¿IA PARA PRESERVAR EL CINE?
La Inteligencia Artificial (IA) es un colaborador más en la industria del cine. Se paró frente a las puertas de Warner Bros. y ayudó a Peter Jackson a ajustar la imagen y coloración en They Shall Not Grow Old (2018), documental que muestra las vivencias de un grupo de soldados ingleses de la Primera Guerra Mundial en sus tareas cotidianas, como comer, platicar y reír, previo a las masacres.
También trabajó en proyectos más pequeños. Por ejemplo, en la restauración de cortometrajes históricos como La Llegada de un Tren a la Estación de La Ciotat (1896) y Un viaje a la Ciudad de Nueva York (1911), grabados por los hermanos Lumière y la empresa sueca Svenska Biografteatern, respectivamente. Su labor ha permitido a la humanidad moderna apreciar adecuadamente pasajes icónicos de la Historia.
Con el auge de la IA Generativa, ahora la IA trabaja en el mismo cuarto junto con editores de video, programadores y artistas. La IA va de aquí para allá, asistiendo a quien le necesite, pero al fondo de esa habitación hay una puerta, con un anuncio pegado al frente que dice ‘Restauración fílmica. Solo trabajo artesanal‘. Ante ella, por ahora la IA solo observa.
La cosa parece un poca obvia, ¿no? La IA carece de brazos y piernas para un trabajo manual, pero así como los obreros ingleses del Siglo XIX vieron cómo una máquina podía hacer su trabajo, dando paso a movimientos como el Ludismo o el Cartismo, quizás solo sea cuestión de tiempo para que tengamos brazos robóticos reparando material fílmico de formatos de 8 mm, 16 mm y 35 mm.
A diferencia de los obreros de la Primera Revolución Industrial, el trabajo de un restaurador no solo es trabajo manual, sino también artístico. Por ejemplo, en la Filmoteca de la UNAM esto se aprecia a detalle. Los académicos, técnicos, investigadores y amantes del cine que laboran en las áreas de Restauración, Taller de reparación y Laboratorio cinematográfico reciben el material fílmico no solo para reparar, sino para preservar la esencia del cine nacional.
Jorge Arturo Martínez, jefe del Taller, revisa junto con su equipo cuadro a cuadro el carrete fílmico y si se encuentra en mal estado, supongamos que tiene partes resecas o quebradizas, emplean herramientas rudimentarias como cinta adhesiva para reforzar el filme con más rollo fotográfico virgen. Una labor que lleva meses y requiere mucha habilidad para no alterar la intención del autor.
Si el material está muy dañado o se debe hacer una edición, entra en juego el Laboratorio cinematográfico, en donde se lavan, limpian, revelan y corrigen luces de las cintas de formatos de 9.5 mm, 16 mm y 35 mm mediante procesos fotoquímicos. Incluso, en algunos casos, se duplica el negativo si es vital para la conservación del material, explicó Francisco Ramírez, jefe del área.
Aquí se aprecia el uso de máquinas análogas como el Miniplex, empleada para hacer procesos de baño, revelado, blanqueo, fijeza y secado, un método conocido como ECN2, inventado por Kodak, y empleado por la industria del cine, aunque cada vez menos porque el negocio migró a otros formatos como el digital.
Este aparato pertenece a la compañía francesa André Debrie, fabricante especializado en equipo de reparación fílmica, un nicho ultra especializado en el que participan otros como Digital Film Technology y Cinelab London, estos últimos enfocados en digitalizar cintas antiguas. Y claro, es tecnología de precio elevado.
Ramírez reconoció que la Filmoteca no tiene los recursos para actualizar el laboratorio, por lo que tocan puertas de diferentes empresas para obtener tecnología mediante donaciones.
“Parte del equipo de la Filmoteca son donaciones de compañías que cierran el área fotoquímica y cambian su enfoque a procesos digitales. Todas esas piezas que nos han dado sirven para que el laboratorio siga operando. Si se descompone una máquina, esa pieza no la voy a encontrar”, lamentó Ramírez.
En el Laboratorio, también se ajusta la luz de forma análoga, ya que una vez el archivo se digitaliza, no siempre se pueden corregir los errores de origen. Para ello, recurren al Compact 300 Digital, fabricado por Hollywood Film Company, un escáner de película usado para ajustar las luces manualmente, cuadro por cuadro, siempre cuidando la esencia original del director.
“Las películas originales fueron filmadas en diferentes condiciones de luz; pudo ser de día, noche o atardecer, entonces tenemos que entrar en la corrección de luces escena por escena”, señaló Ramírez.
En otras ocasiones tienen que revisar que el audio esté sincronizado con la imagen, por lo que ingresan el material fílmico a un editor de cama plana Steenbeck, ideal para ajustar los desperfectos en filmes de formato de 16 mm y 35 mm.
Ante el auge de la IA, ITV Content Services, empresa inglesa de digitalización restauración de medios, consideró que
la interpretación artística desempeña un papel crucial en la restauración de películas, un terreno que la IA con sus algoritmos y análisis de datos vertiginoso no puede reemplazar.
MUNDO DIGITAL
“Los expertos humanos pueden analizar cuidadosamente los elementos visuales y auditivos de una película y tomar decisiones matizadas sobre la gradación del color, el contraste y la calidad del sonido. También pueden tener en cuenta el contexto histórico y cultural de una película, garantizando que la restauración represente fielmente la visión original del director”, sentenció ITV Content Services.
En lo que respecta a la parte digital, donde la IA tiene presencia, Gerardo León, coordinador de nuevas tecnologías, explicó que el uso de esta innovación representa oportunidades, pero resulta costosa y podría traer problemas subyacentes como el uso de energía.
“¿Cuánto va a costar? ¿Cuánta energía vas a consumir? Hay muchas cosas que reflexionar”, indicó León.
En suma, la IA tiene potencial para incursionar con fuerza en la industria del cine. Sora, de OpenAI, y Veo, de Google, demuestran cómo la Gen AI es capaz de generar videos realistas a partir de unos comandos de texto. De igual forma, puede hacer una remasterización digital de cintas antiguas, pero con resultados regulares.
En lo que respecta a restauración, hasta el momento no se atisba su uso en la UNAM debido a las tareas especializadas, la labor manual y el empleo de máquinas análogas por la naturaleza de los formatos de 16 mm y 35 mm, casi extintos en la industria del cine, la cual privilegia lo digital.
Habrá que esperar si surge un interés de organismos públicos y privados en abrir las tuberías de recursos a una industria de nicho que intenta preservar piezas icónicas del cine, un reflejo de la expresión artística humana.
Esta labor ha interesado a figuras forjadas con celuloide, como Martin Scorsese, quien impulsa una iniciativa similar a la de la Filmoteca, pero en Estados Unidos, con su organización The Film Foundation.
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