El sueño fue interrumpido. Una llamada fue el inicio de la pesadilla: el Mercado San Juan de Dios estaba en llamas.
 
El rostro de los comerciantes cambia. La sonrisa “muere” y los ojos se “apagan”. Los recuerdos de la madrugada del 31 de marzo de 2022, cuando vieron cómo el fuego consumió años de esfuerzo y su fuente de ingresos, regresan.
 
Desconfiaban de todo, incluso de las autoridades que prometieron levantar el mercado en tres meses y no dejarlos solos.
A un año de la tragedia, los 400 comerciantes afectados por el fuego ya están en sus espacios: el mismo metraje, la misma ubicación, el mismo giro. Sólo se hicieron unos cambios en el diseño, principalmente, en las hierberías que ya cuentan con techo y cortina.
Al entrar al mercado es claro ver la zona donde ocurrió el incendio, pues los locales tienen un aspecto diferente que los hace sobresalir del resto.
 
La herida todavía duele, pero con el apoyo de los clientes, la protección de San Juan Pablo II y con mucho esfuerzo, este mercado ícono de Jalisco resurgió de entre las cenizas y, dicen, está más vivo que nunca.

Su afición lo sacó adelante

El incendio del 31 de marzo de 2022 acabó con los locales de Salvador Sáenz. Las famosas tortas Lokas y kalientes, aquellas que en su logotipo tenían el escudo del Atlas, quedaron reducidas a cenizas.
 
“Fue de ahí de contigo para adentro”, fue la frase que hizo que Sáenz se quebrara. La ansiedad y desesperación se apoderaron de él y tan sólo con recordar ese momento, la voz se quiebra y las lágrimas escurren.

“Encontré ceniza, humo. Todo se me oscureció, me flaquearon las piernas, sentí que me iba a caer. La imagen de esa escena no se me ha olvidado, no ha cicatrizado la herida”.

La pasión de Sáenz por el equipo rojinegro fue un apoyo importante en su recuperación. Justo en ese momento, cuando más lo necesitaba, la afición atlista respondió al llamado y juntó una cantidad importante de dinero que permitió que don Chava repusiera sus planchas y equipo de trabajo.
 
“Me echaron la mano, muy agradecido con todos los atlistas que me ayudaron con una cantidad importante. Eso en lo personal me levantó porque pude comprar algo para seguir trabajando”.
 
Para él, este incendio fue un parteaguas en el cuidado y atención al mercado. Ahora, entre los mismos comerciantes se cuidan de que no haya un enchufe sobrecargado que pueda provocar un corto, como el ocurrido ese 31 de marzo de 2022.
 
“Nos llevó a tener más precaución. No estamos exentos y nadie nos garantiza que no vuelva a suceder, pero ya tenemos acciones preventivas, al menos de día; de noche, bueno, de noche es otra cosa”.
 

Se sienten vivos y de vuelta

En la Hierbería Paty hay cientos de cajas en espera de ser acomodadas. Los clientes pasan preguntando por alguna solución para atraer dinero, trabajo o amor.
 
Y aunque está lejos de ser lo que era hace un año, Karla González no quiere ver al pasado, sino enfocarse en el presente, en posicionarse y recuperar el nivel que su negocio tenía antes del incendio del 2022.

“Va a ser muy difícil recuperarse, fue una pérdida grandísima, es muy poco tiempo para añales de trabajo que teníamos aquí invertidos. Todavía falta un buen, pero ahí vamos poquito a poquito”.

El día del siniestro estaba devastada y no confiaba ni en su sombra. El miedo de perder su espacio la invadió, pero, a un año, reconoce que la respuesta de las autoridades fue pronta y oportuna.
 
Aunque nunca dejaron de trabajar, pues se les reubicó afuera del mercado, las ventas cayeron mucho ya que los clientes no daban con ellos.
 
La zona donde se encuentran sus locales fue la que más cambios tuvo. Antes no había techo ni cortinas, ahora sí cuentan con estas “barreras”.
 
