
La historia de Analco, Mexicaltzingo y San Juan de Dios se escribe casi en paralelo. Son contemporáneos a la fundación de Guadalajara en 1542, y se formaron como alternativa para mantener a las comunidades indígenas fuera del límite central de la Ciudad, en donde vivían las comunidades de origen español.
Es precisamente el río San Juan de Dios el que establece la división de Guadalajara desde su fundación y que se mantiene hasta nuestros días: hacia el oriente se ubicaban los pueblos de indios (Analco y San Juan de Dios) y al poniente la ciudad española; ya en el sur poniente se encontraba Mexicaltzingo, que también quedaba delimitado por el Río El Arenal.

Es decir que estos territorios fueron acotados por los españoles, precisamente en torno a los afluentes del río San Juan de Dios (hoy Calzada Independencia) y El Arenal (donde actualmente se ubica Avenida La Paz), por lo que años más tarde, con el crecimiento de la urbe, se vio la necesidad de construir puentes para cruzar hacia el corazón de la Guadalajara colonial en donde vivían los españoles, precisa la historiadora Angélica Peregrina.
“Estos pueblos justamente sirvieron para abastecer a la Ciudad con los productos que ellos cultivaban entre otros hortalizas, también estaba la mano de obra indígena y el servicio doméstico, porque Guadalajara nace como urbe española y por tanto estos pueblos fundacionales son donde la población originaria, se mantenía ubicada y desde luego controlada”.
Angélica Peregrina, historiadora.

Incluso, antes de que se fundara Guadalajara a un costado del que hoy es el Teatro Degollado, en Analco ya vivían 500 familias por impulso de Los Franciscanos, pero fue cerca de 1560, cuando la Ciudad fue nombrada capital de la Nueva Galicia, que se construye en esa zona la primera sede de la Real Audiencia por orden de Juan de Oñate, conocido posteriormente como Palacio de Medrano y más tarde el primer panteón civil. De los pobladores de esa zona, los españoles y criollos se abastecían de mano de obra.

Mexicaltzingo fue fundado por los “indios del Valle de México”, en 1542, que se asentaron hacia el sur, en las inmediaciones del río de El Arenal, hoy en Avenida La Paz, su nombre viene del vocablo náhuatl “casita de los mexicanos,” y en ese territorio se conglomeraba el ganado para la Ciudad. Era en esa parte de la urbe donde los tapatíos compraban carne y ahí mismo se construyó el Puente de las Damas (entre 1794 y 1798), para conectar al pueblo con la urbe central, recuerda Peregrina.


Otra población clave para Guadalajara fue la ubicada en los alrededores del río San Juan de Dios, que se convirtió pronto en uno de los enclaves agrícolas y comerciales de la Ciudad. A mediados del siglo 16, cerca de 1551, se construyó una pequeña capilla en el linde del río y unos años más tarde se edificó un hospital que quedó bajo la orden religiosa de San Juan de Dios, de donde toma su nombre el antiguo barrio.

Esos tres barrios concentran gran parte de la historia y la arquitectura de la urbe tapatía: en Analco está una de las iglesias más antiguas todavía en pie en tierras tapatías, en el siglo 17 se construyó el templo de San Sebastián.


En San Juan de Dios todavía se conserva parte del templo, dedicado a la Santa Cruz, construido en 1726, donde antes estuvo el primer hospital de la Ciudad. En esa zona se inauguró, en 1810, la Casa de la Misericordia, hoy Museo Cabañas, distinguido como Patrimonio de la Humanidad, en 1855 sumó la Plaza de Toros Progreso y en 1888 se edificó el primer mercado formal de la zona, que fue después reconstruido, en 1925 bajo el trazo del arquitecto Pedro Castellanos y vuelvo a edificar bajo el trazo de Alejandro Zohn, en 1958: en aquel tiempo era el más grande de América Latina y por su riqueza comercial y arquitectónica, declarado Monumento Artístico de la Nación.
“Estos barrios han sido contenedores de la historia, de la identidad de la Ciudad, en esos territorios se concentra gran cantidad de patrimonio artístico e histórico, siguen siendo muy importantes para la dinámica social y económica de Guadalajara”.
Angélica Peregrina, historiadora.
Información: Rebeca Pérez Vega.
Fotos: Cortesía.
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