Para celebrar sus 50 años de vida, Miriam Galindo organizó, con ayuda de su familia, una celebración a la que convocó
cerca de 100 personas.
De esta manera y con el fin de que hacerlo aún más especial, decidió realizarlo en el Palacio Metropolitano, en el Centro Histórico de la Ciudad, mismo que se acopló al deseo que tenía de, por una noche, sentirse como una reina.
“Es una fecha muy importante para mí porque marca un antes y después en mi recorrido; estoy agradecida de poderlo compartir con mis seres más queridos, pero, sobre todo, de tener salud y estar acompañada”, expresó la anfitriona.
“Todos los días he estado apapachada con llamadas y mensajes, considero que el amor se manifiesta de muchas formas y el camino hasta el día de hoy es una de ellas”.
“Quería que lo hiciéramos en un sitio antiguo porque es algo que me gusta, como en un palacio para una reina”.
MIRIAM GALINDO, cumpleañera

“Es hermoso este lugar, ella invitó a sus amigos más queridos y está muy contenta, eso es lo principal”.
ANDRÉS SIMG, esposo

Antes de disfrutar de la cena, los invitados convivieron alrededor de una hora entre charlas y felicitaciones, mientras probaban una variedad de cocteles como brisa marina, margarita de fresa, mojitos o caballitos de tequila.
Reunidos en el Salón Francés del recinto histórico, los asistentes se dejaron deslumbrar por los antiquísimos detalles del sitio, el cual entre luces de candelabros, acabados color oro y una vista a las calles de la Ciudad envolvió a todos en un distinguido ambiente.
“Quedó precioso, yo no lo conocía, pero me parece muy ad hoc a su persona, refleja mucho lo que ella quería, con la idea de ser una reina o princesa, todo está espectacular, yo la veo muy contenta, y eso creo que es lo que más importa”, destacó la hija de la festejada, Valeria Simg.


“Han sido muy generosos Miriam y Andrés conmigo y mis hijos; son mis hermanos, los quiero mucho y por eso era importante venir; le deseo 50 más”.
JULIO BRACHO, actor
Tras múltiples felicitaciones y acompañados por los Simg Galindo, los presentes se trasladaron a otro espacio de la edificación conocido por el nombre del Salón de los Espejos, donde probaron un menú de tres tiempos.