
Al igual que la jacaranda, otro árbol que causa fascinación durante su floración es el cerezo de flor japonés o “sakura”.
No sólo es conocido por teñir de tonos blancos y rosas algunas áreas verdes, calles y parques, sino por curiosidades como las siguientes.
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Actualmente existen más de 100 especies silvestres de árboles de cerezo en Asia, Europa, Norteamérica y otras partes del hemisferio norte. Japón cuenta con más de 100 cultivares, que son grupos de plantas criados selectivamente a partir de especies silvestres.
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Son árboles del género Prunus, al que también pertenecen los ciruelos y cerezos. El capulín (Prunus serorina), de hecho, a su vez es llamado “cerezo mexicano”. Su fruto agridulce es fácil de digerir.
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Comenzó a ser significativo en Japón antes del siglo 8, pues los nipones celebraban la fertilidad de la Tierra con oraciones debajo de este árbol en floración. Junto a la Luna y el monte Fuji, es el elemento que más aparece en pinturas y poemas japoneses.
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Una leyenda explica por qué son rosas sus flores: dos caballeros, Makito y Kurondo, se enamoraron de una mujer llamada Masa cuando los cerezos estaban en floración. Ella respondió favorablemente a Makito, así que Kurondo chantajeó al padre de la enamorada para que obligara a su hija a envenenar al amado. La mujer prefirió vestirse como Makito, tomarse el veneno y ser atravesada por la espada de Kurondo. Al año siguiente, en el árbol donde se había sacrificado Masa brotaron flores rosas en lugar de blancas.
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La temporada de cerezos inicia en el sur de Japón en enero y se extiende hasta mediados de mayo en la parte más norteña del archipiélago. Su pico de floración dura 10 días aproximadamente. En Tokio, la capital nipona, suele ocurrir en abril, pero este año un patrón de tiempo inusualmente cálido ocasionó florecimientos tempranos desde febrero.
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Se conocer como “hanami” a la actividad de ver el florecimiento de los cerezos. Se popularizó en el período Heian (del año 794 al 1185) entre los aristócratas porque recitaban poesía debajo de los árboles en su pico de floración. La población general adoptó la práctica en el período Edo (del año 1603 al 1868).
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Las formas y los colores de las flores de cerezo representan los ideales japoneses de pureza y simplicidad. Son frágiles, pues basta una corriente de aire días después de su floración para tirarlas al suelo. Lo anterior recuerda que si bien la vida es hermosa, también es corta y efímera.
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Al poco tiempo de florecer, estos árboles desarrollan un fruto verde del tamaño de un chícharo, que crece hasta tornarse de color púrpura oscuro o negro en los primeros días del verano. A diferencia de las cerezas usadas en los postres, son ácidos y poco carnosos. No obstante, son consumidos por algunas aves.
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Su tamaño varía entre los distintos cultivares y especies silvestres, pero un tamaño promedio de ejemplares populares es de 6 a 12 metros de altura. La mayoría de cultivares tiene una esperanza de vida de 30 a 40 años.
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Aunque no son originarios del País, en varios sitios de la Ciudad de México es posible ver árboles de flor de cerezo. Algunos ejemplos son:
- Asociación México Japonesa (Fujiyama 144, Las Águilas, Álvaro Obregón).
- Parque Bicentenario (5 de mayo 290, San Lorenzo Tlaltenango, Miguel Hidalgo).
- Parque Masayoshi Ohira (Corredores, Country Club Churubusco, Coyoacán).
Fuentes: BBC Travel, Brooklyin Botanic Garden, Highlighting Japan, Japan Mint, Sader, Servicio de Parques Nacionales de EU y The Weather Channel
Edición: Tonatiúh Rubín
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