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TOKIO, JAPÓN
A UN PASO DEL DETALLE
Tras admirar los diversos y coloridos rostros de esta ajetreada urbe, hay que caminar, a ritmo lento, para descubrir sus íntimos rincones
PATRICIA MIRANDA / ENVIADA
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Estación de Tokio. Cortesía JNTO
Titán de la tecnología, el orden y la cortesía, Tokio es tan inabarcable como atractiva. A primera vista, la capital del País del Sol Naciente, puede abrumar e incluso intimidar al turista, pero el viajero que persigue la minucia se tomará el tiempo de deambular por algunas de sus zonas y pronto notará que se halla en una de las metrópolis más fascinantes del planeta.
Al caminar de mañana por el distrito financiero de Marunouchi, coincidirá con algunos hombres ataviados con trajes oscuros e impolutas camisas blancas. Se trata de los “sarariman”, a quienes se les llama así debido a la deformación fonética de salary man (hombres asalariados) que se dirigen a cumplir –a paso firme– con extenuantes jornadas de trabajo.
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Ginza. Cortesía JNTO
A tiro de piedra de esta zona de negocios se encuentra Ginza, palpitante distrito de compras que incita a practicar el window shopping con los lujosos escaparates de firmas como Prada, Dior y Cartier, por citar una tríada. También destacan el Nissan Crossing, showroom del gigante automotriz japonés; Matsuya y Mitsukoshi, un par de icónicos centros comerciales; y joyas como Itoya, stationary store de varios pisos en la que los amantes de la papelería enloquecerán con las libretas, papeles para hacer origami, plumas y otros utensilios que denotan el culto que los japoneses tienen por el diseño y la caligrafía.
Otra opción que el viajero tiene para tomarle el pulso a esta megalópolis se halla en el Cruce de Shibuya, ubicado afuera de la estación homónima. Más que un concurrido paso de cebra en diagonal, el Scramble Kousaten es el escenario donde lugareños y extranjeros convergen –por unos instantes y sin ensayo previo– en una sincronizada coreografía.
Tras cruzarlo, también vale la pena verlo desde el Shibuya Sky. Además de las vistas 360 grados de la ciudad que ofrece este spot ubicado en el rascacielos Shibuya Scramble Square, también impactan los jóvenes que, con interesantes looks, se toman fotos para sus redes sociales.
Los turistas, por su parte, no se van de la zona sin posar junto a la estatua de Hachiko, el perro de raza akita que esperó fielmente a su finado amo durante años afuera de la estación. Miente quien diga que no se conmovió con esta historia que se hizo famosa en la película “Siempre a tu lado”, protagonizada por Richard Gere.
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Shibuya Sky. Patricia Miranda
A pesar del ajetreo que se percibe en la que es una de las ciudades más pobladas del mundo hay jardines así como espacios llenos de espiritualidad y Meiji Jingu, santuario sintoísta abrazado por la naturaleza, es uno de ellos.
Luego de hacer una reverencia al cruzar un gran torii –arco japonés que divide el espacio profano del sagrado–, un sendero conduce hasta una especie de pared levantada con barricas de sake decoradas; en el sitio también es posible ver deseos escritos en tablillas de madera y ceremonias de familias japonesas.
Muy cerca de este oasis se halla la calle peatonal Takeshita-Dori o Takeshita Street, compendio de lo que encierra el distrito de Harajuku. Por ahí están las lolitas góticas, con sus atuendos victorianos; las fairy kei, y su ropa en tonos pastel o las dolly kei, vestidas como muñequitas. También abundan las tiendas que venden instagrameables crepas y un sinfín de accesorios kawaii.
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Templo budista Sensoji, Asakusa. Patricia Miranda
Para un paseo menos alternativo y más tradicional está el barrio de Asakusa, donde miles de visitantes asisten para conocer el templo budista Sensoji y adquirir kimonos, abanicos, palillos y cuanta fascinante mercancía venden por ahí.
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Kabukicho. Patricia Miranda
Al caer la noche, en los izakayas (tabernas japonesas) del distrito de Yurakucho –cercano a la Tokyo Station– el viajero se vuelve a mezclar con los “sarariman”, a quienes, ya más relajados y con corbata desanudada, se les oye decir kanpai (¡salud!).