“Antes estaba diferente, hay cortinas, antes no había cortinas y te dejaba ver todo el panorama del mercado, ahora no se puede ver nada, te sientes como encerrado, quizá porque no estábamos acostumbrados a estar así”.
 
Pero, dice, eso no importa, lo que realmente importa es que tiene su negocio de vuelta y aunque no cuenta ni con la cuarta parte de productos que antes había, asegura que Hierbería Paty y todo San Juan de Dios, está vivo.
“Sí, ahorita ya estamos vivos, estamos de vuelta”, afirma. 
 

“El mercado está bendito”

La imagen de San Juan Pablo II regresó a su lugar, el mismo donde hace un año soportó el fuego y salió intacta. A un lado, dos docenas de cuchillos son el recuerdo de ese 31 de marzo de 2022, aunque la hoja está afilada y lustrada, los mangos tienen quemaduras. 
 
“Esa es la que nos protege. Todo se quemó, hasta los cuchillos y mire, la imagen no, esta es la que nos cuida”, afirma Carlos Pérez mientras voltea a ver el cuadro hecho con una técnica de repujado.
 
Reconoce que no perdió todo en el incendio, pues alcanzó a salvar parte del equipo con el que trabaja. Además, ese día estuvo despachando pedidos para evitar que el producto se echara a perder.
Don Carlos señala que, aunque estuvieron trabajando durante el tiempo que duró la reconstrucción del mercado, las ventas no fueron las mismas.
 
Incluso, asegura, hubo clientes que se buscaron otro proveedor, pues estaban en la creencia de que la carnicería estaba cerrada tras el incendio.
 
“Creo que para recuperarse uno plenamente van a pasar de dos a tres años, pero lo bueno es que ya estamos de vuelta. Muchos clientes ya no volvieron, se fueron a otros mercados”.
 
Pero eso no es impedimento para salir adelante ya que entre compañeros se echan la mano y con la llegada de las vacaciones se prevé un repunte importante en las ventas.

“El mercado está bendito y la prueba palpable está ahí (señala la imagen de San Juan Pablo II). A pesar de que se quemó todo, tenía letreros, las cámaras que tenía de seguridad quedaron derretidas, la pantalla quedó derretida y a pesar de que la imagen es de cartón, y mire”.


Recupera su voz y su fonda

“¡Pásele, ¿qué le vamos a servir?, aquí hay lugar!”, grita Micaela Espinoza.
 
Por momentos se sienta, pero al paso de la gente que visita el segundo nivel del Mercado San Juan de Dios, se levanta para gritar a todo pulmón y ofrecer la variedad de platillos que se cocinan en su fonda.
 
Hace un año, la voz de Micaela fue callada. No había platillos qué ofrecer ni un lugar para sentarse. Las llamas que iniciaron en primer nivel alcanzaron su puesto. No quedó nada, su fonda quedó reducida a cenizas.
 
“Sentí bien feo, dudé que podía levantarme. No son cosas que espera uno, fueron pérdidas totales. Todo lo que ve aquí es nuevo”, dice.
 
Con los 25 mil pesos que el Gobierno Municipal les dio como apoyo, compró un par de cosas para poder atender a los clientes en el patio del mercado, donde fueron reubicados mientras se hacían los trabajos de reconstrucción.
Fueron meses difíciles, pues, aunque había flujo de gente, no podían competir con los negocios de comida que quedaron en pie, ya que sólo ofrecían gorditas, huaraches y otros antojitos mexicanos.
 
Cuando el Gobierno de Guadalajara terminó los locales y le entregó su espacio, venía otro reto: equiparlo, ponerle piso, luz, agua, gas y todos los servicios necesarios.

“Aquí estamos ya, gracias a Dios. Mucha gente piensa que el mercado sigue quemado y nos buscan allá (en el patio), pero aquí estoy ya. Que la gente venga, ya estamos aquí bien puestas”

Ahora, su fonda tiene una vista diferente, con planchas, bancos y todo el equipo para dar atención a sus clientes que poco a poco regresan.
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Información: Fernanda Carapia
Fotos: Ángel Llamas @diablollamas
Diseño: Emilio de la Cruz
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