarse en un poema.
 
El placer de la intimidad, curiosamente, permite a los lectores socializar con seres imaginarios, que terminan por ser una compañía tan real, que los echamos de menos cuando cerramos el libro.
 
Y el placer de la calma, curiosamente, nos permite emprender las batallas más terribles del espíritu, agobiados incluso por un entorno desfavorable, en medio del sosiego.

"La vida seguía su curso porque yo pasaba las páginas".

ALBERTO MANGUEL

Lo que quizá se nos quiere decir con esto, es que una vez que el encantamiento de la lectura, su benévolo y bendito hechizo, nos toca, ya no hay vuelta atrás, y la única forma de seguir en el mundo, es (otra vez curiosamente) vivir en los libros.
 
La vida queda entonces tan íntimamente ligada a los libros, que ya no puede ni entenderse la vida sin los libros, ni entenderse los libros sin la vida que les damos con la misma lectura.

"Si no se disfruta regresando a un libro una y otra vez, difícilmente podrá referirse algo gratificante del primer encuentro".

OSCAR WILDE

Releer, estar de vuelta en el subrayado de un texto, repetirse en voz alta algunos versos, repetirlos en silencio, reescribir un párrafo, un poema, traducirlo formalmente o por puro gusto, escribir una reseña o simplemente conversarlo con entusiasmo.
 
Estas son apenas algunas, de las tantas formas, en que podemos regresar a un libro.

"Para leer bien hay que entenderse con la inventiva. Tan válida es una escritura como una lectura creadora".

RALPH WALDO EMERSON

Visto así, en un mismo libro coinciden, o al menos deben coincidir para reinventarse, dos espíritus creadores. Hay veces, en que un buen libro, ensancha los horizontes de los lectores remisos; en otras, el ingenio sensible de un lector, rescata líneas memorables de un escritor malogrado.

Así como no se puede concebir a un escritor sin leer.

Igual no puedo imaginar a un lector verdadero, que finalmente no escriba o transfiera su propia historia (de un buen libro) en su imaginario existencial.

Los críticos literarios escriben reseñas, la gente común y corriente conversa con otros sobre el encanto de una novela, lo fascinante de un cuento, la sensibilidad exacerbada de un poema.

El buen escritor crea. El buen lector recrea.

"Es esa clase de grandes libros que nos han dejado pensando: ¿cómo sabía el autor eso de mí?".

ALAIN DE BOTTON

Más aún, el autor de alguna forma sabía eso de mí, sin ser mi vecino, ni tampoco un coterráneo, ni siquiera vivimos en la misma cultura ni época. ¿Entonces?

Entonces se han formulado probabilidades de que los grandes poetas son extraterrestres. Se manejan incluso versiones de que el 90 por ciento de nuestros clásicos, poseen una sensibilidad extraña. Pero todo ese discurso es especulativo.

Hasta la fecha, me da pena informarles, no hay evidencia sostenible de que la poesía (la buena poesía) provenga de otros mundos o de seres extraterrestres.

La buena poesía es simplemente una singular y trabajada amalgama de palabras y barro; por eso los grandes libros, poemas, incluso ciertos versos memorables, nos dejan en la mente el asombro de sentirnos descubiertos (pero a la vez encubiertos) por la intuición de los grandes escritores.

"La literatura es la manera más agradable de ignorar la vida".

FERNANDO PESSOA

Otra genialidad del escritor portugués, que igual dijo que el poeta era un perfecto fingidor, que podía engañarse a sí mismo.
 
Así entonces, en este enunciado quizá la palabra agradable pueda ser terrible, y de igual forma podemos comprometernos, cabalmente, ignorando la vida.

"Tener muchos libros no es cuestión de leerlos todos, sino con tener la posibilidad de leerlos todos".

MICHAEL LIPSEY

En la aparente trivialidad de este comentario, la palabra posibilidad tiene aquí una connotación que trasciende el absoluto de abarcarlo todo, no es el caso, y lo que proyecta es la posibilidad de encontrar el libro que nos haga el día, ni más, ni menos.
 
Los libros, la lectura, están ahí para guarecernos de las vicisitudes del tiempo, están ahí para salvar el día de hoy, y el hoy que será engendrado (una y otra vez) todas las mañanas del mundo. Visto así, incluso los muchos libros quedan justificados para sobrevivir, hacer habitable, el simple y efímero momento presente.

"El libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que llevamos dentro".

FRANZ KAFKA

El punto crítico de esta cita no es propiamente el libro, sino el símil de éste con el hacha, y más aún, lo que importa es entrever ese mar helado que nos paraliza, y que de alguna forma estamos dispuestos a romper.
 
En lo personal, puedo entrever que ese libro-hacha me acompaña para
Romper el mar helado del aburrimiento.
Romper el mar helado de la indecisión.
Romper (lo que antes fuera) el enorme mar helado de la rutina
y del trabajo infame.
Sí.
El libro que rompa el mar helado de los hubiera.
El hacha que rompa ese mar helado para reconciliarme
con todos los otros que nunca fui, pero que aún dan señales de vida
desde las frías profundidades de lo que ahora soy.

"Lo primero que nos enseñan los libros es a estar solos".

JONATHAN FRANZEN

Yo agregaría: esa primera lección es básica, personalizada e intransferible, pero, sobre todo, nos acompaña a lo largo de nuestras vidas.
 
Dicho de otra forma: la soledad poblada con cada una de nuestras lecturas, es ese espacio de libertad por excelencia.