GIOVANA JASPERSEN:
RENOVACIÓN URGENTE

“Se nos olvidó que un museo puede ser un espacio donde vas a reír, a bailar, a cantar y que el vínculo y la conexión que haces con un discurso y un mensaje puede ser desde distintos canales”, afirma la gestora cultural Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer de la Ciudad de México.

“El reto que tenemos en la cultura y las artes es que puedan ser tan atractivas y tan gozosas como podría ser quedarse en casa, frente a una pantalla, o salir a consumir algún espectáculo o entretenimiento, como el cine o un concierto”.

La pregunta que formula después es urgente de resolver en la actualidad: ¿Cómo hacemos espacios de cultura y arte igual de atractivos?

“El gran reto permanente es que cualquier persona que entre al museo encuentre algo que le guste y se sienta cómodo, se sienta atraído, que conecte y se pueda vincular”, dice quien fuera Secretaria de Cultura de Jalisco en parte de la administración de Enrique Alfaro.

“Probablemente no va a ser todo, pero con que encuentren algo: el espacio arquitectónico, el patio… No todas las respuestas se encuentran en un cedulario”.

La línea, que ella admite es “arriesgada” ante puristas y tradiciones separatistas, es la que la impulsó a traer “Museo 31”, sobre el popular programa chileno 31 minutos -una sátira, a su vez, de los noticieros- al recinto que dirige desde enero de 2023.

La exhibición, que primero estuvo en el Centro Cultural La Moneda, en Santiago de Chile, se estrenó en la Ciudad con 5 mil piezas que el público puede disfrutar actualmente en la Nave Generadores del Centro de las Artes Conarte, al interior del Parque Fundidora.

La exposición en el Franz Mayer recibió a 270 mil visitantes, en tanto que la de la capital chilena tuvo 100 mil. Aquí se estiman 150 mil personas.

“A los museos hay que quitarles el peso de que tienes que ir y aprender para que las personas podamos ir y tener espacios de disfrute.

“Considero que en el momento que nos relacionamos desde el disfrute y la libertad, al estar en un sitio sin esta responsabilidad o este peso tremendo que le hemos dado a los espacios, los resultados son mejores”.

El impacto de exhibiciones como “Museo 31”, indica, es quitar la imagen de nicho a un recinto museístico.

INSTITUCIÓN VIVA

El Franz Mayer, que resguarda la colección del empresario Franz Mayer Traumann, apuntaló su estrategia para atraer más audiencia este año.

En febrero se exhibió “Antonio, Moda indomable”, con The Estate of Antonio Lopez and Juan Ramos, sobre el ilustrador y diseñador de moda puertorriqueño Antonio López (1943-1987), quien trabajó con Karl Lagerfeld, Yves Saint Laurent y Gianni Versace.

Actualmente está abierta al público la muestra “Japón: Del mito al manga”, una colaboración con el Victoria & Albert Museum, que integra desde artes antiguas hasta animes como Sailor Moon y Super Campeones.

Jaspersen señala una reestructuración interna:

“Los museos necesitan volver a las personas: a qué vienen las personas, qué valoran las personas o qué es lo que no valoran, qué hace que no estén volviendo”, dice.

La directora reconoce que el recinto se levanta de una crisis importante de asistentes, recibiendo el mayor número de visitantes desde su apertura.

“A los museos se nos dijo mucho que teníamos que ser espacios muy serios donde las personas guardan silencio, hablan en voz baja y se mantienen serios”, reflexiona.

El Franz Mayer alberga las colecciones de su fundador, de la fotógrafa e investigadora Ruth Lechuga, del pintor Wolfgang Paalen, pionero del surrealismo en el país -ambos de origen austríaco-, de la diseñadora de modas francesa Marguerite Rostan y del arquitecto y platero estadounidense William Spratling.

Ahora el objetivo de Jaspersen es lograr la perpetuidad que el empresario deseó para su museo y ya trabaja en ello.

