
Mac & Cheese
Estados Unidos

Un clásico de las cocinas estadounidenses, pero es el libro italiano “Liber de Coquina” –escrito en el siglo 13–, donde se documenta la primera receta que refiere al plato.
Llegó para quedarse en Estados Unidos gracias a los antojos nada menos que de Thomas Jefferson. Fue tal la obsesión del fundador de la nación por esta preparación que, tras un viaje a Italia, decidió importar una máquina moldeadora para preparar esta pasta con queso en la residencia oficial Monticello, donde el parmesano reggiano fue sustituido por queso cheddar.
Pruébalo en: The Capital Grille. Av. Paseo de la Reforma 250, Juárez
Tequeños
Venezuela

Una masa crujiente elaborada con harina de trigo, mantequilla y huevo abraza una generosa porción de queso llanero en este plato originario de la sabana venezolana.
Existen varias versiones sobre su origen, la más popular se desarrolla en Los Teques, ciudad capital de Miranda, a manos de la familia Báez; su nombre original: enrolladitos de queso. Caracas, La Victoria y Las Tejerías fueron los primeros lugares en enamorarse de la preparación que hoy cruza fronteras.
Salsas de chile dulce, mayonesa de jalapeños, ajo, miel o mostaza son acompañantes indispensables.
Pruébalo en: Órale Arepa. Schiller 330, Polanco
Tirokafteri
Grecia

En el centro del mar Egeo, el archipiélago de las Cícladas es el lugar de nacimiento de esta popular preparación griega, una especie de dip de queso, fácil de preparar e ideal para el botaneo.
Originalmente preparado a partir de leche de oveja, el tirokafteri comenzó a ganar popularidad en Atenas, a principios del siglo 20; pronto se convirtió en un clásico de la cocina griega elaborado con queso feta, leche o yogur, chile, aceite de oliva y vinagre. Llega a la mesa como un aperitivo, siempre acompañado por pan pita caliente.
Pruébalo en: Mythos Estiatorio. Av. Santa Fe 428, Santa Fe
Aligot
Francia

Insignia culinaria de Aubrac y una de las especialidades más emblemáticas del sureste francés. La región de los antiguos volcanes (año 590) enmarca su historia, relatada por los monjes que continuamente recibían a los peregrinos en camino a Santiago de Compostela.
La versión original combinaba pan y queso laguiole –elaborado con leche de vacas Aubrac–, pero en el siglo 16 su receta dio la bienvenida a las papas. Actualmente esta mezcla cremosa y elástica integra su puré con ajo, crema y queso derretido. Su mejor compañía son las salchichas de ternera, cordero y cerdo.
Pruébalo en: Cluny. Av. de la Paz 57, San Ángel
Fondue
Suiza

Ciertamente es un emblema suizo, pero las pistas de su génesis remiten a “La Ilíada”. En la epopeya de Homero (800-725 a.C.) se describe una mezcla de queso de cabra, vino y harina. Su gestación se atribuye también a los campesinos montañeses de Suiza, de quienes se dice que mezclaron los ingredientes que tenían a la mano durante los meses fríos.
En Ginebra se prepara casi invariablemente moitié-moitié (mitad y mitad) de quesos gruyère y vacherin (de leche de vaca). Tradicionalmente, las dos variedades se rallan y se funden con un poco de ajo, un chorrito de vino blanco y otro de kirsch (licor de cereza).
Pruébalo en: Ivoire. Emilio Castelar 95, Polanco
Provoleta
Argentina

Atribuida al migrante italiano Natalio Alba, su preparación complementa las bondades de un buen asado argentino. Natalio, originario de Cosenza, dedicó su vida a la industria láctea y la provoleta es la aportación más relevante de su legado.
Llamado queso provolone hilado argentino y creado en 1940, fue concebido específicamente para soportar las temperaturas de la parrilla sin derretirse por completo. Tradicionalmente, las rebanadas de unos dos centímetros de grosor se doran por ambos lados, una vez fuera del fuego se aderezan con aceite de oliva, orégano y ají molido.
Pruébalo en: Sylvestre Artz. Periférico Sur 3720, Jardines del Pedregal