CON MUCHO CORAZÓN

❙ María Eugenia Vázquez (centro) con el cirujano Urías Puente y Araceli Jacobo Baca, coordinadora del Programa de Trasplante de Corazón de la UMAE 34.

“Hay un corazón para ti”.

Apenas recuerda cuando recibió esa noticia y María Eugenia Vázquez, de 52 años, es rebasada por la emoción.

Por su gravedad la ingresaron en octubre del año pasado a la lista de espera de un trasplante de corazón en Código Cero, un procedimiento que en México activan cuando un paciente está en riesgo inminente de muerte si no recibe pronto el órgano.

Su diagnostico era cardiomiopatía dilatada, una enfermedad que produce que el corazón se agrande. Ya llevaba dos meses internada en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Hospital de Cardiología No. 34 del IMSS.

Trabajó en el área de cocina de un restaurante de la Avenida Lincoln hasta que su condición se lo permitió. El padecimiento provoca insuficiencia cardíaca y las personas incluso ya no pueden ni caminar por la falta de aire.

“Me sentí muy feliz de que había un corazón para mí”, expresa María Eugenia, vecina de Salinas Victoria. 

“Teniendo un corazón bueno iba a ser feliz otra vez, y es como lo soy ahorita: soy feliz ya por mi corazón nuevo”.

Los familiares de un joven de 32 años que falleció en San Luis Potosí aceptaron donar el corazón.

El 10 de noviembre, casi a las 16:00 horas, aterrizó un helicóptero de Protección Civil del Estado frente a la UMAE 34 y bajaron médicos con una hielera que tenía el órgano, en una escena que eriza la piel de los testigos en una congestionada Avenida Lincoln.

“Gracias a esa persona yo estoy viviendo”, comenta María Eugenia.  

“Confío en mi Dios”, les decía a los doctores, “primeramente Dios voy a salir adelante otra vez: ahorita me siento ya cansada, pero primeramente Dios voy a salir adelante, tengo mucha fe”.

Desde hace 33 años está casada con Amisael Pérez Pérez, de 62 años, trabajador de la construcción y quien en este proceso no ha soltado la mano de su esposa.

“Es el mejor esposo porque él estuvo al pie de la letra conmigo; yo me empecé a enfermar y nunca me dejó sola”, dice.

“Es un privilegio tener a mi esposa de vuelta”, añade Amisael. “Dios le ha dado una nueva vida”.

Tienen dos hijos varones de 27 y 30 años, y una nieta de 7 años.

Ambos recalcan también la labor titánica del cuerpo médico.

En el 2024 hubo dos trasplantes de corazón en la UMAE 34.

María Eugenia recibió el segundo y es la paciente número 93 receptora de un corazón en la historia de este hospital de especialidades en Monterrey.

Araceli Jacobo Baca, coordinadora del Programa de Trasplante de Corazón de la UMAE 34, y Urías Puente, cirujano cardiovascular, destacan una característica muy importante en ella: sus ganas de vivir.

“Son pacientes que tienen muchos deseos de vivir y que te lo externan y que dicen: ‘Doctora, yo quiero vivir más, yo quiero, tengo el deseo’, y son pacientes que regularmente le echan más ganas en todo”, comparte Jacobo.

“Las cuestiones emocionales son muy importantes, la actitud con la que llegan, y eso mismo los hace cuidarse después”. 

Puente señala que, el caso de María Eugenia, tiene un lado excepcional por haber sido Código Cero, es decir, estar al límite de la muerte, y tener una rápida recuperación tras la cirugía.

La paciente fue dada de alta 18 días después de recibir el trasplante de corazón.

“Ya no me canso, no me duele nada”, comparte María Eugenia en una entrevista realizada hace unos días.

Está consciente de la gran oportunidad que tiene y eso la hace apreciar aquellas cosas que en la cotidianeidad de la vida se van olvidando.

“Valoro más la vida ahora. ¿Por qué? Porque no cualquiera lo logra, así dicen los doctores: no cualquiera logra la nueva vida que yo tengo ahorita”.

NUEVOS AIRES

❙ Silvestre Delgado con la doctora intensivista Patricia Peregrino (izq)  y Carmen Lozano, coordinadora del programa de trasplante pulmonar de la UMAE 34. 

