Responsabilidad del coleccionista


Patrick Charpenel duda en definir como ‘verdaderas colecciones’ a aquellas cuyos dueños las conservan en privado, sin exhibirlas al público.
“Para mí toda colección que se cocine con el paso del tiempo, con disciplina y seriedad, es de carácter público por más privada que sea”, dice el jalisciense, quien empezó la colección en los años 90, en su natal Guadalajara.
“Coleccionar no es un ejercicio de acumulación, sino de articulación. Estoy convencido de que este ejercicio es de correspondencias especiales”, dice el jalisciense.
Las 250 piezas de “Patchwork” son pinturas, esculturas, fotografías, arte-objeto y videoinstalaciones sobre la geometría del arte, la mirada del cuerpo femenino y lo queer.
La colección, sin embargo, tendría en total unas 600 obras que hablan sobre la globalización, el capitalismo, la tecnología y la distancia.
“Tienes que estar consciente de que todas las partes que construyen tu colección están abriendo conversaciones diferentes por su visión única sobre cuestiones que son de interés común”, señala.
El también curador es director ejecutivo de El Museo del Barrio, en Harlem, Nueva York, desde 2017; en tanto que estuvo a cargo del Museo Jumex de la Ciudad de México por tres años, hasta 2015.
“El mundo del arte es un ecosistema”, indica. “Y al convertirte en coleccionista tienes que asumir la responsabilidad de fortalecerlo con becas, apoyos a instituciones y estudiantes e investigaciones”.
Charpenel afirma que esta afición está más allá de una definición de diccionario: Coleccionar poco tiene que ver con reunir objetos de una misma clase.



Cambio de conciencia
Dado que Monterrey es sede de importantes colecciones de arte contemporáneo, sus propietarios saben como la gran mayoría que el coleccionista cuyas adquisiciones pueden ser exhibidas en museos y galerías ha tenido un cambio de conciencia, sustituyendo su propio gusto estético por la relevancia sociocultural de las piezas que compra.
“Se cambia un gusto estético por la seriedad y las implicaciones académicas que tiene coleccionar bajo una investigación rigurosa”, indica Taiyana Pimentel, directora de Marco y curadora de “Ecos de lo eterno”.
“No es la obra que el coleccionista peleará porque es súper famosa y súper importante o que vas a las galerías de Nueva York o París a comprar, sino la obra de un artista de África que dialoga con los problemas que le interesan a tu colección”.
Esta diferencia en la perspectiva del comprador de una obra de arte es lo que lo separa de la fetichización del coleccionismo, señala.
“Ahí se da el twist de coleccionar el arte que piensas que te representa a ti, a tu familia o al mundo a decir: ‘No, yo me rodearé de un grupo de especialistas e investigadores que me expliquen lo que significa el arte contemporáneo’”.
Pimentel considera que el coleccionismo es imprescindible en el sistema contemporáneo del arte porque, finalmente, aporta a su desarrollo económico y a su madurez.

