Estados Unidos se insertó en la guerra de Israel contra Irán al lanzar bombas de 13 mil 500 kilogramos sobre un sitio de enriquecimiento de uranio el domingo por la mañana, planteando preguntas urgentes sobre lo que queda del programa nuclear de Teherán y cómo podría responder su debilitado ejército.
La Organización de Energía Atómica de Irán confirmó que se produjeron ataques en las instalaciones de enriquecimiento de Fordo y Natanz, así como en su sitio nuclear de Isfahan. Tanto Irán como el organismo de control nuclear de la ONU dijeron que no había señales inmediatas de contaminación radiactiva en los tres lugares tras los ataques.

Trump afirmó que Estados Unidos “completamente y totalmente destruyó” los sitios, pero el Pentágono informó de “daños y destrucción extremadamente severos y sostenidos”. El portavoz del ejército israelí, Effie Defrin, aseguró que “el daño es profundo”, pero la evaluación con Estados Unidos continuaba.
El jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Mariano Grossi, declaró en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU que nadie estaba en posición de evaluar el daño subterráneo en Fordo, pero señaló que los cráteres visibles coincidían con los anuncios de Estados Unidos. Indicó que los inspectores del OIEA en Irán deberían poder examinar los sitios. La Junta de Gobernadores del organismo de control nuclear de la ONU planeaba celebrar una reunión de emergencia el lunes.
Con el ataque, Estados Unidos se ha insertado en una guerra que pasó décadas tratando de evitar. El éxito significaría poner fin a las ambiciones nucleares de Irán de una vez por todas y eliminar la última amenaza significativa para la seguridad de Israel. Pero el fracaso, o el exceso, podría sumir a Estados Unidos en el vórtice de otro conflicto largo e impredecible en el Medio Oriente.

Irán ha sostenido que su programa nuclear sólo tiene fines pacíficos, y las agencias de inteligencia de Estados Unidos han evaluado que Teherán no está desarrollando activamente una bomba. Sin embargo, Trump y los líderes israelíes han afirmado que Irán podría ensamblar rápidamente un arma nuclear.
Israel ha degradado significativamente las defensas aéreas de Irán y las capacidades de misiles ofensivos, y ha dañado sus instalaciones de enriquecimiento nuclear. Pero solo el ejército de Estados Unidos tiene las bombas antibúnker que los funcionarios creen que ofrecieron la mejor oportunidad de destruir sitios profundamente subterráneos.

Catorce de las bombas fueron utilizadas en Natanz y Fordo, según el Pentágono. El general de la Fuerza Aérea Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto, sostuvo que se utilizaron 75 armas guiadas de precisión, incluidos misiles disparados desde un submarino.
El ataque a Fordo, que está excavado en el corazón de una montaña, planteó una pregunta urgente: ¿qué ha pasado con el stock de uranio y centrifugadoras de Irán?
Imágenes satelitales tomadas por Planet Labs PBC después de los ataques estadounidenses, analizadas por The Associated Press, mostraban daños en la instalación.

Las imágenes sugieren que Irán llenó los túneles de entrada a Fordo con tierra y tenía camiones en la instalación antes de los ataques estadounidenses. Varios funcionarios iraníes, incluido el portavoz de la Organización de Energía Atómica de Irán, Behrouz Kamalvandi, han afirmado que Irán sacó material nuclear de los sitios atacados.
Los bombarderos

Estados Unidos empleó siete B-2, unos aparatos capaces de volar 9 mil 600 kilómetros sin repostar, diseñados para “penetrar las defensas más sofisticadas del enemigo y amenazar sus objetivos más valiosos y fuertemente defendidos”, según el ejército estadounidense.
“Este fue el mayor ataque operativo con B-2 en la historia de Estados Unidos y la segunda misión con B-2 más larga jamás realizada”, indicó el general de la Fuerza Aérea Dan Caine.
Varios B-2 se dirigieron hacia el oeste sobre el Pacífico como señuelo, mientras que los bombarderos que participarían en los ataques pusieron dirección al este, una “operación de engaño conocida solo por un número extremadamente reducido de planificadores y líderes clave”, dijo el general.
“Los cazas iraníes no volaron, y parece que sus sistemas de misiles tierra-aire no nos detectaron. Durante toda la misión, mantuvimos el factor sorpresa”, comentó.
Estados Unidos ya había recurrido a los B-2 en operaciones contra las fuerzas serbias en la década de 1990, con vuelos sin escalas desde Misuri a Kosovo y viceversa.
De acuerdo con The New York Post, estos están equipados con un baños, microndas, y una pequeña nevera para los soldados que pasan unas 37 horas en vuelo.
En la primera década de este siglo fueron utilizados en las guerras de Afganistán e Irak.