Sobrevivientes de la tormenta en Valencia, y en otros puntos, acusaron que el Gobierno no emitió advertencias por el temporal, lo que llevó a que muchos murieran atrapados en coches y en las plantas bajas de sus viviendas.

Momentos después de que las aguas torrenciales irrumpieran por la puerta de su casa, Mari Carmen Pérez recibió un mensaje de texto de alerta de las autoridades regionales españolas advirtiéndole sobre la posibilidad de inundaciones repentinas.
Para cuando el teléfono de Pérez vibró, el agua ya había inundado su cocina, sala y baño, obligando a ella y a su familia a huir hacia el piso superior.
La limpiadora de 56 años, del Barrio de la Torre en Valencia, sobrevivió. Pero al menos 158 personas murieron, según las cifras oficiales hasta la medianoche. Se prevé que el número de víctimas siga subiendo.
Muchos fallecieron atrapados en sus vehículos o en la planta baja de sus viviendas, cuando los cauces de los ríos alimentados por la tormenta rompieron sus orillas y arrasaron docenas de localidades en las afueras del sur de la ciudad de Valencia.

El enorme número de muertos, en las peores inundaciones en más de medio siglo, ha suscitado preguntas sobre cómo esto pudo suceder en un país de la Unión Europea (UE) que destaca en seguridad pública.
Al tiempo que los rescatistas continuaron ayer sacando cuerpos del barro y los escombros, también comenzó a crecer la ira entre las familias y amigos que lloran a los seres queridos perdidos, y muchos más cuyos medios de vida han sido destrozados por el diluvio.
Los pobladores salieron en busca de suministros básicos, con sus autos arruinados y las calles intransitables debido al barro y los escombros.
En Paiporta, localidad de 25 mil habitantes en la periferia sur de la ciudad de Valencia donde murieron más de 60 personas, no queda ningún “comercio en pie”.

“Necesitamos ayuda humanitaria con alimentos, con agua, porque no hay agua en las casas”, dijo David Romero, un músico de 27 años.
El Gobierno regional valenciano está siendo criticado por no enviar advertencias de inundación a los teléfonos móviles hasta las 20:00 horas del martes, cuando las inundaciones ya habían comenzado en algunos lugares y mucho después que la agencia nacional de meteorología emitiera una alerta roja indicando lluvias intensas.
“No pensaba vivir esto nunca”, declaró Eliu Sánchez, habitante de Sedaví, municipio de 10 mil habitantes devastado.
“Vimos a un joven que estaba en el descampado y se lo llevó la corriente. Estaba encima del coche, se ve que intentó saltar a otro, pero se lo llevó”.

Carlos Mazón, presidente regional de Valencia del Partido Popular conservador, defendió la gestión de la crisis de su Administración.
Afirmó que los supervisores se ajustaron al protocolo estándar coordinado por el Gobierno central de España.
El Ministerio del Interior dijo en un comunicado que las autoridades regionales son responsables de enviar alertas para advertir a la población sobre posibles inundaciones y otros desastres naturales.
Mazón también está bajo fuego por su anuncio a las 13:00 horas del martes de que el frente de tormenta perdería fuerza para las 18:00 horas. Ocurrió lo contrario.

Valencia, en la costa mediterránea de España, tiene un historial de tormentas otoñales que producen inundaciones, aunque de menor magnitud.
La agencia nacional de meteorología había alertado a las autoridades y a la población a través de su sitio web y redes sociales el domingo, dos días antes que ocurriera la tragedia, que había un 70 por ciento de posibilidades de lluvia torrencial para el martes.
La agencia luego emitió una alerta roja, el nivel más alto de advertencia, por mal tiempo tan temprano como a las 7:30 horas del martes, cuando ya se avecinaba el desastre.

Andreu Salom, Alcalde del pueblo valenciano de L’Alcudia, dijo a la cadena nacional RTVE que su pueblo perdió al menos a dos habitantes: una hija y su madre anciana que vivían juntas. La Policía seguía buscando a un camionero desaparecido.
Se quejó de que él y sus conciudadanos no tuvieron advertencia del desastre que ocurrió cuando el río Magro se desbordó.
“Yo mismo me dirigía a ver en ese momento el nivel del río, porque no tenía ninguna información, pero con la patrulla de la Policía local nos dirigíamos a comprobar el nivel del río, cuando tuvimos que dar media vuelta porque ya como un tsunami de agua, barro, cañas, suciedad, entraba ya dentro de la población”, contó Salom.