En un módulo del Cereso femenil, en Escobedo, donde viven mujeres que aún no tienen una sentencia, está Keyla, de 24 años y mamá soltera de tres hijos de 6, 4 y 3 años.

Como ella, el 95 por ciento de las 547 internas –que había en diciembre– en este reclusorio son mamás.

A Keyla la cambiarán de estancia porque acaba de recibir su condena: seis años con seis meses por robo con violencia moral, un delito que asegura no cometió.

“Fue mi pareja”, dice en una pequeña celda con tres literas de metal.

El Cereso femenil, destinado exclusivamente para mujeres en diciembre del 2018, fue parte del recorrido realizado por EL NORTE, además de los tres penales varoniles del Estado.

Autoridades mostraron espacios donde internas trabajan y estudian, así como el comedor, algunas celdas y áreas externas de los edificios.

En este penal, al igual que en algunas áreas de los Ceresos varoniles, permitieron conversar con mujeres de forma aleatoria, como fue el caso de Keyla.

“Cuando a mí me detienen, él sí dice que yo no era”, agrega esta joven con secundaria trunca y quien no recibe visitas de su familia.

El hombre, con quien ya terminó la relación, está en uno de los Ceresos de Apodaca.

“Es que sí andaba una persona femenina cuando él cometió el acto, más yo no era, pero pues no hallaron a quién más, y me metieron a mí”.

Primero la detuvieron en diciembre del 2021, y salió cinco meses después con libertad condicional Pero le giraron una nueva orden de aprehensión por no acudir al citatorio de una audiencia que, asegura, desconocía.

“Hay muchas chicas que no hicieron nada y aquí están”, cuenta Keyla.

“Todas tenemos que llevar un proceso y no hay más que esperar. Una compañera mía tiene un año tres meses sin audiencia.

No le han dicho nada y pues aquí está todavía”.

SON PAREJAS O ACOMPAÑANTES

La historia de Keyla, entrevistada de forma aleatoria en ese módulo, se repite en el Cereso femenil.

Autoridades penitenciarias reconocen que muchas de las mujeres fueron detenidas por ser las parejas o acompañantes del hombre que cometió el delito.

Hay casos donde a ellas las obligaron a realizar una acción, en otros ni siquiera estaban enteradas del delito.

También hay quienes aceptan haber sido cómplice voluntariamente con su pareja.

Guillermina Morales, coordinadora de Reinserción Social, explica que, además, cerca de un 15 por ciento de la población son mujeres que, tras salir en libertad condicional, son reingresadas por no acudir a los citatorios del Juez.

Y esto sucede en parte porque para una mujer que estuvo presa es más difícil tener una red de apoyo al exterior.

En ocasiones no tienen ni dinero para trasladarse a los juzgados o entran a trabajar y no pueden pedir permiso para acudir a las firmas.

“Muchas de las veces son reingresos, no tanto una reincidencia (volver a delinquir), sino que dejan el proceso intermedio, interrumpido, por falta de ese seguimiento en reportarse”, señala Morales.

BUSCAN SUPERAR EL OLVIDO

La mitad de las mujeres del Cereso femenil sufren el abandono familiar, indican autoridades.

La mayoría de las internas tienen entre 25 y 45 años.

En diciembre, en el penal eran 547 mujeres, de las cuales 520 son mamás.

Para ellas la condena es más dura en comparación con los hombres.

“¿A quién le impacta más? Sin duda a la mujer”, dice César Daniel Ramírez, comisario general de la Agencia de Administración Penitenciaria, quien llegó a trabajar a Nuevo León con el actual Gobierno de Samuel García.

“En los 23 años que tengo trabajando en cárceles en diferentes estados y en diferentes momentos, te das cuenta que uno como hombre es más desapegado al afecto familiar, pero la mujer es más emocional.

“Ocupa más tener el contacto con la familia y sí les pega más el tema de depresión, de ansiedad… y no sucede tanto así con la población varonil”.

Directivas del Cereso femenil, ubicado en el Municipio de Escobedo, agregan que en cuestión de salud también es más pesado para la mujer.

En el tema hormonal, por ejemplo, muchas empiezan la menopausia y si afuera es un proceso difícil, recluidas ni se diga.

En el penal hay cinco internas embarazadas y viven dos bebés, que pueden permanecer con sus mamás hasta los 3 años.

Una de las mamás que vive con su hija en el Cereso es Itzel, de 20 años.

Cuando la detuvieron, en agosto del 2022, tenía un mes de embarazo, ahora la bebé tiene nueve meses.

Itzel tenía tres meses de haber conocido a su entonces pareja, quien le pidió ayuda para cometer un secuestro exprés.

“El papá de mi hija me pidió que mandara unos mensajes a una persona”, cuenta sobre su colaboración en ese delito.

Cuando fue esta conversación, ella esperaba una audiencia en la que podría definirse si continuaba su proceso en arraigo domiciliario.

Este Cereso tiene cinco años operando como reclusorio exclusivamente femenil.

Anteriormente estaban en el Penal del Topo Chico, donde llegó a haber hasta más de 50 bebés porque era común que hombres y mujeres iniciaran relaciones de pareja.

POR LA REINSERCIÓN

EL NORTE recorrió estas instalaciones y autoridades afirman trabajar en la reinserción social con actividades educativas, religiosas, deportivas, culturales y espirituales impartidas por asociaciones civiles, voluntarios o dependencias de Gobierno.

Hay 172 mujeres que trabajan y obtienen un sueldo, en su mayoría elaborando insumos médicos o estropajos.

El grado educativo promedio en el penal es hasta secundaria y adentro pueden continuar sus estudios: hay siete mujeres que cursan en línea la carrera de derecho en la UANL.

Valeria, de 30 años, se encarga de contar y administrar la materia prima en la maquiladora de estropajos.

Tiene tres hijos de 11, 10 y 6 años, y es procesada por delitos contra la salud y portación de arma de fuego.

“La mayoría de las personas que estamos aquí, puedo decir un 85 por ciento, venimos porque estábamos acompañando a otra persona, no porque nosotras hayamos hecho el delito, porque veníamos acompañando a un hombre”, dice.

Es del mínimo porcentaje del Cereso con una licenciatura, estudió Administración de Empresas en la UANL.

Ella trabajaba con una plataforma móvil, cuenta, y tenía 12 días de haber conocido a un joven a quien le dio un servicio.

Ese hombre traía droga en una mochila, y la detuvieron con él en agosto del 2022.

“Mi labor es motivarme y también poder tener un incentivo, no ser una carga para mi familia”, expresa Valeria sobre su empleo en el Cereso.

“Al venir aquí, a este trabajo, es una vida muy diferente, no me siento que estoy privada de mi libertad”.

Internas coinciden en que estas actividades al interior del penal son como una luz en la oscuridad.