1. Ocupa el cuarto puesto –después de las ciruelas pasas, las pasas, y el ajo–, en la lista de la Universidad Tufts (Boston, EU) que enumera los 20 alimentos más antioxidantes, gracias a su potencia de absorción de radicales libres. 

2. Pertenece al grupo de frutas –junto con los arándanos, zarzamoras y frambuesas– que aporta un índice glucémico bajo, significa que no elevan la glucosa en sangre, y las hace recomendables para personas con diabetes o quienes están en régimen alimenticio estricto. Particularmente, las fresas son las que menos aporte de fructosa tienen.

3. El licopeno es el pigmento responsable de colorear de rojo a este fruto, es de la familia de los carotenoides, y su consumo es importante porque atrapa radicales libres e impide que se dañen los tejidos del organismo.

4. La fresa ayuda a reducir el riesgo de sufrir cáncer de próstata, ovarios y pulmón. También ayudan a disminuir las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. 

5. Es una buena fuente de vitamina C, la que favorece la formación de colágeno, las defensas y la cicatrización de heridas. 

6. Contiene ácido elágico, que refuerza el sistema inmune y tiene propiedades antivíricas y antibacterianas. También tiene antocianinas, sustancias antioxidantes altamente well-aging que nos ayudan a contrarrestar los procesos degenerativos del envejecimiento. 

7. Esta frutilla también contiene selenio, un oligoelemento que no debe faltar en nuestra dieta porque contribuye a la nutrición del sistema nervioso y destruye los radicales libres formados durante el metabolismo de los lípidos. 

Texto: Viridiana Muñoz. Fuente: Nutrióloga Ingrid Reyes, “Raw Food” de la dietista Consol Rodríguez.