Los Cetes se consideran “libres de riesgo” para los inversionistas privados porque los respalda la confianza y el crédito del Gobierno del País.
Es decir, supone que quien los emite, en este caso México como emisor soberano, tiene la suficiente capacidad de recaudación, y por ende de pago, como para que sus obligaciones sean completamente seguras para el inversionista o tenedor de la deuda, al menos en teoría.
En pocas palabras: al estar respaldados por el Gobierno, prácticamente hay una tasa libre de riesgo y el incumplimiento es casi nulo.