MARCELO LOMBARDERO:
‘EN ÓPERA, EUROPA NOS VE’

En una clase que imparte a una veintena de estudiantes del Mexico Opera Studio (MOS) como parte del curso estilístico sobre interpretación musical del clasicismo, sobre todo de Mozart, acota el argentino Marcelo Lombardero, director artístico de la Compañía Nacional de Ópera, se muestra relajado, pero estricto.

El director de escena viste una playera blanca con la figura abstracta de Stravinsky, afamado compositor y director de orquesta ruso, y repasa Don Giovanni, justo el cuarteto en que Doña Ana descubre que fue el protagonista de la ópera quien mató a su padre.

Han pasado más de tres décadas desde su primera visita al país, pero esta es su primera visita a la Ciudad.

En enero asumió el puesto de la Ópera de Bellas Artes, como también se le conoce por su sede en el Palacio de Bellas Artes, y a partir de ahí anunció que habría un lugar reservado para el repertorio nacional en la programación anual.

Así que la compañía estrenará, a nivel mundial y en el Zócalo capitalino, la “Misa Solemne”, de Melesio Morales, dedicada a la Virgen de Guadalupe, y “La leyenda de Rudel”, de Ricardo Castro, escrita en 1906.

“Hay casas de ópera en Latinoamérica tan importantes como casas de ópera en Europa o Norteamérica”, afirma el ex director artístico del Teatro Colón, en Buenos Aires.

“Me parece que nosotros tenemos mucho para ofrecer y para ofrecernos entre nosotros: los teatros en Latinoamérica conversan entre sí, tienen mirada propia y una búsqueda estética”.

Le consta, indica, que casas operísticas de gran prestigio están al pendiente de la escena nacional.

“Por supuesto que lo que se hace en Europa es muy importante, pero me consta que ellos nos ven, nos miran.

“Uno trasciende, o lo que se hace trasciende, cuando hay calidad y excelencia, y cuando se piensa en ofrecer un espectáculo para el público, para la gente.

“Y eso es trascendente, sea aquí, sea en París, sea en Nueva York, en Buenos Aires o en la Ciudad de México”.

Parece que todavía resuena el hito de Florencia en el Amazonas, del mexicano Daniel Catán, al presentarse en el Metropolitan Opera de Nueva York, la primera ópera en español en ese escenario en un siglo.

Se le ha cuestionado qué faltaría para que las óperas mexicana y latinoamericana se dieran a conocer más internacionalmente, y responde que no le gusta hablar en esos términos y que le “importa lo que hacemos, no como nos ven”.

“Es que nosotros los latinoamericanos tenemos un poco de complejo”, señala.

“Estamos a veces siempre mirando cómo nos ven en lugar de mirarnos a nosotros mismos. Y me parece que ésta es una buena época para mirarnos a nosotros mismos, porque afuera no hay mucho que ver”.

MOS: MAGNÍFICO

El Mexico Opera Studio le parece a Lombardero un proyecto magnífico, único por su condición privada, ya que no hay instituciones de este tipo en el país que se dediquen a esta labor, indica.

Considera que un centro de alto rendimiento, que forma a cantantes de ópera y pianistas de acompañamiento, como lo hace el MOS, con sede en el Auditorio Adolfo Prieto, al interior del Parque Fundidora, ayuda a una profesión “solitaria y competitiva”.

“Son prototípicos de la formación, porque generalmente está la idea que un cantante o músico es solista, pero en realidad nadie es solista. Siempre hay que estar con alguien”, dice.

“Aunque estés en un nivel top, de estrellas, necesitas a tu partner, a tu colega, al técnico que enciende la luz, al que te coloca la utilería, al sastre que te coloca la ropa, al diseñador que hizo tu vestuario, al escenógrafo, al iluminador”.

A mediados de mayo, la Ópera de Bellas Artes dará cinco funciones de “Rigoletto”, de Verdi, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. Todos los boletos están agotados.