Nature_Design/Pixabay

Aún después de la muerte, las personas contribuyen a agravar la crisis climática, pues los entierros y cremaciones convencionales generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, los restos humanos pueden demorar varios años en descomponerse.

Quienes desean mitigar su impacto ambiental recurren a distintas maneras de tener un último descanso amigable con la Tierra.

Conoce cinco alternativas a nivel mundial para ser ecológico tras pasar al otro mundo.

Convertirse en composta

Ted S. Warren/AP

A partir del año pasado, en Estados Unidos se volvió una realidad el compostaje humano, es decir, la descomposición orgánica de restos de personas. Washington y Oregon son las dos entidades que permiten tal práctica, reservada para funerarias y crematorios con una licencia especial.

Consiste en depositar los cuerpos en una caja de madera llena de paja para que ocurra un proceso de degradación microbiana controlado. Después de tres meses, se abre el contenedor y se filtra el material para retirar dispositivos médicos y dientes. Si quedan huesos grandes, se pulverizan para devolverlos al recipiente durante otros tres meses.

Los familiares pueden conservar la composta para esparcirla en sus patios, pero está prohibido venderla y utilizarla comercialmente para cultivar alimentos de consumo humano.

Ocupar un ataúd 'viviente'

Loop Biotech

En los Países Bajos se llevan a cabo funerales con un ataúd “viviente”, construido con micelio, material que crece en raíces de árboles, hongos y plantas. Su nombre es Capullo Viviente y fue desarrollado por Loop Biotech.

Al emplear un ataúd convencional, el cuerpo humano tarda más de 10 años en compostarse, mientras que con el invento neerlandés son necesarios dos o tres años.

El micelio es un organismo vivo que neutraliza todo tipo de sustancias tóxicas y nutre lo que crece sobre el suelo, así que es considerado un reciclador natural. Por eso, mientras se compostan los restos también mejora la calidad del suelo aledaño.

Dar vida a un árbol

Picography/Pixabay

Las cenizas de un ser querido pueden ser colocadas en una urna biodegradable que se coloca junto a la plantación de un árbol. Así, en aproximadamente un año, los restos se reintegran a la naturaleza.

En general, se coloca una placa conmemorativa junto a la planta, que eligen los familiares. Por ejemplo: caoba, ceiba, magnolia, palo de rosa y saúco amarillo.

Ya que los árboles suelen estar en jardines específicos para esta práctica, también se pueden plantar flores junto al sitio para embellecerlo. En México, algunas compañías que ofrecen estos servicios son Bosque Eterno, Bosques de Paz y Bosques de Vida.

Ser menos contaminante

Gayosso

Cremar a una persona emite una cantidad de dióxido de carbono (CO2) similar a la producida por un viaje de mil kilómetros en automóvil, aunque depende del tipo de cuerpo y horno empleado, de acuerdo con David Morales, investigador del Instituto de Química de la UNAM.

Por esta razón, existen alternativas menos contaminantes. Un ejemplo es la Aquamación, que desintegra las células a través de la combinación de agua y temperatura. Los familiares reciben el equivalente a cenizas en una urna. Este servicio, que ofrece Gayosso en México, ocupa 90 por ciento menos energía que la cremación y emite 160 veces menos partículas finas.

En tanto, un ataúd de madera tarde cerca de 15 años en descomponerse y uno de metal unos 100 años, así que al optar por la inhumación se pueden elegir opciones elaboradas con mimbre o palma de bajo impacto ambiental. Morales sugiere evitar barnices y telas para facilitar la degradación.

Descansar en un cementerio verde

jplenio/Pixabay

Un cementerio verde o natural es un espacio en un entorno rural donde se practica una inhumación de manera responsable con el medio ambiente. Es un sitio concebido para recordar a los seres queridos a través de la naturaleza, por lo que no se colocan lápidas de piedra ni ornamentos no degradables.

Los restos se colocan dentro de un féretro hecho con materiales biodegradables que se entierra en una fosa cavada en el suelo a poca profundidad. Alrededor y encima sólo hay tierra natural para que el cuerpo se descomponga naturalmente. Meses después, se plantan especies locales sobre la superficie del lugar.

Son legales en países como Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda. En Francia y los Países Bajos también comienzan a ganar popularidad. En general, disponen de senderos para caminar y atestiguar la belleza de la biodiversidad.