La presidenta de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, se enfrentó la prueba más grande de su carrera, cuando la junta directiva de la universidad se reunía a puertas cerradas para decidir su futuro.

Gay y las líderes de la Universidad de Pensilvania y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) fueron objeto de críticas por su testimonio en una audiencia del Congreso la semana pasada sobre el antisemitismo en el campus. Las presidentas enfrentaron críticas por respuestas que fueron percibidas como evasivas sobre si los estudiantes deberían ser disciplinados si abogaran por el genocidio de los judíos.

La presidenta de Pensilvania, Elizabeth Magill, renunció el sábado, y la presión aumentaba en Harvard, con cartas enfrentadas tanto apoyando a Gay como exigiendo su destitución.

Aquí hay algunos puntos clave para entender el caso:

La audiencia

La semana pasada, Gay testificó junto a Magill y la presidenta del MIT, Sally Kornbluth, en una audiencia convocada por los republicanos de la Cámara para abordar problemas de sesgo contra estudiantes judíos. Harvard, al igual que otros campus, ha sido sacudida por manifestaciones y enfrentamientos entre estudiantes proisraelíes y propalestinos desde el ataque de Hamas en Israel el 7 de octubre y la subsiguiente invasión de la Franja de Gaza.

En un intercambio, la representante Elise Stefanik, republicana por Nueva York, presionó a Gay sobre si la universidad toleraba cánticos de “intifada” en su campus, una palabra árabe que significa “levantamiento” y que muchos judíos interpretan como un llamado a la violencia contra ellos.

“Ese tipo de discurso de odio es personalmente aborrecible para mí”, dijo Gay. Pareció intentar equilibrarse, señalando que Harvard estaba comprometida con la libre expresión, “incluso de opiniones que son objetables, ofensivas, odiosas”, al tiempo que afirmaba que el discurso que cruzara la línea hacia el acoso y la intimidación sería tratado.

“¿Llamar al genocidio de los judíos viola las reglas de acoso y persecución de Harvard? Sí o no”, preguntó Stefanik.

“Puede ser, dependiendo del contexto”, respondió Gay.

“El discurso antisemita, cuando se convierte en un comportamiento que constituye acoso, intimidación, eso es un comportamiento punible, y tomamos medidas”.

Gay se disculpó en una entrevista con The Harvard Crimson, el periódico del campus, publicada la semana pasada.

"Me vi atrapada en lo que en ese momento se había convertido en un intercambio prolongado y combativo sobre políticas y procedimientos. Lo que debería haber hecho en ese momento era regresar a mi verdad rectora, que es que los llamados a la violencia contra nuestra comunidad judía, las amenazas a nuestros estudiantes judíos, no tienen cabida en Harvard y nunca quedarán sin respuesta".

Las críticas y la renuncia

Después de esta audiencia y que diversos clip se volvieran virales en redes sociales, la presidenta de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill, “presentó voluntariamente su renuncia”, según anunció el presidente de la junta directiva de la universidad, Scott Bok.

Bok renunció también, según el periódico estudiantil del campus.

El rebote fue rápido e intenso: 74 legisladores escribieron cartas exigiendo la destitución inmediata de Magill y de las presidentas de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

El Gobernador demócrata de Pensilvania calificó su desempeño de “absolutamente vergonzoso”, y un donante importante dijo que rescindiría una donación de 100 millones de dólares a la Escuela de Negocios Wharton de la universidad.

Bok, que dirigía el consejo de administración de la universidad, un organismo que maneja los principales asuntos de gobernanza, dijo que Magill cometió “un error muy desafortunado” al anunciar su partida.

En la nota de Bok al campus, dijo que Magill permanecería en su puesto hasta que se designe un presidente interino y permanecería en el profesorado de la facultad de derecho de la universidad.

La defensa

Mientras grupos de donantes, ex alumnos y estudiantes presionaban para destituir a Gay, alrededor de 700 miembros del cuerpo docente de Harvard, además de cientos de ex alumnos, salieron en su defensa en varias cartas abiertas.

Una de ellas, redactada y firmada por algunos de los profesores más destacados de Harvard y proveniente de miembros del cuerpo docente afroamericanos, calificó los ataques a la presidenta de “espurios y políticamente motivados”. La carta afirmaba que a Gay “se le debería dar la oportunidad de cumplir su mandato para demostrar su visión para Harvard”.

Otra carta que expresaba “falta de confianza” en Gay también estaba ganando apoyo el lunes. Firmada por estudiantes y ex alumnos de Harvard, instaba a su renuncia o despido. 

“No es apropiado que Claudine Gay sirva como presidenta de Harvard, ya que no representa nuestros valores colectivos ni la Harvard que hemos llegado a conocer”, decía esa carta.

La Corporación de Harvard decidió que Gay permanecerá en su puesto y reafirmó en un comunicado su “apoyo al liderazgo continuo de la presidenta Gay al frente de la Universidad de Harvard”.