Inexcusable es andar por el distrito de Shinjuku y dejarse encandilar por las luces de neón que visten los edificios, especialmente en Kabukicho, el llamado barrio rojo donde karaokes, salas de pachinko (juego), hoteles del amor y hasta una gigantesca cabeza de Godzilla compiten por acaparar la atención.
El viajero curioso que logre evadir el bullicio y deambule por la zona hallará el famoso Omoide Yokocho o Callejón de los Recuerdos, plagado de localitos especializados en yakitori (brochetas de pollo a la parrilla). O bien, el enigmático Golden Gai, conjunto de estrechas calles que a la luz de discretos faroles rememoran al Tokio de antaño. Los bares que hay en cada yokocho (callejón) son tan diminutos que apenas cabe media docena de parroquianos –incluido el propietario– quien también sirve tragos y comida caliente, pone música y contesta con interés a quien le pregunte algo.
Muy cerca de ahí, el viajero que decide dar unos pasos más, ya entrada la noche, se topa con otro gran detalle: el Santuario Hanazono que –se dice– está dedicado al éxito laboral, especialmente en lo relacionado con el entretenimiento y las artes.
EL SUTIL ARTE DE LA HOSPITALIDAD
Un par de estadías que consienten con grandes experiencias a quienes visitan una de las capitales más dinámicas del orbe.
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Vista desde el Four Seasons Hotel Tokyo at Otemachi. Cortesía Four Seasons
Hallar un sitio de hospedaje que esté a la altura de una de las capitales más atractivas del planeta puede resultar una tarea titánica. Sin embargo, la ardua búsqueda se aligera cuando un par de opciones, además de contar con buena ubicación, tienen como común denominador: panorámicas de envidia, confortables habitaciones, un refinado trato y exquisita gastronomía.
Por un lado, en pleno corazón del centro financiero, se encuentra el Four Seasons Hotel Tokyo at Otemachi. Sus cómodas habitaciones, restaurantes y spa están ubicados en los pisos superiores de una emblemática torre de la zona.
Desde cualquiera de sus ventanales se obtienen envidiables vistas de la ciudad. Sin embargo, el huésped que ahí arriba, no sabe si fotografiar el tan acogedor lobby –siempre vestido por
expertos floristas– o dirigir su mirada al Palacio Imperial –que destaca a lo lejos– rodeado de vegetación… más tarde habrá que ir a caminar por sus alrededores y obtener desde ahí otra panorámica de esta elegante área.
Hasta aquí llegan viajeros de negocios deseosos de inyectar placer a sus travesías, así que las necesidades requeridas por el bleisure travel no sólo se cumplen sino que son complementadas con experiencias culturales y gastronómicas que le ponen el sazón nipón a la visita.
Precisamente, por esto último, el resort consentirá a los gourmands con sus refinados centros de consumo como: Pigneto, VIRTÙ, THE LOUNGE y Est, el restaurante de cocina francesa con estrella Michelin a cargo del chef Guillaume Bracaval.
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Una habitación con vista. Cortesía Four Seasons Hotel Tokyo at Otemachi.
Por su parte, el Four Seasons Hotel Tokyo at Marunouchi es una buena opción para quienes desean combinar sus viajes de trabajo, al estar ubicado en el pleno distrito financiero de Tokio; así como para quienes viajen en plan familiar, debido a que está muy cerca de atractivas áreas de compras como Ginza y a tiro de piedra de la tan concurrida como multifacética Tokyo Station.
Imposible correr las cortinas en las habitaciones cuya vista regala la maravilla de ver e imaginar los mil y un sueños que van a bordo del famoso shinkansen (tren bala).
Si bien el resort está rodeado de imperdibles opciones gastronómicas
del chef Daniel Calvert en SÉZANNE, sitio que presume tres estrellas Michelin; por ello, se recomienda reservar, al menos, con tres meses de antelación.
