Este cambio trascendental pronto dejará a India como el país más poblado del mundo y tiene amplios efectos en cadena tanto a nivel nacional como a nivel mundial.
El cambio pone a China en el mismo camino de envejecimiento y reducción que muchos de sus vecinos en Asia, pero su camino tendrá efectos descomunales no solo en la economía regional, sino también en el mundo en general.
Mano de obra reducida de China
Durante años, la enorme población joven de China impulsó el motor económico global, reemplazando a los trabajadores de las fábricas cuya mano de obra barata producía bienes que se exportaban a todo el mundo.
A largo plazo, la escasez de trabajadores de fábrica en China, impulsada por una fuerza laboral más educada y una población de jóvenes cada vez menor, podría aumentar los costos para los consumidores fuera de China, lo que podría exacerbar la inflación en países como Estados Unidos, que dependen en gran medida de productos chinos importados.
Ante el aumento de los costos laborales en China, muchas empresas ya han comenzado a trasladar sus operaciones de fabricación a países con salarios más bajos, como Vietnam y México.
Una menor población también podría significar una disminución en el gasto de los consumidores chinos, lo que amenazaría a las marcas globales que dependen de las ventas de productos a China, desde los teléfonos de Apple hasta las zapatillas Nike.
Mercado inmobiliario de China
A corto plazo, una tasa de natalidad en picada significa una gran amenaza para el sector inmobiliario de China, que representa aproximadamente una cuarta parte de la producción económica del país.
El crecimiento de la población es un impulsor clave de la demanda de vivienda, y la propiedad es el activo más importante para muchos chinos.
Durante los confinamientos pandémicos que frenaron el gasto de los consumidores y el crecimiento de las exportaciones, la economía de China se volvió aún más dependiente del sector de la vivienda en crisis.
El Gobierno intervino recientemente para ayudar a los desarrolladores de bienes raíces en dificultades, en un intento por detener las consecuencias de su crisis de vivienda.
Una envejecida población
Con menos personas en edad laboral a largo plazo, el Gobierno podría tener dificultades para mantener a una enorme población que envejece y vive más tiempo.
Un informe de 2019 de la Academia China de Ciencias Sociales predijo que el principal fondo de pensiones del país se quedaría sin dinero para 2035, en parte debido a la reducción de la fuerza laboral.
Los economistas han comparado la crisis demográfica de China con la que estancó el auge económico de Japón en la década de 1990.
Pero China no tiene los mismos recursos que un país como Japón para proporcionar una red de seguridad para su población que envejece.
Los hogares en China viven con ingresos mucho más bajos en promedio que en EU y en otros lugares.
Muchos residentes chinos mayores dependen de los pagos de pensiones estatales como fuente clave de ingresos durante la jubilación.
China también tiene una de las edades de jubilación más bajas del mundo, la mayoría de los trabajadores se retiran a los 60 años.
La situación ha ejercido una enorme presión no solo sobre los fondos de pensiones estatales, sino también sobre el sistema hospitalario del país.
La crisis lleva décadas en desarrollo
China introdujo la política de un solo hijo a fines de la década de 1970, argumentando que era necesario evitar que el crecimiento de la población alcanzara niveles insostenibles.
El Gobierno impuso multas onerosas a la mayoría de las parejas que tenían más de un hijo y obligó a cientos de millones de mujeres chinas a abortar.
Muchas familias favorecieron a los niños sobre las niñas, a menudo abortando a las niñas o abandonándolas al nacer, lo que resultó en un gran excedente de hombres solteros en la población china.
China anunció la relajación de la medida sobre el tamaño de la familia en 2013, pero muchos expertos en demografía dijeron que el cambio llegó demasiado tarde para alterar la trayectoria de la población del país.
No hay soluciones fáciles
Los esfuerzos del Gobierno para iniciar un auge de bebés para resolver la crisis demográfica, incluida la oferta de donaciones en efectivo y permitir tres hijos, no han logrado estabilizar las tasas de natalidad en descenso.
Las mujeres chinas educadas retrasan cada vez más el matrimonio y eligen no tener hijos, disuadidas por los altos costos de la vivienda y la educación.
China tampoco ha estado dispuesta a relajar las reglas de migración para aumentar la población, e históricamente ha emitido relativamente pocas tarjetas de residencia para reponer su fuerza laboral cada vez más reducida.
Para abordar la escasez de mano de obra, China ha subcontratado la producción poco calificada a otros países de Asia y ha agregado más automatización a sus fábricas, con la esperanza de depender más de los sectores de inteligencia artificial y tecnología para el crecimiento futuro.