El rostro de “El Chueco”, con el ceño fruncido y un agudo bigote, llegó hasta las pantallas y las portadas de los principales medios de comunicación tras ser identificado como el presunto criminal detrás del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, así como del guía turístico Pedro Palma, en la iglesia de la comunidad de Cerocahui, en Urique, el 20 de junio de 2022.
Pero para entonces, el historial de crímenes cometidos por “El Chueco” ya tenía asolado el corazón de la Sierra Tarahumara.
EL HISTORIAL
Nació en 1992 en Batopilas, Chihuahua, pero residía en Bahuichivo, Urique.
Según información de autoridades, le decían “El Chueco” porque tenía una deformación en una pierna, una más corta que la otra.
“El Chueco” era lugarteniente de un grupo delictivo al servicio de “Los Salazar”, una célula asociada al Cártel de Sinaloa que opera desde la década de los 90.
Junto con una veintena de personas, “El Chueco” controlaba la siembra y trasiego de drogas en la Sierra Tarahumara, y todo lo que se consumía ahí, desde la venta de cerveza, las frituras y hasta el pan dulce. Él decidía marcas, horarios y porcentajes. También pedía cuotas a los comerciantes.
Pero sus crímenes iban más a allá de las extorsiones.
LOS CRÍMENES
José Noriel Portillo era buscado por las autoridades estatales y federales por lo menos desde 2017, después de que, según las indagatorias, ordenó un ataque a las instalaciones de la Agencia Estatal de Investigaciones en el Municipio de Urique, con saldo de un elemento lesionado.
El profesor estadounidense Patrick Braxton-Andrew fue asesinado a balazos en Urique luego que, según las autoridades, fue confundido por “El Chueco” y su banda con un agente de la agencia antidrogas DEA en 2018.
Al año siguiente, “El Chueco” fue responsabilizado de haber ordenado el secuestro y homicidio del activista Cruz Soto Caraveo, integrante del Colectivo de Familias Desplazadas Forzadamente de la Sierra Tarahumara.
Soto fue encontrado sin vida el 19 de octubre de 2019, a seis días de que fue denunciada su desaparición en la comunidad de Los Llanos, Municipio de Guazapares, tras haber asistido a una reunión con autoridades locales.
El 20 de junio de 2022, en medio de una borrachera luego de haber cometido el brutal asesinato del ampáyer de un equipo de beisbol, ardió en cólera cuando el guía turístico Pedro Palma le pidió moderar su festejo en el hotel Misión Cerocahui.
Lo que derivó en el asesinato de Palma y de los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, quienes intentaron proteger al guía mientras intentaba refugiarse en su iglesia.
También se le relaciona con la desaparición de tres zacatecanos que vendían enseres domésticos en la Sierra Tarahumara y de quienes no se sabe nada desde octubre de 2019.
SU MUERTE
El Fiscal General del Estado de Chihuahua, César Jáuregui, informó que una mujer de nombre Diana Carolina Portillo lo identificó como su hermano.
Sin embargo, Jáuregui precisó que hasta que no se corrobore con las pruebas de ADN que el cuerpo corresponde a “El Chueco” se podrá confirmar.
En conferencia de prensa en la Ciudad de Chihuahua, el Fiscal indicó que el cuerpo presentaba sólo una herida de bala en la cabeza de las armas conocidas como R-15, aunque en la escena fueron localizados 16 cartuchos percutidos.
De acuerdo con Jáuregui, el cuerpo fue hallado ayer, unas 24 horas después de haber recibido el disparo en la nuca.
El cuerpo se encuentra en la ciudad de Los Mochis, a donde se trasladó personal de la Agencia Estatal de Investigación, así como personal de inteligencia militar para corroborar que se trata de “El Chueco”.
“El sujeto tiene un balazo en la cabeza”, precisó Jáuregui.
“Familiares lo reconocen, pero no es suficiente”, recalcó.
Cuestionado sobre el modo en que fue asesinado, Jáuregui refirió que la investigación corresponde a la FGE de Sinaloa, pero hasta donde se le ha informado, no hubo reportes de algún tiroteo.
'NO ES UN TRIUNFO'
La Compañía de Jesús, a la que pertenecían los dos religiosos asesinados, afirmaron que la muerte de “El Chueco” no representa ningún triunfo para la justicia ni como una solución al problema estructural de violencia en la Sierra Tarahumara.
“Este desenlace, de confirmarse, no es el que esperábamos ni es por el que trabajamos”, añadió.
La organización religiosa lamentó la muerte del presunto culpable y cada una de las personas asesinadas en México, a la vez que reprochó la difusión de las imágenes sobre el hallazgo del cuerpo.
“La ausencia de un proceso legal conforme a derecho con relación a los homicidios implicaría un fracaso del Estado mexicano frente a sus deberes básicos y confirmaría que en la región las autoridades no detentan el control territorial”, acusó.