Desde el domingo 31 de enero, la Fiscalía General de la República tuvo la certeza de que Mario Marín estaba oculto en la casa de su hermana Alicia, en la Calle Citlaltepec, en la Colonia Cumbres de Figueroa, en Acapulco.
Ese día, los fiscales federales solicitaron la orden judicial para catear el inmueble y montaron una vigilancia encubierta en sus inmediaciones para que el objetivo no tuviera escapatoria.
POCOS LO SABÍAN
A los agentes de operaciones de la Agencia de Investigación Criminal que participarían en la acción también les pidieron sus teléfonos desde ese momento para evitar fugas de información.
Antes de entrar a la casa, los únicos que sabían quién era el blanco del operativo eran eran unos cuantos mandos y oficiales de Policía que desde la Ciudad de México habían seguido la pista del “Góber precioso”. Desde principios de enero, ya habían vigilado otros inmuebles.
Los elementos de operaciones especiales aseguraron al ex Gobernador de Puebla sin resistencia alguna y lo esposaron. Marín vestía una playera azul claro tipo polo, pantalón de mezclilla y unos zapatos tenis grises.
"Hasta el momento en que catearon la casa, los agentes se enteraron quién era la persona buscada. El señor estaba temblando de miedo, pero no dijo nada",
dijo un funcionario federal conocedor de los hechos.
El ex Mandatario poblano fue trasladado a la subsede de la Fiscalía en el puerto, donde pidió hacer una llamada telefónica, y poco después al Aeropuerto Internacional de Acapulco, donde abordó el avión que lo llevó a Cancún.
A más tardar el próximo miércoles, un juez federal determinará si le dicta la formal prisión por las torturas que presuntamente sufrió en 2005 la periodista Lydia Cacho, a manos de agentes de la Policía de Puebla.
Información: Abel Barajas