“Don Melquiades, mi amado papá, basaba su vida en tres valores: la familia, el trabajo y la fe. Constantemente nos reuníamos todos a dialogar, orar y recibir la bendición del Santo Padre, grabada en un viejo LP. Esto me transmitió algunos valores claros: disciplina y orden en la vida, para alcanzar lo que uno se propone, teniendo presente que la vida la construye uno mismo a partir de las propias decisiones y determinaciones.
“Para mi padre era importante que las cosas las hiciéramos por convicción y no por imposiciones externas; esto fue importante en mi camino vocacional, pues el estilo de vida que abracé dependió sólo de mi decisión. Y, además, me transmitió el respeto a los mayores y superiores, mismo que me ha servido para vivir profundamente la promesa de obediencia que implica el vocación sacerdotal”.