Ha transformado Florida en un laboratorio de ideas conservadoras. Estrella emergente de la derecha estadounidense, el Gobernador Ron DeSantis espera ver cómo sus posturas más duras y radicales en materia de migración, aborto o cuestiones de género lo impulsan hacia la Casa Blanca, para disgusto de Donald Trump.
Este ex abogado de la Armada, de 44 años, es el principal obstáculo hacia la investidura republicana del ex Presidente, un hombre con el que comparte sus ideas principales.
DeSantis, quien fue reelegido como Gobernador de Florida en noviembre, aparece casi a diario en los medios estadounidenses como uno de los mayores protagonistas de la cruzada conservadora contra la ideología progresista “woke” (despierto).
En los últimos meses, DeSantis se ha envuelto en numerosas batallas culturales en torno a la enseñanza, el racismo o la identidad de género. Unos asuntos que, sumados a un endurecimiento de las leyes de aborto y de migración, lo han convertido en una figura destacada para el electorado conservador.
El republicano promulgó y posteriormente expandió la ley de Derechos de los Padres en la Educación, conocida por los críticos como “Don’t Say Gay” (No Digas Gay), que prohíbe las clases o las discusiones sobre cuestiones de la comunidad LGBTQ en las aulas de las escuelas públicas de Florida en todos los grados.
También promulgó una ley que prohíbe que se destinen fondos estatales y federales para los programas de diversidad, igualdad e inclusión en universidades estatales.
Harvard y Guantánamo
Nacido en el seno de una familia de clase media de origen italiano, DeSantis se graduó en la prestigiosa Universidad de Yale, donde también destacó en el equipo de beisbol, y en la exigente facultad de Derecho de Harvard.
Después ejerció como abogado en el Ejército, sirviendo como asesor en Guantánamo y con tropas de élite en Irak.
Muy pronto se posicionó muy a la derecha del Partido Republicano. En 2011 publicó “Los sueños de nuestros padres fundadores”, una referencia a la autobiografía de Barack Obama, “Los sueños de mi padre”. En el libro, DeSantis criticó al ex Presidente demócrata por romper con la Constitución debido a su visión “progresista”.
En 2012, ganó un escaño en la Cámara de Representantes y fue reelegido dos veces. Seis años después, se convirtió en Gobernador con una escasa mayoría tras recibir el apoyo fundamental del entonces Presidente Donald Trump.
En un clip de campaña, DeSantis, un político casi desconocido en aquel momento, construía un muro con cubos de colores junto a su hija, en referencia al proyecto de Trump en la frontera con México.
Su salto al escenario nacional llegó durante la pandemia de Covid-19, cuando promovió una reapertura rápida de los negocios y criticó con dureza las medidas sanitarias impuestas por el Gobierno demócrata de Joe Biden.
"Injertarse una personalidad"
DeSantis también se unió hace poco a los Gobernadores republicanos de Texas y Arizona para enviar a migrantes recién llegados a Estados Unidos a bastiones demócratas del norte y el este del país.
Una postura intransigente que adopta sin aspavientos, como quien cumple con su trabajo y nada más.
Junto a su esposa Casey, una ex presentadora de televisión que le asesora de cerca, y sus tres hijos Madison, Mason y Mamie, intenta suavizar una imagen fría.
“El problema con DeSantis es que necesitaría injertarse una personalidad”, se burló recientemente Trump en la plataforma Truth Social.
Una anécdota repetida en la prensa ilustra su gusto por la soledad, En el Capitolio, DeSantis solía caminar por los pasillos con auriculares inalámbricos en los oídos, para desalentar cualquier conversación improvisada.
Es rígido, distante, pero pragmático, argumentan sus partidarios, que ponen como ejemplo su gestión en la catástrofe provocada por el huracán “Ian” en Florida el año pasado.
Para esos seguidores el Gobernador, un alumno brillante, ambicioso, entregado a su familia y que ascendió socialmente por méritos propios, encarna el cambio necesario para el Partido Republicano.
Un retrato elogioso que no parece impresionar a Trump. El ex Presidente, adepto de los apodos ofensivos, ha intentado dedicarle al Gobernador católico el de “Ron DeSanctimonius”, algo así como “Ron el santo”. Con poco éxito hasta el momento.