Sobra decir que tanto en el resort de Otemachi como en el de Marunouchi, los tratamientos de spa hacen uso de técnicas e ingredientes y están tan bien ejecutados que alcanzan el nivel de rituales. De igual forma, en ambas estadías, la hora del té regala actos dignos de presenciarse: elegantes chicas japonesas acuden a tomar la legendaria bebida y degustar bocadillos tan deliciosos como fotografiables… la escena que regalan a los viajeros es sutil y adorable.
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Delicias en el Four Seasons Hotel Tokyo at Marunouchi. Cortesía Four Seasons
GUÍA PRÁCTICA
En nuestra experiencia. Volamos desde la Ciudad de México con Air Canada al Aeropuerto de Narita, en Japón, haciendo una escala en Vancouver. Tanto la gastronomía como el entretenimiento a bordo te transporta a ese destino de oriente, incluso antes de aterrizar.
Otras opciones. Aeroméxico y ANA (All Nippon Airways) cuentan con vuelos directos a este destino.
Para saber. La moneda es el yen y, si bien las tarjetas son mayoritariamente aceptadas, conviene llevar efectivo para pagar en comercios pequeños. Los ciudadanos mexicanos no requieren visa para entrar a ese país.
Cuándo ir. Los cerezos florecen entre finales de marzo y principios de abril.
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Sakuras. Patricia Miranda
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Team Lab Planets Tokio. Patricia Miranda
No te vayas sin… Ir al TeamLab Planets Tokio, espacio en el que la ciencia y la tecnología se conjugan para crear experiencias inmersivas.
Idioma. Japonés, aunque el inglés se entiende en hoteles y algunos nutridos sitios turísticos. Además, los japoneses suelen ser muy amables con el turista y harán todo lo posible por ayudarlos.
Vocabulario básico. Hola: Kon’nichi wa / Sí: Hai / Gracias: Arigato / Por favor: Onegai shimasu / Yo soy___: Watashi wa ___ desu.
Lectura de vuelo. “Después el Banquete”, de Yukio Mishima o “El Japón de Murakami”, de Carlos Rubio.
Para que descargar en tu gadget y ver a bordo del avión: “Perdidos en Tokio”, de Sofía Coppola o la serie “Alice in Borderland”.
Qué comprar. Artículos de papelería en Itoya; souvenirs en los almacenes Don Quijote (Donki); maletas a buen precio, en las tiendas que están bajo la estación de Tokio y artículos locales en las socorridas konbini (tiendas de conveniencia).
Qué probar. Sushi en una genuina barra como Ginza Sushikoh, ramen en Soranoiro Nippon, una de las joyas de Tokyo Ramen Street, dentro de Tokio Station.
Toma nota…
– Si viajas por negocios, debes saber que el Ojigi (intercambio de tarjetas de presentación) es todo un ritual. Hay que entregarlas y recibirlas con ambas manos, inclinándose ligeramente.
– No es bien visto dejar propinas.
– En los restaurantes, a bordo del metro o tren y en los elevadores, la gente procura hablar en voz baja.
– Adquiere la tarjeta de prepago Suica que te permite utilizar la mayoría de los transportes públicos.
– Lleva una bolsita para hacerte responsable de la basura que generes, no hay botes en las calles ni es bien visto comer mientras andas por ellas.
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Ramen. Patricia Miranda
Más inspiración
UN VISTAZO MÁS
Cada vez son más los viajeros mexicanos que van a la capital japonesa a practicar turismo cultural, gastronómico y de compras.
Vale la pena pasear por el distrito de Shinjuku y dejarse encandilar por las luces de neón que visten los edificios, especialmente en Kabukicho, el llamado barrio rojo donde karaokes, salas de pachinko (juego), hoteles del amor y hasta una gigantesca cabeza de Godzilla compiten por acaparar la atención.
Asakusa es la zona más tradicional, ahí miles de visitantes asisten para conocer el templo budista Senso-ji y adquirir kimonos, abanicos, palillos y cuanta fascinante mercancía venden por las tiendas aledañas.
Bajo la concurrida Tokyo Station (Estación de Tokio) hay un fascinante mundo subterráneo plagado de tiendas para comprar y locales para comer.
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Información y Edición: Patricia Miranda
Diseño: Staff
Imágenes: Cortesía Organización Nacional de Turismo de Japón JNTO / Four Seasons Japan Collection
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