Silvestre Delgado, de 64 años, abrió los ojos y se vio intubado. Habían pasado 26 horas de su operación de trasplante de pulmón izquierdo.

“No desperté nada más de la anestesia, sino que desperté a la vida”, dice este médico pediatra egresado de la UANL.

“Lo primero que dije fue: ‘Estoy vivo, gracias'”.

El 8 de octubre del año pasado lo operaron en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Hospital de Cardiología No. 34 del IMSS. Hubo un donador local, un hombre de 42 años que falleció en otro hospital de Monterrey.

Desde esa fecha, Silvestre cuenta cómo ya no es el mismo, y es que la vida le enseñó que, cuando la salud se pierde, no hay profesión ni dinero ni cosas materiales que valgan más que eso.

Fue diagnosticado con fibrosis pulmonar idiopática, una enfermedad crónica que causa la disminución progresiva de la función pulmonar.

Es originario de Monterrey, pero desde hace 35 años ejercía en Matamoros.

En diciembre del 2022 empezó con tos y falta de aire. Los síntomas evolucionaron, deteriorando su calidad de vida.

“Recibía muchos bebés de parto y cesárea, y recuerdo un 5 de diciembre del 2023 que asistí a un parto y el ginecólogo dijo: ‘Pónganle un banco al doctor, ya se cansó'”, recuerda. 

“Y fue cuando les dije: ‘Ya no puedo’. Desde esa vez ya no hago lo que me gusta”, añade y sus ojos se humedecen.  

Silvestre tiene tres hijos mayores que ya están casados y viven en Estados Unidos. Él vive con su esposa en la frontera tamaulipeca.

El Programa de Trasplante Pulmonar en la UMAE 34 es de reciente creación. Fueron el primer hospital del IMSS a nivel nacional en realizar una cirugía de este tipo en diciembre del 2022.

Con Silvestre van seis trasplantes de pulmón en estos dos años.

“En la Ciudad de México ya se habían intentado varios programas de trasplante pulmonar, pero como son muy complicados se tiende a parar los programas por resultados malos”, explica Carmen Lozano, neumóloga y coordinadora del Programa de Trasplante Pulmonar. 

“Como la tecnología médica ha progresado, la institución comenzó a adiestrarnos en el programa, pero estamos viviendo el inicio de un programa, entonces no es fácil, porque no hay mucha historia de trasplante pulmonar en México”.

Silvestre fue dado el alta el 23 de octubre. De no haberse realizado este trasplante su pronóstico de vida era menor a dos años.

El 20 de noviembre celebraron en casa su cumpleaños 64 con una temática de cuidados intensivos. Todos traían trajes quirúrgicos.

Patricia Peregrino es médica intensivista del Programa de Trasplante Pulmonar y destaca que su evolución fue muy rápida en comparación con otros pacientes. 

“Es un proceso muy difícil, muy complicado, pero en el caso de él nos ayudó demasiado que llegó con muy buena actitud y con todas las ganas de salir adelante”, dice Peregrino. 

“Entonces eso en terapia intensiva, después de que los pacientes salen de una cirugía, nos ayuda bastante, que ellos lleguen con el deseo de recuperarse”.

– ¿Cómo se recuerda que era antes?, se le pregunta a Silvestre. 

“Como toda persona que está bien de salud: tengo una buena profesión, soy pediatra, vivo en una ciudad hermosa para dar trabajo, económicamente estaba bien, estoy bien, y eso te da como un espíritu y un estatus y a lo mejor te sientes un poquito más superior que muchas personas”, reflexiona el pediatra.

“Mi perspectiva de vida ha cambiado: creo que soy más humano que antes y soy más agradecido con la vida, con el personal médico de todas partes de aquí de México”.

Silvestre comparte que ha aprendido a vivir el presente y a valorar más las cuestiones no materiales como la compañía y el amor de quienes le rodean. Es hasta consciente de su respiración.

“Escuchamos que dicen: ‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde'”, expresa.

“Y nosotros tenemos la respiración automática, no pensamos que la tenemos, pero cuando nos hace falta, como a mí me hizo falta y como ha de haber pacientes igual, es tan terrible perder la respiración y no le ponemos atención”.