EL ‘MAESTRO CHIDO’

Cada ciclo escolar, el profesor Carlos Alberto Rodríguez González transforma el salón de clases en la Primaria “Centenario de la Revolución Mexicana”, en Juárez, en un lugar especial para sus estudiantes.

Ha decorado sus aulas en verdaderas atmósferas. Se ha inspirado en “Mario Bros”, “Bob Esponja” y Parque Jurásico. El año pasado se lució con una ambientación de la NASA y, en el presente, la temática es la película Intensamente.

Este maestro de 37 años de edad es más conocido como “El profe chido”, como le empezaron a llamar sus alumnos y como ahora se identifica en sus redes sociales, en las que tiene miles de seguidores, a quienes comparte experiencias, tips como maestro y, claro, memes.

Su canal de YouTube registra más de 27 mil suscriptores y en TikTok más de 132 mil seguidores.

La preocupación por aprovechar la tecnología para acercarse y motivar a sus alumnos surgió, como en muchos docentes, durante la pandemia, pero con los años la ha convertido en un estilo de enseñanza.

Además de integrar herramientas como los sets de Lego Education, recientemente gestionó el equipamiento de un aula interactiva de su escuela, con una amplia pantalla táctil de casi 100 pulgadas, en la que diseña actividades pedagógicas con las que sus alumnos aprenden mientras se divierten.

Esta infraestructura tecnológica se logró con el apoyo de la dirección de su escuela, del Gobierno municipal, padres de familia y de empresas tecnológicas como ViewSonic y TOMi.

“Es la única escuela en México que tiene esta pantalla”, aseguró “El profe chido”.

En la Normal, una profesora cuestionó sus aptitudes como maestro, contó Carlos cuando fue candidato a “Docente STEM+”, con comentarios que, lejos de desanimarlo, lo motivaron para demostrar su potencial.

“Nuestros alumnos tienen una niñez: hagámosla memorable”, es su lema.

AMOR POR LAS CIENCIAS

Después de competir y ganar reconocimientos en justas de robótica desde los 12 años, Imelda Gómez González Pico decidió a los 17 que era momento de compartir su experiencia con otros niños.

Como buena emprendedora comenzó su propio proyecto educativo en la cochera de su casa, donde daba clases de programación y robótica a chicos de su colonia, en Santa Catarina.

Actualmente tiene 19 años y es estudiante de mecatrónica en la UDEM, a donde ingresó con la beca de Formar para Transformar, y a cuyas instalaciones trasladó el trabajo de su pequeña escuela a la que nombró “Programando Oportunidades”.

“Este proyecto social lo fundé para compartir todo lo que es STEM: las ciencias, las tecnologías, las ingenierías, matemáticas, todo este amor por las ciencias en los niños de mi comunidad”, contó Imelda.

Cada sábado trabaja con niños de los 12 a los 17 años, a quienes al mismo tiempo que entrena en competencias STEM, les ayuda a desarrollar habilidades de trabajo en equipo, comunicación y creatividad.

“A los niños no les digo que me digan ‘maestra’, porque no he estudiado pedagogía (solo un curso en Coursera, apunta), pero sí es cierto que como coach estoy enseñando lo que conozco”, señaló.

“Saber que puedo ser esa influencia positiva para otros es muy valioso, porque para mí el STEM va más allá de enseñar solamente habilidades técnicas como programar.

“Se trata de empoderar a los niños y animarlos a que puedan tener oportunidades como las que yo tuve”.

MENTORA SOÑADORA

América Díaz Ramírez da clases de física y tecnologías en la Secundaria No. 7 Centenario de la Revolución Mexicana, en Juárez. No es una docente que tenga una base laboral. En realidad, tampoco es maestra de profesión. Estudió licenciatura en administración de empresas.

Sin embargo, la capacidad de esta maestra de 30 años de edad para transmitir a sus estudiantes la visión de que otro futuro es posible es digna de un guion de película.

El club de robótica del que ella se hizo cargo -y que es adicional a su carga académica-, comenzó como un débil rival en competencias locales hasta ser hoy el invitado mexicano a un internacional de First Lego League en Long Beach, California.

Un logro nada fácil, no sólo por la falta de recursos económicos para acudir a competencias de este nivel, sino porque cuando los chicos provienen de un sector de alta marginación social y económica, el verdadero reto es hacerles ver que son capaces de competir en cualquier parte del mundo.

En el primer torneo no les fue bien, pero en el segundo, llegaron a la CDMX, y allá lograron el pase a una competencia internacional. En esa ocasión, América también recibió el reconocimiento a la mentora del certamen.

“Yo soy muy soñadora y es algo que he tratado de inculcar a los niños”, aseveró la también madre de familia. “Siempre les digo que soñemos en grande, que nos creamos lo que somos y que creamos que podemos hacer un buen papel.

“Ellos iban (al nacional) con muy bajas expectativas y me decían, ‘Maestra, ¿cómo voy a llegar a hacer algo?’, pero siempre les digo: ‘Vamos a divertirnos, esto es un juego, vas a divertirte. Vas a una experiencia. Y todo lo que pasa ya es aprendizaje’”.