Denuncian en HU 'limpia' de pacientes

De acuerdo con una denuncia penal, un grupo de residentes en las áreas quirúrgicas del Hospital Universitario de la UANL implementó un sistema para acelerar la muerte de pacientes con mal pronóstico y que, a criterio de ellos mismos, no lograrían sobrevivir.
De ello quedó rastro en conversaciones grupales e individuales de WhatsApp a las que EL NORTE tuvo acceso tal como quedaron almacenadas en el teléfono del denunciante, un médico residente en su primer año de posgrado (o R1).
Éstos son sólo algunos ejemplos de esas conversaciones que están siendo analizadas por la Fiscalía General del Estado. Los nombres de pacientes e involucrados fueron borrados.

'La neta, defínelo'

Según la denuncia “definir pacientes y “limpiar el censo” son algunos de los términos que utiliza este grupo de residentes para reducir la saturación en áreas como cirugía general, neurocirugía y cuidados intensivos, que suelen estar saturadas.

Balas y municiones

De acuerdo con la denuncia, los mecanismos utilizados incluían desde la eliminación del suministro de oxígeno hasta la inyección de fármacos potencialmente letales, como potasio y rocuronio, sustancias a las que se referían como balas, balitas, granadas, municiones y hasta “el padrecito”.
El 8 de agosto llegó un paciente con lesiones graves. Un R3 pide darle un empujón mientras un R2 dice tener “una mortal”. Se la piden, pero no encuentran la sustancia y preguntan a otro R2 por su bolsita de municiones.
  • El 8 de agosto llegó un paciente con lesiones graves. Un R3 pide darle un empujón mientras un R2 dice tener “una mortal”. Se la piden, pero no encuentran la sustancia y preguntan a otro R2 por su bolsita de municiones. 

  • El R2 dice que no la trae y les recomienda buscar en urgencias porque ahí siempre hay.

El 27 de abril de 2021 a las 10:59 horas. Una residente de segundo (R2), pidió al R1 que le consiguiera “Rocu” (rocuronio), que revisara quién estaba en la sala y lo tomara si se distraían. A las 12:17 insistió, pero a las 13:30 avisó que ya no hacía falta porque el paciente había muerto o estaba en ese proceso.

En otro ejemplo, un R4 pidió que suministraran a un paciente Ceftriaxona mezclada con Isodine –que contiene yodo, no es para uso intravenoso y también puede ser mortal–. La ceftriaxona es de color blanco, mientras que el contenido del frasco de la foto compartida en el chat es de color café como el Isodine.

PROTOCOLO ELEVADOR

El médico denunciante narró que los residentes involucrados llaman protocolo elevador o protocolo de tesis a la práctica de acelerar o provocar la muerte de alguien mientras es trasladado en el elevador. En las conversaciones de distintos grupos se puede apreciar que esos términos se usaban frecuentemente.
  • El denunciante aseguró que el 4 de agosto de 2021 presenció uno de esos casos mientras trasladaba al quirófano, junto con un R2 y un R3, a un lesionado por arma de fuego que acababa de ser estabilizado en urgencias.
  • Declaró ante el Ministerio Público que presionaron todos los botones del elevador para detenerse en todos los pisos, que uno pidió al otro “sacar la bala”, que uno dejó de dar respiración con el ambú, que el otro inyectó una sustancia y que por WhatsApp sólo avisaron que el paciente llegó en asistolia, es decir, sin signos vitales.
  • Las referencias en los chats a este “protocolo” son numerosas”.

El caso de Martha

Martha (nombre cambiado) fue sometida a una cirugía en julio de 2021, pero sufrió un derrame cerebral en el post operatorio y quedó en estado grave. Según la denuncia, ella fue uno de los pacientes “definidos” debido a su mal pronóstico y posibilidad de larga estancia en el hospital.

Según las conversaciones registradas, días antes empezaron las presiones para acelerar su muerte e incluso un día antes, el 10 de julio, dos R2 ordenaron a una R1  ir llenando por adelantado la boleta de defunción.

