
Como una gran persona, cariñosa, excelente esposo, papá y abuelo y muy querido por sus amigos, así recuerdan a Alfredo Sámano Zabala tras su sensible fallecimiento, a los 83 años de edad.
Nació en la Villacarriedo, Cantabria, el 6 de febrero de 1942. Fue hijo de Alfredo Sámano y Milagros Zabala, con quienes vivió una infancia feliz con sus hermanos, Antonia, Manuel, Ricardo y Emeterio.
Al lado de su familia, fue inmigrante de la primera generación de España en México. Dejó su país de origen y, desde temprana edad, supo el valor del trabajo al vender chiles en La Merced. Después, él y sus hermanos construyeron, a base de esfuerzo, un negocio de ferreterías, el cual les permitió que nunca les faltara nada a los suyos.
En su juventud, conoció al amor de su vida, Clara Eugenia Fernández, en el Casino Español, matrimonio que fortalecieron por 53 años y con el que fue un ejemplo para su descendencia, Clara Eugenia, María, Alfredo y Beatriz.

Alfredo Sámano Zabala junto a su esposa, Clara Eugenia Fernández; sus hijos, Alfredo, María, Beatriz y Clara Eugenia Sámano, y sus 12 nietos, durante el cumpleaños de Carlota y Beatriz Vejarano Sámano.

Alfredo Sámano Zabala con su nieta, Carlota Vejarano Sámano

Junto a sus hijas, Beatriz, Clara Eugenia y María Sámano
Agradecemos que sea tan difícil extrañarlo, ya que eso nos demuestra la gran persona que fue y el impacto que tuvo en cada uno de nosotros. ‘Freduco’ siempre será un ser de luz y todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo fueron muy afortunados”. Beatriz Sámano, hija de Alfredo Sámano Zabala

La carpintería fue uno de sus hobbies.
Quienes lo conocieron, lo describen como una persona trabajadora, que amaba la carpintera y coleccionaba navajas. Otras de sus grandes pasiones que lo caracterizaban era su fe y apego a la Virgen, a quien le daba gracias por todo lo que tenía.
“Freduco”, como le llamaban de cariño, fue una persona que en todo momento buscaba detalles para dar. Contaba muchos chistes y cantaba canciones que él se inventaba, siempre transmitiendo mucha felicidad.
La honestidad, responsabilidad y ética fueron sólo algunos de los valores que transmitió a sus hijos y a sus 12 nietos, Alejandro, Alfredo, Alonso, Clara Eugenia, Beatriz, María, Álvaro, Isabel, Beatriz, Alfredo, Borja y Carlota.




Sonia Paredes
Fotos: Cortesía
Editor: Adriana Ramírez Bustamante