Es la melancolía de esa alegría con la pelota en la niñez la que me hace sentir que me podrá dejar de gustar el fútbol profesional. Y la otra tristeza, más profunda y desoladora, es la que está “acostumbrada-amaestrada” a la violencia que existe desde… ¿hace cuánto?
Una tragedia lo sucedido en Querétaro. Condeno los acontecimientos y hago un llamado por la paz, la unión, el amor y una sociedad que camine de la mano y junta. Las diferencias y polarización no son buenas semillas para un México más próspero y unido. Que el amor sea nuestro eje.
Esto va más allá de fútbol y de si su afición es polarizante y/o violenta en estadios de México. La normalización de la violencia rebasando cualquier límite. Noticia internacional. Y ni una sola declaración de quien se supone vela por la seguridad del país. Todo está relacionado.