Uno de ellos dijo a dos R1 que les faltaba “motivación” y les exigió tomarle foto cada 30 minutos mientras estuviera con vida, hasta que ya no. El mismo doctor reclamó que Martha apareciera en el censo de pacientes que atenderían al día siguiente.

Según su certificado y acta de defunción, Martha murió el 11 de julio de las causas que un día antes habían sugerido.

Entre burlas, stickers y anacondas

De la denuncia se desprende que con frecuencia los residentes se referían a los pacientes con apodos o burlas, que compartían stickers con leyendas escritas relativas a matar y/o definir, y que mostraban asombro o sospecha por la muerte de algunos pacientes.
El 26 de agosto se compartió  en dos grupos distintos el anuncio de que un paciente había muerto y algunos mostraron su asombro e incluso otro señaló que lo había visitando la “….conda”, combinando el apellido de uno de los residentes con la palabra Anaconda, y que es el mismo al que le pedían su “bolsita de municiones”.

Como en varios casos la “definición” de algún paciente ocurría poco antes de ser sometido a cirugía, el 9 de abril una R2 d dijo que pensó que la muerte de un paciente que sería operado al día siguiente había sido provocada por un “duende” y luego preguntó si de verdad fue diosito.

 En en caso de Martha, por ejemplo, se referían a ella como viejita panzona.

En otro caso, un paciente se quejó y uno de los médicos comentó que la queja sonó como si estuviera pidiendo una ‘bala’. Otro doctor incluso compartió una foto de fármacos en la que destacan ampolletas de fosfato de potasio, sustancia que puede ser utilizada para matar.

Estos son algunos de los stickers y frases compartidos con regularmente en las conversaciones. La más recurrente es “Mátalo por estúpido”, seguida de otra que dice “Ledesma, lo que se tenga que definir que se defina” y lo que se tenga que morir que se muera”.

La presión

El denunciante aseguró que durante varios días lo presionaron para “definir” a una paciente que requería cirugía, pero que estaba en el área Covid, y que el 20 de agosto, cuando la presión subió de tono, decidió fingir que lo hacía y que luego, cuando la paciente no muriera, decir que sí lo había hecho, pero no sabía qué había pasado.
Como fue observado por un médico de Medicina Interna, área no involucrada en estas prácticas, se levantó un reporte. En septiembre fue entrevistado en privado por un directivo y luego por otros, pero todo de manera extraoficial. 

Según su denuncia, el primer directivo le dijo que la paciente (que no murió) había tenido un episodio al siguiente día de su visita y que sólo podrían ayudarlo a continuar en su residencia su admitía haber suministrado un fármaco por orden de su residente superior, condición que aceptó. 

  • En las conversaciones con uno de los directivos éste le advierte que no puede hablar del tema con nadie.
  • El denunciante atribuye el ocultamiento del caso a que uno de los involucrados en la ‘definición’ de pacientes es un R4 cuyo padre también es directivo de la institución.

En los siguientes meses lo hicieron consultar con un siquiatra del hospital, pero en su consultorio privado, y firmar dos cartas de renuncia con fechas distintas. Le dijeron que le ayudarían a aprobar el primer año de residencia aunque ya no estaba yendo al hospital –lo que implicaría un fraude académico–, y a continuar su especialidad en otra institución. 

Al padre del denunciante le dijeron que esas fueron las órdenes del director Edelmiro Pérez y no podían hacer nada. Sin que se hubiera notificado de alguna investigación oficial, interna o externa, el 28 de febrero la UANL informó al joven, por medio de un correo electrónico, que estaba siendo dado de baja del programa de posgrado que cursaba.

El aviso por correo electrónico ocurrió menos de una semana después de que el joven decidió denunciar ante la Fiscalía General del Estado para que, ahora sí, se investigue a fondo todo lo que asegura haber atestiguado en el HU.