Las economías del mundo suelen aplicar un modelo de mayores tasas de interés para frenar el consumo y contener la inflación; sin embargo, la relación entre el encarecimiento del dinero y el aumento de precios es más profunda y depende del contexto de cada país. Revisa cómo funciona.

Conexión entre precios e interés

La mayoría de los economistas coinciden en que tasas de interés más altas conducen hacia una tasa de inflación más baja. Lo anterior, debido a que las tasas elevadas aumentan el costo del endeudamiento y reducen la demanda en toda la economía, lo que resulta en un exceso de oferta y menores precios a los consumidores.

La inflación y las tasas de interés tienden a moverse en la misma dirección, y una variable suele perseguir a la otra a medida que suben y bajan. La relación refleja los principios básicos de la oferta y la demanda.

De acuerdo con el economista estadounidense Frederic Mishkin, las tasas de interés más altas reducen la inflación a través de varios canales, entre ellos:

– El tipo de cambio
– El crédito
– El balance bancario

Un banco central que enfrenta la perspectiva de una inflación superior a su objetivo aumentaría las tasas de interés lo suficiente como para elevar el costo real (ajustado a la inflación) del endeudamiento, reduciendo así la demanda agregada y regresando la inflación al nivel deseado.

Una importante precisión

Jorge Reyes, director general adjunto de Índices de Precios del Instituto Nacional de Estadística (Inegi), hace una precisión: “cuando se dice que la inflación está bajando, como la inflación es una tasa de crecimiento, no un nivel, no significa que los precios estén bajando, sino que el crecimiento de los precios cada vez es menor, no el nivel”.

De este modo, hay que distinguir lo que es una tasa de crecimiento o una variación de precios y un nivel de precios. Cuando los analistas se refieren que “la inflación está bajando” significa que los precios siguen subiendo, pero a una tasa de crecimiento menor.

“Luego se confunden los consumidores y se preguntan: ‘¿cómo puede suceder que esté bajando la inflación si a mí, consumidor, tal producto me subió de precio?’. Y ambas cosas son ciertas, porque los precios suben, siguen subiendo, pero la tasa de crecimiento está bajando. Es real que el precio de algún bien suba, pero la inflación baja porque la tasa de crecimiento disminuye”, explica Reyes.

Con ello, el término desinflación se define como una desaceleración en el Índice de Precios, es decir, siguen creciendo, pero a un menor ritmo, mientras que la deflación implica tasas negativas en el Índice.

Acciones de bancos centrales y repercusiones

Los bancos centrales emplean las tasas de interés como su principal herramienta para contraatacar la inflación cuando ésta muestra una tendencia al alza. Con lo anterior resulta más costoso pedir dinero prestado, lo que significa que hay menos dinero en circulación. Como resultado, en teoría, la inflación vuelve a caer junto con la demanda.

El objetivo principal es sacar dinero de circulación, reduciendo así el costo de los bienes y servicios, y frenando la inflación. Retirar dinero de la economía es un método de batalla probado y comprobado en distintas economías; aun así, la relación entre la inflación y las tasas de interés es frágil. Si un banco central aplica un ajuste a los tipos de interés demasiado rápido podría afectar severamente la estabilidad de la economía.

Incrementar las tasas de interés frena el crecimiento económico de un país, ya que el crédito se encarece, lo que reduce el gasto de los consumidores y las empresas.

Como ejemplo, aumentar las tasas de interés puede impedirle a alguien comprar el auto nuevo que desea, ya que su financiamiento resultaría más caro frente a otros años. Las subidas a los tipos de interés también afectan a las deudas en las tarjetas de crédito y a las hipotecas: respecto a los plásticos, los consumidores podrían arrastrar un pasivo elevado si sólo aplican el pago mínimo y no liquidan su deuda en tiempo y forma, mientras que en cuanto a los préstamos hipotecarios, depende de si se tiene un contrato con tasa fija o variable.

El caso de México

Como los rápidos incrementos de precios significan costos económicos para la sociedad y son perjudiciales para el crecimiento económico, la política monetaria que apliquen los bancos centrales debe ser contundente.

Tal fue el caso en la economía nacional, cuando el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) trepó a una tasa de 8.70 por ciento anual en agosto de 2022, que significó la mayor inflación que enfrentaban los bolsillos de los mexicanos desde diciembre del año 2000.

Bajo ese panorama, el Banco de México (Banxico) aplicó un ciclo de endurecimiento monetario al llevar a su tasa de referencia desde 4 por ciento hasta dejarla en 11.25 por ciento, un nivel máximo desde que inició su estrategia de meta en la inflación en 2001.

En su última minuta del 8 de agosto, Banxico reconoció que su postura monetaria adoptada, así como una disipación de los choques derivados de la pandemia y del conflicto Ucrania-Rusia, han permitido un avance significativo en el proceso de desinflación en el País desde los momentos más álgidos del episodio inflacionario.

Fuentes: Inegi, FMI y New Mexico Bank & Trust
 
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