Mientras rechazaba el proyecto de ley de reforma migratoria de 2018, Donald Trump preguntó a los legisladores en una reunión en la Casa Blanca “¿por qué queremos que toda esta gente de ‘países de mierda’ venga aquí?”. Aclaró amablemente que los inmigrantes de Noruega seguirían siendo bienvenidos.
Si bien había criticado a los inmigrantes durante las elecciones de 2016, este intercambio capturó al Presidente Trump tras bambalinas, sin filtros y de manera devastadoramente directa, desdeñando específicamente a los inmigrantes de naciones no europeas, como México y el resto de América Latina.
Fue un mensaje claro: el flujo de inmigrantes que contribuye enormemente a la economía estadounidense se interrumpiría y, eventualmente, se revertiría. Ésta es ahora su promesa central si es reelegido en noviembre.
De hecho, Trump está prometiendo una campaña masiva de deportaciones. Como dijo en una entrevista de abril de 2024 con la revista Time: “No creo que esto sea sostenible para un país, lo que nos está sucediendo, con probablemente 15 millones y tal vez hasta 20 millones (de personas) para cuando Biden salga. Veinte millones de personas, muchas de ellas de cárceles, muchas de ellas de prisiones, muchas de ellas de instituciones mentales”.
Por supuesto, deportar a 20 millones de personas, además de posiblemente colapsar la economía estadounidense, representaría una de las campañas de desplazamiento forzado más extremas desde la era fascista europea de los años 30 y 40. Sería una catástrofe humana para Estados Unidos y México.
Tratando de vender su idea de campos de detención y otras tácticas de estado policial, Trump dijo que “[el Presidente estadounidense de 1950] Dwight Eisenhower era muy partidario de que la inmigración ilegal no entrara en nuestro país.
Y llevó a cabo una deportación masiva de personas. Lo había estado haciendo durante mucho tiempo. Se volvió muy competente en eso. Los estaba llevando al otro lado de la frontera”. Ese trágico ejemplo es su sendero.
Para México, Donald Trump es el epítome de una amenaza estratégica. Donald Trump, que desprecia tanto a los inmigrantes como al comercio global, socavará la integración de décadas entre las economías mexicana y estadounidense.
De hecho, Trump rechaza el libre comercio como motor de las relaciones internacionales modernas. Como demuestra claramente la historia de su primer mandato, presionará e intentará intimidar a México; insultará y amenazará; probablemente provocará muchas crisis. Ésta es su manera, su filosofía central de la ley del más fuerte.
Trump se ha convertido en un nacionalista económico extremo. Tiene una mentalidad decididamente del Siglo 20 a favor del proteccionismo, la sustitución de importaciones y el uso de armas comerciales (como su propuesta de imponer aranceles del 10 por ciento a todas las importaciones) para restringir severamente el comercio con otros países.
Y no olvidemos ni minimicemos la promesa de Trump de que “México pagaría” por su muralla fronteriza. No fue sólo un gesto retórico durante una campaña política.
Trump buscaba una especie de retribución dolorosa: extraerle a México un pago punitivo. Quería una humillación neocolonial de México para energizar a sus partidarios, gente manipulada por la propaganda de la campaña de Trump, enojada porque los inmigrantes mexicanos supuestamente están socavando la cultura estadounidense con su propia presencia, cultura e idioma.
Fue una amenaza poco sutil que México sería ingenuo si no la tomara al pie de la letra.
Es justo esperar que si Trump vuelve a sentarse en la Casa Blanca, seguirá usando a México como chivo expiatorio y excusa conveniente para políticas fallidas en materia de drogas e inmigración.
Por ejemplo, según la narrativa recurrente de Trump, es México el que inunda Estados Unidos con fentanilo mortal. ¿Su solución? Como informó The New York Times, “la primera vez que Donald Trump habló en privado sobre disparar misiles a México para destruir laboratorios de drogas, hasta donde sus exasistentes pueden recordar, fue a principios de 2020”.
Según ese informe, bombardear a México se convirtió en un tema recurrente en las conversaciones de Trump con sus asesores. Y según el libro “Confidence Man”, escrito por la periodista del New York Times Maggie Haberman, Trump “planteó (atacara México) varias veces, y finalmente le preguntó al atónito Secretario de Defensa, Mark Esper, si Estados Unidos podría realmente bombardear los laboratorios”.
Con Trump de regreso en el poder, México tendrá a unos Estados Unidos completamente impredecibles en su frontera. Y no será sólo Trump el que tenga ideas alocadas y tome acciones sorpresivas.
Ha recreado el Partido Republicano (que ya no es el partido internacionalista de Reagan y los Bush) en un nuevo partido nacionalista de extrema derecha, un partido de “sangre y tierra”. Su reelección bien podría marcar el comienzo de mayorías republicanas en ambas Cámaras del Congreso. Con ese tipo de resultado político, los peores instintos de Trump quedarían descontrolados.
Mientras amenaza el comercio global, también está apuntando a otra fuente crucial de divisas para México. Trump ha dicho que si es elegido, comenzará a gravar los enormes flujos de capital enviados por inmigrantes mexicanos a sus familias en México.
Sólo el año pasado, las remesas de Estados Unidos a México totalizaron unos 70 mil millones de dólares. Un impuesto a ese flujo de fondos tendría consecuencias nefastas para las familias mexicanas de ambos lados de la frontera y dañaría la economía mexicana.
No olvidemos nunca que cuando Trump lanzó su primera campaña presidencial en 2015, bajando dramáticamente por la escalera mecánica de la Torre Trump, fue muy claro sobre quiénes son “nosotros” y quiénes son “ellos”.
En ese discurso, su grito de guerra a los potenciales votantes, Trump fue clarísimo: “Cuando México envía a su gente, no está enviando a lo mejor… No los está enviando a ustedes. No los está enviando a ustedes.
Está enviando gente que tiene muchos problemas y trae esos problemas con nosotros. Trae drogas. Trae crimen. Son violadores. Y algunos, supongo, son buenas personas”.
Mensaje recibido. Donald Trump es un peligro para México.
El autor es empresario y analista político.
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