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Un jaguar y un águila ayudaron a los dioses a crear el Sol y la Luna, según uno de los mitos prehispánicos sobre la creación del mundo. Así de importantes eran los animales para los pueblos de aquella época, que consideraban sagradas a algunas especies de fauna.

A 500 años de la resistencia indígena y la toma de México-Tenochtitlan, conoce cinco animales del País que fueron reverenciados por distintas culturas que los asociaban con las artes, la sabiduría y la muerte, entre otros conceptos.

Jaguar

Semarnat

El jaguar, conocido como el señor de la selva, era uno de los animales más importantes en la cosmovisión prehispánica porque simbolizaba la noche. Era el nahual por excelencia de las personas más ilustres, como gobernantes y sacerdotes.

Se creía que un nahual era un mago capaz de transformarse en otro ser. Podía hacer el bien o el mal, pues era sabio y adivino con el poder de auxiliar a sus semejantes, desencadenar la lluvia y repeler el granizo, pero también podían seducir, turbar y lanzar conjuros a la gente.

Tezcatlipoca, uno de los dioses supremos del mundo náhuatl, fue desplazado por Quetzalcóalt en uno de los mitos sobre la creación del primer Sol. Entonces, se convirtió en un jaguar asociado con la noche.

Águila

Semarnat

Al estar relacionada con el Sol, el águila es la contraparte del jaguar en uno de los mitos de creación del mundo: en Teotihuacán, lugar donde se crearon el Sol y la Luna, el ave atravesó la hoguera donde se sacrificaron los dioses para convertirse en astros.

Algunas partes de sus plumas se quemaron, por eso son blancas con negro. Los guerreros águila, junto con los guerreros jaguar, era una de las corporaciones más destacadas del ejército mexica.

La escena del águila posada sobre un nopal mientras sostiene una víbora de cascabel que aparece en el Escudo Nacional simboliza el triunfo del Sol sobre la Tierra. Es una metáfora de la invasión de los pueblos nómadas del norte liderados por el Huitzilopochtli, el dios águila, sobre las comunidades agrícolas de Mesoamérica bajo el cuidado de Quetzalcóatl, el dios serpiente.

Serpiente

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La serpiente fue uno de los animales de mayor importancia en Mesoamérica por su complejidad simbólica. En los códices, destacan la de cascabel y los coralillos, que solían ser parte de la vestimenta de muchos dioses, como Coatlicue, la madre de Huitzilopochtli.

Quetzalcóatl, el dios creador de las personas, era conocido como la serpiente emplumada. Fue una deidad común entre diversas civilizaciones mesoamericanas porque fue él quien les entregó el maíz y el pulque.

En la cultura maya, estuvo presente como Kukulkan, la serpiente quetzal que creó el cielo y estaba asociada con el viento, la lluvia y el agua.

Coyote

Sedema

Huehuecóyotl, un dios de las artes, la música y la danza ceremonial, era conocido como “coyote viejo”. Se representó como un coyote bailando con manos y pies de humanos. Era una deidad que disfrutada de las fiestas e incluso instigaba guerras entre pueblos para aliviar su aburrimiento.

Se trataba de un dios de los otomíes, cultura que aún lo mantiene en su panteón de deidades. Su vínculo con la música y las danzas se debe a que se creía que los dones musicales sin duda los poseía este can.

Cuentos de los nahuas, chichimecas, triquis, zapotecos y pápagos de la actualidad suelen presentar al coyote como un músico que toca el tambor, el violín, la guitarra o que canta.

Perro

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Los perros destacaron en la vida de las personas desde la época prehispánica: eran animales de compañía y alimento sagrado en ceremonias en las que eran sacrificados al extraer su corazón.

Una raza nativa de los nahuas era la de los xoloitzcuintles o “perros pelones”, que podían llevar almas hacia el inframundo. Tras la muerte de una persona, se sacrificaba a su can porque se pensaba que guiaría a su tutor por los difíciles caminos del más allá.

Su nombre proviene de la palabra “xolo”, que significa “deformidad” o “monstruosidad” porque eran considerados anormales. El gemelo de Quetzalcóatl era Xólotl, un dios relacionado con la muerte, la oscuridad y el inframundo. También era el patrón de los brujos y deidad del juego de pelota.