LA TRAGEDIA

UN AMOR ASFIXIADO

Margie Tamara Paz Grajera y Alejandro Miguel Andino Caballero, quienes tenían una relación amorosa desde hace 9 años, partieron juntos de Honduras hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida.

A ella le faltaba terminar sus prácticas profesionales para convertirse en Licenciada en Economía, mientras que a él le faltaban tres clases para graduarse como Licenciado en Mercadotecnia, pero ambos trabajaban en un call center al no poder encontrar un trabajo en su área.

A ambos, junto con el hermano de Alejandro, Fernando José, trabajador de una farmacia, les mutilaron los sueños hace dos días, como a otros 11 hondureños que también murieron asfixiados.

La madre de Alejandro y Fernando, Karla Caballero, recuerda que los tres eran jóvenes soñadores, inteligentes y con muchas metas por cumplir.

“En mi pequeño mundo, en mi esfera, era lo mejor que yo tenía, eran unos muchachos amorosos, obedientes, con metas y trabajadores. Les di mi bendición, y les dije: ‘triunfen'”, relató la doliente a La Prensa.

“Fernando era el que más soñaba con irse, y fue el que motivó a su hermano, ellos eran muy unidos. A mi nuera la quiero como a una hija, y se lo dije al despedirnos. Cuando me tocó despedirme, los abracé fuerte y me dijeron: ‘cuídate, viejita, recuerda que te queremos'”.

Alejandro, Margie y Fernando (De izquierda a derecha)

A PUNTO DEL REENCUENTRO

Adela Ramírez, una joven hondureña, se quedó a horas de volver a reunirse con su madre y sus hermanas en Estados Unidos.

La joven, quien también murió por el calor sofocante de San Antonio, en el sur de Texas, fue recordada por su abuela como cariñosa, amable y muy atenta.

“Ella no se puede quedar allá, deben de compadecerse de esta viejita, cómo sufrió por su hija, y quiere que su hija venga a quedar aquí”, dijo a la televisora HCH.

Su prima Claudia Valecillo confirmó que Adela, oriunda de Cuyamel, Omoa, una zona caribeña de Honduras, iba camino a volver a ver a su familia.

“Su padre había muerto, y como su madre y sus hermanas se habían ido para allá, ella también se fue”, contó a la misma televisora

UN SOBREVIVIENTE

José Luis Vásquez, quien hace poco había dejado el Ejército mexicano, es uno de los sobrevivientes de esta tragedia en Texas, Estados Unidos.

El hombre de 31 años es originario de una remota comunidad de San Miguel Huautla, en Oaxaca, donde un aparato telefónico es el único que utilizan varias familias para saber del mundo exterior.

Aquilino Guzmán, su tío, sólo supo que saldría a buscar una mejor oportunidad económica, pero no la ruta que tomaría hasta acabar deshidratado, a punto de la muerte, y ahora en un hospital.

“Supongo que era la misma (historia) de siempre. Mejores oportunidades”, expresó Guzmán a Reuters.

La última vez que Flores llamó a su familia fue el 19 de junio, cuando les dijo que ya había cruzado la frontera y se escondía en una casa en Texas.

“Me avisó porque él iba en búsqueda de una mejor vida”, aseguró su madre, Virgilia López.

Su familia ahora espera ansiosamente la noticia de que no sume a la cifra de 27 mexicanos muertos: al mismo tiempo, el Gobierno de Oaxaca está buscando una visa humanitaria para que la madre de Vásquez esté con su hijo mientras se recupera en Texas.

 

'ESCAPÉ, ESTOY BIEN'

Esmeralda, una migrante guatemalteca que vive en Estados Unidos, vivió momentos de angustia al pensar que su hermana murió en el tráiler abandonado en San Antonio.

Recibió una llamada el 28 de junio y se paralizó: “Él (la persona que le llamó) me dijo: ‘lo siento ella ahí iba en ese tráiler'”, declaró a Telemundo.

“Yo nunca pensé que esto iba a pasar, y dos veces me lo confirmó”.

Sin embargo, en otra llamada le dijeron que su hermana había sido rescatada e, incluso, se la pasaron y pudo platicar con ella.

“Escapé y estoy bien”, fueron las únicas palabras que le dijo, según recordó, sin darle más detalles.

“No sé su estado de salud, cómo está ella, sólo sé que escapó”, agregó la joven.

Hasta el momento, al menos siete guatemaltecos fueron reportados como muertos por esta tragedia.